miércoles, agosto 31, 2005

Juegos

Amiguito: pasa horas de diversión encontrando las diferencias entre estas dos imágenes (yo no las he encontrado) y descubriéndo cual de las dos parejas es la del gobernador tamaulipeco Eugenio Hernández Flores y su esposa Adriana. ¡Que te diviertas!

Ximena y las margaritas

No me pasa desapercibido que no he escrito gran cosa desde hace unos días. Se me atravesó el fin de semana, el lunes fue caótico en la redacción, el martes di uin salto cuántico hacia atrás en el tiempo político al visitar un evento oficial en Nuevo Laredo y en las noches no tenía humor (además de la indispensable soledad). Sin embargo trataré de ponerme al corriente.
Desde la mañana del lunes pensaba en escribir sobre lo siguente: Hay una canción de Joaquín Sabina que empieza así, "Ximena no deshoja las margaritas por miedo a que le digan todas que sí". El verso siempre me ha recordado a mi estimada Ximena Peredo, maestra en la Facultad Libre de Derecho, egresada del ITESM, editorialista de El Norte, directora editorial de la revista del Instituto de la Mujer y aprendiz de activista social.
Nos conocimos hace algunos años cuando yo era reportero de Radio Fórmula y cubría la Comisión de Acceso a la Información, donde ella era miembro del Consejo Ciudadano, aunque yo ya había sabido de ella cuando en su calidad de editorialista más joven del Norte (17 años) publicó un agresivo texto contra la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UANL, donde estudiaba, y que le valió el odio de buena parte de los estudiantes y maestros pseudoinstitucionales.
Ya en la CAIP, ambos vimos desde nuestras respectivas trincheras la corrupción, los malos manejos, la descrecionalidad y la necedad de la administración pública, y ambos tratamos sin éxito de combatirla y hacer algo por mejorar las cosas, igualmente desde nuestros roles respectivos. Finalmente ella era más libre, yo como reportero tenía que sujetarme a los parámetros popios de mi oficio.
Después pudimos construir algo parecido a la amistad. Junto con mi amigo Alejandro Silva tuvimos largas disertaciones sobre justicia social, democracia, política estatal y otros temas de esos donde la diversión está en masturbarse todas las ideas y libros posibles. En ese sentido nuestro diferendo fue siempre el mismo: Mientras Ximena tenía siempre una visión esperanzadora y hasta cierto punto optimista de las cosas, Silva y yo la abrumábamos con nuestro pesimismo, nuestra visión mas bien oscura de la política, de los medios de comunicación, nuestra poca fe en el ser humano.
Ximena prefería creer en algo, cualquier cosa, pero creer en algo. El idealismo era su motor, la visión optimista que a veces la alejaba de la realidad y que le ha valido más de un detractor entre los lectores de su columna de los lunes, que la tachan de muchachita exatec que no tiene idea de lo que habla, lo cual -al menos en buena parte de los casos- no necesariemente es verdad.
Quizá el pecado de Ximena, más que el idealismo, sea la emoción. La emoción que la hace creer que todo es nuevo sólo porque ella lo acaba de conocer, la emoción que la hacer en ocasiones perder la perspectiva de las cosas, la emoción que la hace buena persona y ciudadana pero no siempre la ayuda a ser una buena intelectual.
Al escribir y pensar en esto, recuerdo mis clases en aulas y en la práctica de periodismo. La frialdad que debe imperar. El desconecte emocional con nuestras fuentes y con lo que vemos. Ese distanciamiento que a veces (al menos en mi caso y ya hablaré a profundidad de ello) resulta más doloroso que la cercanía. La pregunta en todo caso (pues no hay una moral absoluta para esto ni para nada más) sería qué fortalece más: ese distanciamiento emocional que nos ayuda a tener una visión objetiva pero finalmente amarga y desesperanzadora de la realidad, o esa emoción que motiva y echa a andar, pero que nos ciega o al menos nos embriaga hasta perder piso.
Todo esto es a propósito de la columna que publicó este lunes Ximena, donde narra sus golpes contra la pared en su rol de maestra, que a continuación cito:

La catástrofe del posmodernismo se vive claramente en un salón de clases. El desánimo por aprender y por cuestionar, la muerte de la curiosidad y la resistencia a cualquier tipo de idealismo son, hoy por hoy, situaciones que enfrentan maestros y alumnos. El alumnado exige recetas de cocina para enfrentarse al mundo crudo, no idealismos. Por eso pareciera que "el deber ser" está a la baja. Es una enorme tristeza que los maestros teman ser catalogados como anticuados o ingenuos cuando recuperan la pureza de las ideas y más dramático es cuando, contra el desencanto de los alumnos, el maestro no tiene respuesta.
Yo sé que en la universidad, y en general, en la educación que nos forma se debería siempre de anteponer el idealismo. Por sobre cualquier emergencia o coyuntura la escuela debe contestar a las dudas de sus estudiantes con un alto grado de ética. Sin importar que la realidad obligue a violar códigos éticos, la escuela siempre debe mantenerse firme en los principios y debe intentar, en la medida de sus recursos, que sus alumnos recuperen la fe en el ideal. Porque, ¿qué pasa cuando hasta en la escuela el conocimiento se basa en lo práctico y productivo?
(...)
En fin, todo esto lo digo porque la semana pasada tuve un enfrentamiento con mis alumnos. Claro, ahora que soy profesora todo lo veo de muy distinta manera y sí, de repente una se siente inútil hablando de situaciones que parecieran no responder a las carencias de la realidad. La discusión se inició porque estamos estudiando a Maquiavelo. La idea de la violencia constructiva pareció convencer a varios. Maquiavelo creía que cuando un estado se reformaba o se creaba era necesario someter al pueblo, temporalmente, con el fin de construir o reconstruir. Era válido matar, desaparecer, desterrar.
Me llamó la atención la claridad que tenían algunos para afirmar que en nuestro país hacía falta un mandato así, que no fuera condescendiente, que pasara por sobre la ley si era necesario, que eliminara a los rebeldes, que enfrentara a la delincuencia sin miramientos y que, de una vez por todas, pusiera orden en este caos.
¿Cómo contestar a este hartazgo tan bien justificado? ¿Con qué cara se alude a la buena voluntad, a los principios, a la fe, cuando los estudiantes te miran desencantados? Ya ni siquiera hay permanencia en la confianza a las leyes. No hay fe. Ante esta situación, yo maestra, igualmente harta y frustrada de que las cosas no prosperen en el País, me extravío por un rato y temo no ser convincente al defender los derechos humanos. ¿Cómo combatir al desencanto, cómo evitar que la educación apapache al desánimo?

Cierro la cita. Sobra decir que el idealismo de Ximena desapareció al menos por un momento para dejar espacio a esa serie de preguntas que todos alguna vez nos hemos hecho (bueno, no todos; mi problema generalmente es pensar que todos se hacen las mismas preguntas que yo me hago). No pude evitar sentir cierta nostalgia al leer esos cinco mil bites de frustración de puño y letra de Ximena. No porque haya alguna vez compartido ese optimismo -jamás lo he hecho -sino porque a veces es trágico que alguien te dé la razón, y porque aunque nunca estaré del todo de acuerdo con ellos, creo que los optimistas e idealistas sirven de algo en esta enorme y mal aceitada maquinaria llamada sociedad.
Finalmente y tras unos minutos de meditación frente a mi computadora, sólo se me ocurrió repetir un diálgo que escuché hace años en aquella (genial) caricatura Daria: "¿Hasta ahí llegó tu idealismo?".
Ximena deshojó la margarita y contrario a lo que pensaba, todas le dijeron que no, y no es algo que deba alegrar a nadie. Por el contrario, es algo trágico que nos debe entristecer a todos. No por ser Ximena, cuyo nombre e individualidad salen sobrando en este punto, sino por ser uno de nosotros, como regiomontano, como mexicano y como persona. Un gramo más de idealismo y esperanza que se va por el resumidero oscuro y apestoso de la realidad en que vivimos.

martes, agosto 30, 2005

Nuevo Laredo

Trataré de decir esto con el mayor tacto posible. Sólo hay un lugar en todo Nuevo Laredo donde se puede estar a gusto, cómodo y en cierta manera feliz: el autobus climatizado con destino a Monterrey, con la seguridad de que se dejará atrás el polvo, el calor y toda esa asquerosa ciudad (con todo respeto).

lunes, agosto 29, 2005

Lunes...

De nuevo lunes y volvemos a la realidad... Y si bien el fin de semana no fue tampoco una experiencia surrealista cómico-mágico-musical, al menos estuvo excenta de egos y neurosis bañados en bilis y otros jugos y fluídos corporales vistiendo un traje de autoridad. Es lunes, de regreso a este intento de oficina con estos intentos de personas... No tengo humor para esto, pero así es esto de la productividad... La volubilidad neurasténica de un candidato para un suicidio asistido (o un homicidio premeditado). Escribo algo mas tarde, ahora no tengo humor...

miércoles, agosto 24, 2005

"¡Y soy rebelde...!"


Son las diez con tres de la noche. Miércoles. Estoy escuchando "Todavía cantamos" con las deliciosas voces del maestro Silvio Rodríguez y de Víctor Heredia. Esos versos entre idealistas y pretenciosos...

Todavía cantamos
todavía pedimos
todavía soñamos
todavía esperamos...

En cierto sentido la rebeldía siempre es una posición relativamente fácil: la postura nihilista de negación total, irracional y sin sentido. Un montón de planteamientos plagados de utopías e ideales, de visiones utópicas inalcanzables... Esas posturas en las que muchos izquierdistas siguen clavados y al parecer seguirán toda la vida. Esos hábitos de sujetarse ciegamente a un sueño, a una idea, a un absurdo. Basura mental e ideológica.
Debo aclararlo: creo en la rebeldía, creo en la subversión, creo en esa negación. Sin embargo, en lo que no puedo creer es que la rebeldía se limite a eso, a un acto de negación, un simple y llano acto de decir irracionalmente no. Como estos muchachitos. "Soy rebelde cuando no sigo a los demás". Carajo, qué barata es la rebeldía en estos días.
Creo en la rebeldía como una afirmación. Como un manifiesto. La rebeldía como la confirmación de la humanidad, de su inteligencia, de su negación absurda a la muerte; la rebeldía como un deseo de vivir aunque la muerte aguarde. La búsqueda incansable de libertad.
La rebeldía no es una pose bana, la rebeldía no es cómoda, la rebeldía no es fácil. La rebeldía pareciera a veces una condena que al final es indispensable para seguir viviendo, al menos para vivir dignamente, porque el fondo de la rebeldía es ese, la necesidad de ser una persona digna, de tener una vida digna y una muerte digna.
La rebeldía es afirmar la vida y negar la muerte, aunque ninguna de las dos acciones tenga sentido.
(Ahora suenen Antonio Tarrago Ros y Pablo Milanés: "La vida y la libertad").

La vida está allá afuera...

Si la vida está tan a la mano, ¿por qué la veo tan lejos? La palabra fatal siempre es la misma: rutina. Ese demonio del diario... En él está todo, no son las personas ni las situacinoes en general, ese ese círculo monótono, esa prisión social. La vida está allá afuera... en tantas partes.

  • Un cigarrillo sentado en cualquier banqueta del Barrio Antiguo.
  • Un café al aire libre a la sombra del Museo Metropolitano.
  • Tomar fotos de las palomas en la Plaza Hidalgo, sentado solo en una de las bancas, acompañado sólo de mis cigarros, un capuchino del Seven y mi empolvada Nikon, escuchando la música clásica o el jazz que ponen en las bocinas pasadas las seis de la tarde, cuando el sol se anima a morir.
  • Una cerveza en el balcón de algun bar.
  • Una caminata sin sentido por el callejón del arte.
  • El jazz de Miles Davis con vino tinto.
  • "Bridge over troubled water" de Simon and Garfunkel.
  • Una boca húmeda.
  • La luz de la luna sobre los callejones que cruzan Morelos, donde a los lejos sólo se ven parejas como en Cruz de Navajas, comiéndose a besos, mientras los transeúntes pasamos como el viento y el tiempo, sin dejar estela ni marca, al menos ninguna que les importe a los que se acarician frente a la Librería de Cristal, frente a la Castillo o frente a la entrada lateral de Plaza México.
  • La soledad de la muchedumre.
  • Caminar en contra de la masa que anda por todo el centro en viernes.
  • Detenerse a ver discos.
  • Hojear todos los libros posibles de una librería y comprar los indispensables.
  • Dar un rodeo absurdo que nos demorará no menos de media hora por el simple placer de recorrer otros caminos, de ver otros reflejos del sol, de ver gente distinta y confiar en el azar que pudiera hacernos encontrar con unos ojos y una boca a la vuelta de la esquina menos pensada.
  • Ir a un bazar de libros usados.
  • Tirarse en algún jardín público a sentir el pasto, el aire y el silencio debajo del murmullo anónimo de los caminantes.
  • Sentarse a platicar con los hippies y artesanos que se ponen afuera del Sanbors de Morelos, para que te cuenten de sus andanzas por la ciudad y el país, y averigües qué país de Latinoamérica hace la mejor marihuana del mundo.
  • Un taza de chocolate en Vips de Hidalgo, mientras a manera de divertimento tratas de encontrar en el lugar un heterosexual cual "Buscando a Wally".
  • La compañía, la charla sin sentido, la risa absurda. Todo con "ella".
  • Mojarte intencionalmente en los aspersores en los jardínes de la Macro, aun cuando el agua huela a madres.
  • Escuchar las 4 y 10 de Luis Eduardo Aute sentado en la mesa de cualquier bar, siempre y cuando la luz sea tenue y una veladora ilumine mi cara. Un cigarrillo y una Victoria o Montejo.
  • Ver una película en el patio de Gargantúas.
  • Mojarse en la lluvia.
  • Un beso en la calle, entre la gente, en medio de todo; un beso suave y dulce, de roce ligero de labios y una humedad apenas perceptible; un beso que congela el tiempo, que hace perpetuo un minuto, que trasciende a todo. Un beso eterno.
  • Reir de un chiste hasta que duela el estómago.
  • La ciudad de Guanajuato.
  • Manejar por carretera escuchando el disco "Nos sobran los motivos", de Joaquín Sabina.
  • La voz de Ana Torroja y Amaya Montero.
  • Los discos "Aidalai" de Mecano y "El viaje de Copperport" de La Oreja.
  • Leer Rayuela de Julio Cortázar y llorar con la carta de La Maga a Rockemadour.
  • Una improvisada cita con una desconocida o desconocido, simplemente la coincidencia y el alto nivel de compaginación que nos lleva a charlar de tantas cosas como no tenemos idea.
  • La noche.
  • El amanecer.
  • De nuevo un beso.

martes, agosto 23, 2005

Ocio oficinista

Agua fría en botella de Bonafont. Mi nariz me pica a sobremanera lo cual me habla de una alergia a algo que aun no termino por descifrar, al carajo; no me importa. El trabajo se acumula en mi cabeza pero por razones varias no tengo intención de sacarlo adelante en los próximos minutos. Algo... Algo me aprisiona. Un desinterés en todo. Quizá sea un síntoma de alguna enfermedad postmoderna, o quizá de la simple postmodernidad... El desintérés, la apatía, la nada. Pero no, no lo creo. Siento una necesidad enorme por retomar la pantalla y el teclado y terminar de una vez por todas ese maldito cuento que me ha tenido como imbécil agregándole dos líneas cada tercer día... Pero no lo hago. Anoche le agregué un par de páginas no tan malas pero tampoco tan buenas. Al menos me sirvió para reconciliarme con la dinámica de escribir en casa, de romper con la rutina autómata de oficina-coche-casa-cena-televisión-dormir, como quien logra arrancar un ladrillo en una pared enorme... El problema es que todo lo que tengo es un hueco en un muro. En fin... quizá debería salir temprano, emborracharme en cualquier cantina, tomar el coche y estrellarme en Constitución contra cualquier cosa que se mueva. Así al menos si no escribo, haré que una decena de reporteros policiacos se acerquen a mi cuerpo ensangrentado como aves de rapiña y escriban páginas de tinta amarilla sobre papel periódico que bien podría ser papel higiénico, con todo y mi nombre con descripción y generales. Salute.

lunes, agosto 22, 2005

"Vida y salud"

Hace algunos días, una persona cuyo nombre omitiré, me dijo a través de esa ventana al ocio llamada Messenger, "no te quejes tanto de la vida, mira que tienes vida y salud". Los mariachis de mi cabeza callaron. ¡Por Dios! Qué estúpido he sido, he tirado mi vida a la basura dejándome llevar por la depresión, la amargura y la desesperanza; allá afuera y dentro de mí existen los elementos necesarios para justificar mi vida inútil con conceptos inherentes a la existencia, pues finalmente si no tuviera vida ni siquiera tendría de qué quejarme, y si no tuviera salud, mi depresión, amargura y desesperanza se medirían en un plano distinto, y aun así, seguramente la misma persona me diría "mira que tienes vida".
Así y al vuelo, se me vienen a la cabeza distintas ideas que pudieran complacer y hacer más llevadera la existencia de aquellos seres humanos cuyas vidas parecieran en momentos, "invivibles", esto además de las sabias palabras de "vida y salud".
Todas las frases, hay que señalarlo, pueden ir seguidas de respuestas como "chinga tu madre", métetelo en el culo" o un certero puñetazo en el rostro del interlocutor.
Rásquele, mi chavo:
  • Adolescentes embarazadas: "Mira que no te van a dar cólicos en nueve meses" / "Agradece a Dios que vas a traer una vida".
  • Seropositivos: "Mira que todavía puedes masturbarte" / "Todavía puedes llevar una vida normal".
  • Despedidos: "Mira que vas a tener más tiempo libre".
  • Recién divorciados: "Ahora toda la cama va a ser para ti" / "Es tu oportunidad de empezar de nuevo".
  • Empleados mal pagados: "Agradece que al menos tienes empleo".
  • Hijos de madres castrantes: "Muchos quisieran tener un madre".
  • Violados por sacerdotes: "Al menos fue un hombre de Dios y no un malandro cualquiera, seguro ahora está arrepentido".
  • Maestros de tercera: "Con que hayas llegado a un alumno, ya todo válió la pena".
  • Viudas / Viudos /Huérfanos: "Tranquilo, ya está con Dios" (Ahí el "chinga tu madre" se puede sustituir con un "¿te consta?" o un "me cae que no".
  • Contribuyentes de Hacienda: "Con tu dinero crece el país".
  • Fotógrafos mal pagados: "Al menos haces lo que te gusta".
  • Reporteros de El Norte: "Trabajas en El Norte".
  • Reporteros de Milenio Diario de Monterrey: "Podrías trabajar en el Porvenir".
  • Reporteros de El Porvenir: "Podrías trabajabar en El Gráfico".
  • Reporteros de El Gráfico: "Podrías trabajar en el ABC".
  • Reporteros del ABC: "Tienes vida y salud".

Podría haber miles más, éstas se me ocurren a vuelo de pájaro.

viernes, agosto 19, 2005

La vida sin vaselina...


La emoción me mata. Danny Succo corre a toda velocidad por el lecho de un canal que bien podría ser el canad del Topo Chico. Conduce el coche blanco con un relámpago amarillo pintado que él y sus camaradas, los temibles T-Birds, reconstruyeron después de una fiesta gay en el taller de la escuela Raydel (no se si así se escribe). Tras una cardiaca competencia, el joven Danny le arrebata el triunfo a ese sujeto del automóvil negro líder de los Scorpions, probablemente el peor fósil de toda la historia de la educación estadounidense. En tanto, una dulce Sandy ataviada en un vestido rosa observa la carrera. Al consumarse el triunfo de su amado, Sandy mira al horizonte para después pedirle a French que la convierta en una prostituta transgénero con tal de agradarle a su bicicleta noviecito.
Sí, es cierto... Todo es patético, hasta Rizzo como joven Nina Myers de 24.
Sin embargo, lo más triste de todo es que son las 11:44 de la noche de un viernes, estoy solo en mi cama y me encuentro viendo esta estupidez por TV Azteca... Carajo. La vida es una mierda...

Formas alternativas de eutanasia



¿Quién fue el cerrado mental y radical moralista a quien se le ocurrió la genial idea de que la eutanasia es aplicable únicamente para enfermos terminales, bultos de carne caliente, sangre circulante y tráfico artificial de oxígeno? Imbécil. Idiota. Irresponsable. Segregacionista. ¿Quienes chingados son ustedes para hacer menos a los otros? Entendemos todos que el fondo de la eutanasia es la muerte digna, el suicidio asistido, el homicidio piadoso; en ese sentido, no podemos hablar de ninguna manera de que los únicos candidatos a este beneficio sean personas que en muchos de los casos ni siquiera pueden tomar la decisión de morir de forma asistida o por inercia. No. Hay gente con vidas más indignas, denigrantes e insultantes para la condición humana que no están tirados en una cama, que no están conectadas a un respirador y aun así se arrastran en el límite de lo subhumano. Seres de patética existencia y nefasto destino que no sólo caminan entre nosotros: también hablan, gritan, intentan sin éxito comunicarse pero su lamentable condición se los impide. No viven. Malviven y se pudren más cada que respiran.
Esas personas también tienen derecho a morir de forma digna, también debemos hacerles un bien y asesinarlos, terminar con su mísera y desdichada existencia. Muertos. Finados. Extintos.
Para probar mi punto, pongo a consideración un sujeto que no sólo merece ser asesinado: lo necesita, lo urge. Su sangre corrosiva circula velozmente por sus venas en una carrera de muerte; hace años que perdió la capacidad de comunicarse y hoy es sólo un saco de estrés, ego e insatisfacción personal que penosamente se arrastra sin el más mínimo contacto con la realidad. Puede respirar por sí mismo pero necesita de amistad asistida; está conectado a un socializador artificial, necesita fuertes inyecciones de poder y autoridad para mantener sus funciones mentales y de autoestima en términos aceptables. El hombre es una grave carga para sus familiares, amigos y compañeros, quienes se ven constantemente afectados por su inestabilidad y crisis derivadas de su crítico estado.
La muerte digna no le puede ser negada a nadie, no es justo. Por favor, por el bien de infelices como este sujeto, démosle una salida decorosa. Sólo disparen a discreción.

jueves, agosto 18, 2005

Shoot the bastard

El tipo es encantador a primera vista. De no tener un alma tan afroamericana, hasta a mí me hubiera caido bien: mangas de camisa, corbata, no más de 28 años, cabello cenizo y facciones dignas de aparecer en la edición Sierra Madre, sin contar claro está, una facilidad de palabra que le permitían mover la lengua con la rapidez que a cualquier mujer heterosexual o lesbiana se le haría agua no sólo la boca. Su nombre era Luis, licenciado firmaba. En todo caso ignoro en qué tendrá su licenciatura pues el sujeto se desempeña como vendedor en automotriz Galería de Gonzalitos. Pero no nos engañemos, no nos dejemos seducir por esta loba con piel de ovejo (o es al revés). Este güerito es la encarnación de las peores tentaciones, el guía en el río de la debilidad clasemediera, la serpiente en el árbol prohíbido de la escala social. En esta ciudad de envidias y símbolos tangibles de la realización socioeconómica, Luis es la voz varonil y seductora que dice "por aquí". No llegamos con él por casualidad. Mi vecina de enfrente, a quien de aquí en delante llamaré "La Mujer Maravilla", le recomendó a mi afable esposa el sujeto. "Es un encanto, te arregla cualquier problema, si te falta un papel o un requisito él te ayuda a esconderlo para que te autoricen el crédito". Excuso abundar en que cuando escuché las primeras palabras del tipo cuando entramos en el pantanoso terreno de los pesos y centavos, pensé de mi vecina la Mujer Maravilla lo mismo que pienso del traje de Lynda Carter en la serie setentera. "Te quiero despedazar, bitch". Así, estuvimos durante unos 10 minutos observando el Platina azul marino que tienen en exhibición, mientras la voz de Luis como voz en off de promocional de Transportes Frontera hostigaba a mis neuronas. "Este coche es de los más vendidos por sus caballos de fuerza, y miren qué cajuela"; "cabría perfecto tu cadáver", pensé. A mi me dio por pedir que abrieran el motor (como si pudiera cambiar el aceite o una bujía), y en mi ignorancia y mis pocos conocimientos de quien escucha al mecánico, le dije "qué pedo con el radiador, está bien chico". No se si me deprimió más el tamaño del sistema de enfriamiento del Platina o la respuesta de Luis: "Sí... vienen muy chicos", con un orgullo que sólo me expliqué con la total ignorancia del wey de las implicaciones técnicas de un radiador de limitadas dimensiones. En fin. La escena terminó cuando nos invitó a su "oficina", una especie de serpentario de cristal con tres sillas y un escritorio... El clímax llegó, cuando tocó su computadora. Cifras, datos, precisiones, historial crediticio, trabajo, trabajos anteriores, todo lo necesario para dividir mi vida en 48 mensualidades... Ahí es donde entra la virtud que sedujo a la Mujer Maravilla y su marido (al que llamaré Superman). Luis tiene un talento innato para seducir mujeres en las ventas. Se le nota en los ojos, en la mirada, en el tono de su voz: apenas mi mujer dijo, "vamos a pensarlo", y el sujeto con cara de que todo dependiera de eso responde, "digame, ¿qué es lo que impide empezar el crédito ahora mismo, ahora ya, a las (¡y ve su reloj!) seis con cuarenta y cinco de la tarde?", "El dinero", "¡Pues no me dé dinero! Sólo deme 200 pesos y le aparto su coche, porque si quiere modelo 2005 ya se van a acabar, y seguro para mañana no hay". Y yo sintiéndome en una obra de teatro absurdo. Y continuó: "Le voy a dar la solicitud, y diga que tiene mas de un año en su trabajo aunque no lo tenga, diga que no tiene hijos aunque los tenga, y mientras tanto yo hablaré con mi jefe Satanás para que le vaya preparando el tratamiento especial que le daremos los próximos 48 meses de su vida". Entonces comprendí: "qué pasiva eres, Mujer Maravilla; este wey no sólo te dio una soberana cogida, todavía le agradeces y lo recomiendas...". Así es, cada supuesto favor no era otra cosa que un metro más de profundidad en el pozo financiero a donde nos invitaba a caer. Así nos despedimos, tras media hora de explicarle a Luis que ese jueves a las 6:45 de la tarde no arrancaríamos el trámite. El sujeto me dio la manos como quien te dice "el barranco está por aquí, pase, que tenga feliz suicidio", mientras yo lo miraba con todo el desprecio que cabe en este menoscabado hígado. Ya en mi actual y desmoflado (dícese de lo que no tiene mofle) coche, mi mujer miraba al horizonte como los héroes de las estampitas miran al ideal, mientras yo pensaba en el color que pudiera tener el intestino delgado de Luis y cómo se le vería amarrado en su garganta.

My afroamerican mind. Part II


Es que así se ve de espaldas... (Foto de Dinora Niccolini)

La última de Julio


Dije que sólo publicaría una referencia más a Julio Cortázar y pretendo cumplir. Este texto es de las Historias de Cronopios y de Famas, excuso la obviedad de la imagen, pero no quería algo tan parco con puro texto. En fin...

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan —no lo saben, lo terrible es que no lo saben—, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

miércoles, agosto 17, 2005

My afroamerican mind


Alguien me decía hace poco que tengo una mente negra. Que tengo una visión negra. Que tengo un humor negro (De dónde habrán sacado esa pinche idea, carajo). Pues bien, no me gusta opinar sobre si soy de tal o cual manera, siempre y cuando se me permita ser de esa manera. El punto es el siguiente: sí, tengo una visión enfermizamente negra de las cosas, de la vida, de la existencia; estoy de acuerdo con Camus en que el único dilema filosófico realmente importante es el suicidio y en que la vida no tiene sentido; estoy de acuerdo con ciertos grupos anarquistas en que a esta civilización ya se la cargó la chingada por culpa de toda nuestra historia, y coincido con Shirley Manson en que sólo se puede estar feliz cuando llueve. El punto de todo esto es que (y en parte a eso me refería cuando escribía los dos ejercicios estúpidos más abajo) ahora resulta que en este ente cada día más amorfo que llamamos civilización uno no sólo debe ser cuidadoso de sus acciones, sino también de sus pensamientos, que los pensamientos vibran como diapasón y generan todo esa efecto mariposa del que hablaba.
Entonces: ¿hasta dónde somos libres si un pensamiento pesimista, si la filosofía oscura y existencial, si "una mente negra" que no se proyectan al exterior más que con actitudes inherentes a la personalidad de cada quien tienen efectos en terceras personas?
Me estoy deviando: Lo que quiero decir es que el pesismismo, la negatividad, el hiperrealismo como visión de la existencia, el absurdo que nos adorna, no sólo son parte de esta realidad social, de este contexto, en buena parte son sus hijos.
Hermanos míos: defiendan su amargura como a ustedes mismos, amen su depresión como a ella los ha amado y no caigan en la tentación de una sonrisa complaciente. La vida es absurda y cuando los optimistas se den cuenta de ello será ya demasiado tarde, nosotros tendremos el control.

martes, agosto 16, 2005

Mi vecino

Quienes me conocen saben o intuyen que pocas cosas detesto tanto como encontrarme con gente conocida en cualquier medio de transporte público. Finalmente y con los años, le he encontrado cierto placer (el único posible) a esos largos traslados entre esposas insatisfechas, hombres humillados y niños sin futuro, y es a ese enajenamiento, ese clavado mental y autoanalítico que sólo se tiene cuando se aborda un vagón del metro o cualquier camión urbano y se ve por la ventanilla sin ver realmente nada, como si el cristal fuera el cristal mismo de nuestros propios ojos y los miráramos con gesto inquisitivo y curioso. Ese adentrarse y adentrarse en uno mismo y de donde he sacado ciertas ideas para textos, planteamientos pseudofilosóficos y otra sarta de concepciones inútiles pero finalmente amenas e interesantes en su momento (y en mi cabeza). Algo así como lo que maneja Cortázar en el cuento "El Perseguidor" sobre la relatividad del tiempo en un viaje de metro.
Por eso odio, y lo digo categórico: odio y detesto cuando en medio de mi éxodo interno aparece la voz cándida de un sujeto hombre o mujer y con amable tono simplemente dice "hola, Toño; ¿cómo estás?". La situación se agrava cuando el saludo se da cuando yo he notado ya la presencia del susodicho e intento sin éxito ocultarme. "¿Cómo estás?", "Bien, Fulano; aquí tratando de pensar y de evadirte".
Con ese contexto, quiero que imaginen mi semblante cuando mi vecino me toma por el hombro al tratar de pasarle desapercibido en la terminal Exposición del metro, tratando de no tomar el mismo metrobus que él para evitar un recorrido de silencios incómodos y pláticas superficiales.
"Anda, vente para no irnos solos". Hijo de puta. Bastardo. ¿Qué no fue lo suficientemente clara mi intención de no cruzar palabra contigo? Ya nos habíamos visto, al bajar del tren, incluso nos saludamos y me adelanté para dejar en claro mi poca disposición a tener una charla amena u hostil. El sujeto no entendió y nos unimos a la caravana de la muerte que se dirigía al vehículo que nos acercaría a nuestros respectivos hogares. Imagino que él esperaba algo así como Humphrey Bogart en Casablanca, "este es el inicio de una hermosa amistad", pero aunque mi humor era muy similar al de Rick en esa escena, estaba muy lejos de tener semejante gesto.
Las cosas siguieron mal: no alcanzamos asiento y tuvimos que ir de pie sujetando el mismo tubo de acero mientras el autobus avanzaba por las selváticas calles de Guadalupe, soportando conversaciones estériles sobre el clima, el huracán Emily, mi trabajo, cuánto tiempo llevamos viviendo uno al lado del otro y un sin fin de temas cuyo interés en mi cabeza es el mismo que tengo hacia las especies de reptiles que habitan en el norte de Polonia.
Mi ansia crecía con los minutos. Un golpeteo constante y monótono me estresaba aun más hasta que noté que era el reflejo de mi pie golpeando el piso. Mis dientes chasqueaban y tenía unas ganas intensas de sacarle el corazón con mis manos como en la película de Indiana Jones y el Templo de la Perdición. Harto. Cansado. Fastidiado. Aburrido. Agh.
Cuando los temas se acababan, mi vecino habló de algo que aunque en un principio me provocaba el mismo hastío, terminó por interesarme: bajo el brazo llevaba el libro "El Perfume", de Patrick Süskind. El libro lo había visto en Vips con mayor frecuencia que muchas sus manteletas de juegos infantiles, y me era hasta cierto punto indiferente. El vecino siguió hablando.
-Lo acabo de terminar, es que como se me descompuso el coche he andado en camión y metro, y por fin puedo leer.
-Sí, me imagino -por fin respondí-, a mi me pasa lo mismo muy seguido.
-Es que está cabrón, con la familia y con mi niña llego a la casa en la noche y todo es ellas y dormir. Leo dos páginas de cualquier libro y me quedo dormido. ¿Tú no lees?
No recuerdo qué respondí. Pero algo vi en los ojos de mi vecino que no había visto hasta entonces: estaban hinchados, hinchados y enrojecidos como si se hubiera sumergido en llanto, y en medio de esa especie de diván inconsciente que entonces daba cuenta era nuestra conversación, vi algo reflejado en su mirada. Mi mirada.
No dije palabra alguna. No tuve pensamiento alguno, al menos no en palabras ni en imágenes. Fue otra cosa, una serie de sensaciones y emociones que conformaban un pensamiento claro y preciso. Ahí estaba yo. En esa confesión había algo de mi. En la vida que se va cuando nos quedamos dormidos, en la vida que se va en el cansancio del diario.
Cuando mi vecino calló, me sentía como aquel cronopio que lloraba porque su reloj atrasa, porque su reloj atrasa, porque su reloj.
Después de eso seguimos hablando de otras cosas, mi vecino preguntó si había estudiado fotografía y preguntó detalles técnicos del oficio, quería tomarlo como hobbie.
Cuando nos despedimos al llegar a nuestras casas, lo hice con una sonrisa.

NOTA: La obsesión con las citas de Cortázar es conciente, quizá incluya una más y ya, al menos por un tiempo; sólo para variar.

¡Salve el Bananaphone!

Agradezco al compañero bloggero Fabian Cavazos, haberme proporcionado horas de inútil entretenimiento con las siguientes páginas... Fue algo así como una epifanía... Salve

http://www.albinoblacksheep.com/flash/badgerphone.php
http://gprime.net/flash.php/bananaphone2
http://www.albinoblacksheep.com/flash/badgers.php
http://www.albinoblacksheep.com/flash/guineapig

lunes, agosto 15, 2005

La patética...


No se qué es lo más patético de todo esto: que suceda en un mismo día, que lo publique El Norte o que lo esté leyendo con tanta atención...

Barbi Superstar
Distrito Federal (15 agosto 2005).- Por decisión de Carmen Campuzano, su vida y los problemas que ha padecido con las drogas fueron grabados este lunes en el programa Mujer, Casos de la Vida Real.Silvia Pinal, productora de la emisión, dijo que en un principio tenían contemplado que la modelo interpretara su propia vida, pero los planes cambiaron debido a la última recaída que tuvo.
De tal forma que Pinal eligió a la actriz Frances Ondiviela para interpretar a la que fuera novia de Andrés García."Vamos a promocionar un problema que la misma Carmen nos contó. Hablamos con ella cuando Andrés la sacó de la primera clínica, donde dicen que la violaron, que la golpeaban.

No hubiera podido dormir...
Nueva York, Estados Unidos (15 agosto 2005).- Hace dos años, Demi Moore conoció a Ashton Kutcher, estrella del programa That 70's Show, en una cena informal. No se han separado desde entonces."Es lo que se llama conocer a su alma gemela", expresa la actriz de 42 años en el número de septiembre de la revista Harper's Bazaar.

Sin palabras
Cd. de México (14 agosto 2005).- Un escáner corporal que virtualmente desnuda a las personas comenzará a operar en unos días en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, aparato de extrema seguridad que ha sido motivo de polémica en Estados Unidos.
El equipo llegó el mes pasado a México y su instalación concluyó la semana pasada en el área de reclamo de equipajes de la Banda 8, donde llegan los vuelos de Centro y Sudamérica.
El escáner detecta objetos metálicos, drogas, billetes, armas y explosivos que lleven los pasajeros pegados al cuerpo, pero además muestra a las personas como si estuvieran desnudas.Y es justo ese punto el que ha provocado protestas en otros países.Fuentes oficiales de la dirección de Aduanas precisaron que el equipo será utilizado de manera aleatoria y sólo con personas en actitud sospechosa.

Ejercicio estúpido número dos

Hace un par de días escribí un texto allá abajo titulado "Ejercicio estúpido", el cual según mi estimada compañera reportera Daniela Mendoza, requiere de "un vaso de leche" para ser leido. Alguien mas me decía que sobredimensionaba las cosas y hablaba de la libertad como hablaría una víctima de un régimen represivo y totalitario. No estoy de acuerdo. El tema, sí, era la libertad, pero vista desde otro ángulo.
Desde que era un indefenso e insignificante mozuelo, alguien me dijo (o mas bien muchas personas me dijeron) que la libertad en su sentido más básico no era otra cosa que hacer lo que se te pegue la gana sin hacer daño ni afectar las libertades de alguien más. Hasta ahí una definición barata y simplista para un niño de cinco años. Años después, alguien me corrigió y me dio una visión ética de las cosas: la libertad es la capacidad de tomar una decisión. El tiempo siguió pasando y una persona más me dio una definición ahora bastante conservadora: es la capacidad de escoger el mejor de dos bienes, lo cual obviamente tiene mayores implicaciones por estar basada en juicios subjetivos y totalmente relativos (el que me la dijo era un desquiciado ultraconservador). Sin embargo, sobra decir que cualquier concepto que nos forjemos de libertad tiene como base la definición infantil que dan en todas las primarias y en la que se debió inspirar Benito Juárez para su frase de monografía en papelería de "el respeto al derecho ageno...". La libertad: lo que queramos sin que atente contra otra libertad ni afecte a otros.
Hasta ahí es simple. Sin embargo se me ocurre otra cosa. Dentro de la llamada teoría del caos existe lo que llamamos el efecto mariposa, es decir, que cualquier misierable acción conlleva implicaciones inimaginables: "Si agita hoy, con su aleteo, el aire de Pekín, una mariposa puede modificar los sistemas climáticos de Nueva York el mes que viene", decía Gleick. Y bueno, aunque la teoría se aplicó originalmente a aspectos físicos y climatológicos, sabemos que con el tiempo se ha aplicado a cualquier situación de caos.
En ese sentido, cada una de nuestras decisiones, cada ejercicio de nuestra libertad es el aleteo de una mariposa, cada palabra dicha o escrita, cada cambio de rumbo, cada afirmación o negación. Todo es el inicio de una cadena indescifrable de sucesos, inabarcable. ¿Dónde está la libertad, entonces? ¿Qué es la libertad entonces si cada soplo de nuestra boca tendrá efectos más allá de nuestro alcance? ¿Qué es la libertad si nuestros efectos pueden ser físicos, emocionales o de cualquier índole? La comunicación en sí implica efectos, como bien dice el paradigma de Lasswell, uno de los modelos de comunicación más antiguos, necesariamente cualquier forma de comunicación tiene un efecto lejano o cercano.
Este texto estúpido tendrá un efecto si alguien lo lee. Cualquier cosa que escriba, diga, piense, exprese, publique, calle, grite, susurre, redacte. Todo violentará la libertad de otros.
Todo esto me habla de una sola cosa: redefinición. Redefinición de libertad, redefinición de efectos, de comunicación, de moral, de todo. Nuestra libertad está construida sobre cimientos falaces y por tanto nuestra libertad es falaz.
La libertad no se otorga ni se reconoce, se arrebata. La libertad no depende del poder, sino de los individuos y la masa social que construyen, así como la represión igual viene de todos lados, tanto del poder como de los mismos individuos. El concepto civilización se funda en el sacrificio de libertades, cuando este sacrificio pasa de lo tolerable, de lo razonable, la civilización es el enemigo. El enemigo es todo. En todos lados.
El individuo está cada vez más solo, mas desprotegido, mas maniatado, todo por una libertad que desde un inicio fue mal concebida. La primera rebelión debe ser contra el pensamiento inerte, contra la filosofía heredada.
La libertad hoy es algo que nos toleran, no algo que nos ganemos, no algo por lo peleemos. La única libertad se toma sin pedir.

Agrura

No estoy seguro exactamente de qué es lo que quiero escribir. Tengo un mar de cosas en la cabeza de las cuales podría hablar pero todas son igualmente irritantes y absurdas, como un mosquito dando insistentemente vueltas en el oído. Joder. Si todo fuera tan sencillo como un manotazo y punto. Al diablo... Mejor silencio por ahora hasta que encuentre algo al menos un poco motivante entre lo irritante y absurdo, se que se puede, lo hago casi a diario... Un par de minutos y listo...

viernes, agosto 12, 2005

El Jefe y mi jefe

La cosa está así: una voz en la cabeza de todos los trabajadores de la información que fluimos juntos en este caudal periodístico suena quincena a quincena, cual mortal reloj cucú. La voz dice: "empezamos quincena, empezamos edición, piensa un tema, piensa un tema". Acto seguido, cada uno de los obreros del bolígrafo y la fotográfica nos adentramos en un torbellido malparido de posibles temas para reportajes. Todos pensamos (o eso fingimos), intuimos, confabulamos, razonamos, prevemos; y finalmente, de ese caos con olor a cruda y cenicero mal lavado que es nuestro cerebro un lunes por la mañana, brotan tres o cuatro frases que creemos (creemos, lo peor es que lo creemos) que se convertiran en lo que El Jefe llama "impecables piezas periodísticas".
Llega lo que en términos de la Carabina de Ambrosio sería la hora cuchicuchezca: la junta editorial. El Jefe y su perro guardián (al que llamaré mi jefe, quien está más cerca de Odie el de Garfield que de Cancervero, eso que ni qué) enseñan a esa bola de egos que laboramos en la empresa, lo que el ego realmente es y avientan nuestros temas como bolitas de papel con saliva a través del tubo de la pluma de cualquier estudiante de secundaria.
"Los temas son éstos y se acabó, porque lo digo yo", dice El Jefe instalado en una versión masculina de Lupita D'Alessio pero sin el vestido rojo y sin cantarle "Mentiras" con impávido rostro a Juan Ferrara.
De la manga nos asigna un tema. ME asigna un tema. La labor de la semana será sacarlo. Hasta ahí es tolerable. El problema es que El Jefe no se queda a cargo, se queda mi jefe, lo cual equivale tratar de negociar con Bob Esponja tratados internacionales de desarme. Una combinación bizarra entre jotez contenida y todos los complejos freudianos. Un niño que le robaban sus mantecadas Tía Rosa en la escuela mientras le acariciaban las nalgas; que le bajaban los pantalones por sorpresa y lo aventaban al baño de las niñas; que se le declaraba a su más platónico deseo y no sólo le decía "no", le decía "¿cómo crees?".
Ese es mi jefe, al que tengo que convencer que la lectura no es un mal hábito de los inadaptados como yo; el que dice que los intelectuales, los escritores y los artistas en general no sirven para nada; el que lame el culo de cualquier político a la menor provocación.
Bueno, ese güey, me dice que por qué hago notas tan extensas, reportajes tan largos, si a la gente no le gusta leer, si la gente se cansa, "tienes que poner mas cabezas de descanso, la gente se aburre". No hay redacción que valga. No hay estilo porque al güey le importa poco. No hay nada. Claro está que tiene todo su derecho de pensar que Dios tiene forma de chile, pero de eso a subdirigir una revista... Y todavía se da el lujo de tener más ego que yo (Dios mío, es posible).
Supongo que sólo una vez estuve de acuerdo con él "Así me gustan las notas: ligeras e intersantes". A mí también, sólo que las mujeres.
En fin... Seguiré corrigiendo ese pinche reportaje...

jueves, agosto 11, 2005

Cortázar




Mi reino por dos horas de sensibilidad cortaziana:

"Y después de todo sólo nos quedaba, nos queda la lúgubre tarea de seguir siendo dignos, de seguir viviendo con la vana esperanza de que el olvido no nos olvide demasiado".

Julio Cortázar
"Las caras de la medalla"

Ejercicio estúpido

Silencio. Silencio. Un minuto de silencio. Un momento tan sólo. Sólo un instante. Calladitos. Sin decir nada. Sin sonidos, palabras ni expresiones de ninguna clase. Estoy esperando algo. Sí, “algo”. Simplemente “algo”.Estoy esperándolo. ¿Que qué es? No tiene caso decirlo, es estúpido. En serio. No importa. No tiene sentido. Bueno… Ya que insisten: El sonido de la libertad. Sí, eso es. Tan solo eso. No importan las razones. Solamente quiero saber cómo se escucha. Qué voz tiene. En qué idioma habla. Qué rostro tiene. La libertad abstracta, sin forma ni límites. Libertad. La libertad más allá de cualquier frontera y orden. La libertad más allá de condiciones, incluso de la condición humana. Un monstruo amorfo. Una entidad etérea. Una libertad que no inventaron los hombres, que nació con el mundo. Antes del mundo. La libertad plena, total, absoluta. Voraz. Aterradora. La libertad apabullante. La libertad que crea y no es creada. La libertad espada que atraviesa la realidad, el universo, todo. Una libertad sin dios. Una libertad sin vida ni muerte. Esa libertad. Sí, ésa… Quiero escucharla. Quiero sentirla. Su voz, su timbre, sus agudos y sus graves. Por eso todos en silencio, callados. Calladitos. Esperemos un momento a que hable la libertad. Sí, va a hablar. Tiene que hablar. No puede estar callada para siempre. No puede dejarnos esperándola. Su idioma. Su lenguaje. La sintaxis perfecta de sus frases. Ya por favor, silencio… No dejan escuchar nada. No se oye… No la escucho… En cualquier momento puede hablar. Esperemos. Sigamos esperando. Estoy seguro de que hablará.

miércoles, agosto 10, 2005

Un mañanero con Chavela



Todos me dicen el negro, Llorona; negro, pero cariñoso
Todos me dicen el negro, Llorona; negro, pero cariñoso...

Es raro que a las nueve de la mañana uno se emocione escuchando a la sacerdotiza. Digo, es más común escuchar "La Llorona" o "Piensa en mí" o cualquier otra a altas horas de la madrugada. Sin embargo, resultó placentero toparse con la desgarrada voz de Chavela con un sol mañanero y con sabor a pasta dental.

Yo soy como el chile verde, Llorona: picante, pero sabroso
Yo soy como el chile verde, Llorona; picante, pero sabroso...


Salud!!

martes, agosto 09, 2005

Superando el éxtasis

Okey... una vez tranquilizados los ánimos tras el breve y cercano encuentro con Shirley Manson, puedo volver a ese habitual día a día. El sábado pasado empecé un diplomado en periodismo impartido en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Nuevo León, esa fábrica de desempleo y subempleo ubicada en lo alto de la colonia Del Paseo Residencial y cuya foto omito, pues durante el concierto de Garbage borré hasta las notas que tenía en el memory stick de la cyber shot con tal de sacar más fotos de la humanidad de mi amada Shirley. En fin. El caso es que el sábado regresé a las aulas en medio de la sierra, a las discusiones de salón y el apasionamiento de partirle la madre a un sujeto a punta de pretenciosos discursos, para que el coordinador o maestro te ponga un pentagrama invertido en la frente cual estrellita dorada en la primaria.
El hecho sirvió también para reencontrarme con dos entes extraños que tenía poco más de cinco años de haber perdido de vista: las licenciadas Asención García Ochoa y Aracely Jiménez, cuyas fotos omito pues en el concierto de Garbage borré todo el material que tenía en el memory stick de la cyber shot con tal de sacar más fotos a la humanidad de mi amada Shirley.
La primera fue mi maestra de técnicas de la investigación, análisis de contenido y deontología (si omito algo, es un mecanismo defensivo de mi memoria) en mis mal queridos tiempos de estudiante universitario; la segunda si mal no recuerdo me dio lingüística o redacción aplicada.
Sin embargo, lo surreal del asunto viene en que ahora las tengo como compañeras de salón, ya no como catedráticas, una especie de alucinación bizarra y onírica, pues tengo que compartir comentarios y discusiones con la que citaba a Umberto Ecco como quien cita la Biblia y con quien nos gritaba "¡estúpidos!" con aguda y estresante voz.
Esta primera charla la impartió el presidente de la fundación Manuel Buendía, Omar Raúl Martínez, cuya foto omito pues en el concierto de Garbage borré todo el material que tenía en el memory stick de la cyber shot con tal de sacar más fotos a la humanidad de mi amada Shirley, y dentro de esas aproximaciones a la filosofía del periodismo hubo algo que me llamó particularmente la atención, pues confirmaba una teoría que venía pensando yo hace tiempo: entre la mayéutica de este bato, se le ocurrió preguntar qué poder pesaba más en México y el mundo, si el político, el económico, el mediático, etcétera. Las respuestas fueron de lo más jaladas: algunos decían que ninguno, que era el narco; otros que el mediático, y otras fumadas que no recuerdo del todo. Finalmente la conclusión a la que se llegó fue que los poderes tienden a la simbiosis, a un poder económico que entra y domina el resto. Eso me recuerda algo que había venido pensando hace tiempo, que el poder no tiene membretes, que el poder es una entidad abstracta y más allá de los hombres, que el poder es un animal vivo que decide beneficiar a un político, a un empresario, lo que sea; el poder es poder lo mismo en política que en economía o en cualquier cosa. Sólo cambia de forma o de beneficiario en cada ámbito, pero el poder es poder, aunque su foto omito pues en el concierto de Garbage borré todo el material que tenía en el memory stick de la cyber shot con tal de sacar más fotos a la humanidad de mi amada Shirley.

lunes, agosto 08, 2005

Oda visual y literaria a Shirley Manson



El cielo aún guardaba luz cuando todo comenzó. La figura oscura y pálida apareció en escena pasadas las ocho de la noche. Su gesto inexpresivo. Su mirada de desdén. Su sola imagen inmóvil que parecía decir "Soy yo... Yo y estoy cuatro sujetos pero sobre todo yo". Era Shirley: Shriley atavida en un vestido negro que dejaba su blanquísima espalda descubierta, totalmente. Un gesto de cruel consideración: el deseo de cinco mil fanáticos como coyotes en celo por la escocesa del cabello rojo. "Te amo, Shirley; te amo". Hombres y mujeres por igual. Una masa hermafrodita dejándose seducir por la mujer de las medias negras. La femme fatale. La diosa oscura. El ángel negro. "Te amo, Sherley".
Y Sherley miraba estóica; observaba sin dibujar en su rostro otra cosa que deseo... ansia. Y -por supuesto- cantaba. "Hey boy, take a look at me...". Cantaba con su voz de erótica tristeza. "Tururú tururu; tururú tururu". Con su voz sugestiva y deprimente. "You can touch me if you want...".
Y yo la miraba atónito desde el pasillo de seguridad, entre la primera fila y el escenario, armado tan solo con mi Cyber-shot de 4.1 megapixeles y mi incredulidad por estar ahí, apenas a unos cuantos metros, unos cuantos centímetros, a menos de 36 horas de arresto administrativo de distancia si me atrevo a hacer una estupidez. En eso pensaba cuando la escocesa se detiene frente a mí: ahí está: cantando: gritando: bailando enajenada frente a cinco mil deseos, cinco mil visiones y pasiones por su piel blanca y sus ojos casi transparentes. Cinco mil sueños y deseos incendiados por ella. Pero antes de todos ellos, uno: el mío.
"En un cabaret esta distancia es suerte... aqui no se cómo llamarlo", creo pensar en algún momento.
Ella saluda a la audiencia y esboza su primera sonrisa de la noche, la primera de una serie que contrastarán con su habitual gesto sombrío.
El momento cumbre de esos siete minutos y medio es cuando apoya su pierna izquierda en una bocina al borde del escenario, esa bocina junto a la cual estoy parado. La miro hacia arriba. Nuestros rostros no están a más de un metro y medio uno del otro. La veo cerca. La veo claro. La veo en toda su magnitud e intensidad. Su nombre es Shirley y su apellido Manson. Nada más importa.
Yo disparo la cyber-shot indiscriminadamente, antes de los cinco minutos la memoria ya no puede más y tengo que borrar algunas de las casi cien fotos que llevo tomadas. Una y otra y otra y otra más.
Un imbécil de Ocesa nos informa que hasta aqui llegamos. Que es hora de salir del pasillo y tomar asiento en zona b, en los palcos de prensa. Lo hago sin protestar. Una amiga reportera aún en estado de éxtasis me abraza mientras grita: "¡me cayó su sudor! ¡me cayó su sudor!".
Seducidos. Embelecidos. Extasiados. Anonadados. Atónitos. Catatónicos.
Que me maten si quieren: He visto a Dios y se llama Shirley Manson.

Dios existe, es mujer y se llama Shirley Manson... Y yo la tuve a un metro de distancia. ¡Salve!

jueves, agosto 04, 2005

Payasos y patiños


Todas las grandes simulaciones de este país comienzan en una página de periódico, como hoy sucede en Reforma.

"Cd. de México (4 agosto 2005).- El aún Gobernador del Estado de México, Arturo Montiel Rojas resultó electo como el candidato del grupo priista Unidad Democrática para contender al interior de su partido por la candidatura presidencial contra Roberto Madrazo Pintado.

Montiel... El hijo más querido (de los que quedan) del Atlacomulco... Genio y figura priísta que a partir de hoy erogará bajo una sola firma el capital económico de unas cuantas firmas más. Dinero a la basura. Dinero que no sirve para nada. Dinero sucio de firmas sucias. Qué más da. Comienza el festín de cada sexenio para los Azcárraga, los Salinas Pliego, los González y un sin fin de etcéteras. Masturbarnos la convicción con ideas repetitivas, discursos vacíos y el desfile internimable de lo políticamente correcto.

"Transparencia Mexicana dio a conocer el resultado del proceso interno en el que participaron el propio Montiel, el coordinador de los Senadores del PRI, Enrique Jackson; el ex Gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington; el Mandatario de Coahuila, Enrique Martínez, y el ex Gobernador de Hidalgo, Manuel Ángel Núñez."

Me pregunto qué cara tendrá el maestro Hank en el fondo de su lujosa tumba: podría estar feliz por ver a uno de sus más queridos pupilos llegar a la final de Big Brother o lamentarse por intuir desde ahora el ridículo que hará al prestarse a semejante farsa. Pero finalmente la cara del viejo no importa. Madrazo simulará una sonrisa de compañero, Montiel simulará una convicción por ganar y ser un buen presidente, todos simularán que esto no dividirá a nadie, pero sobre todo, simularán que tanto uno como el otro son grandes demócratas y comprometidos patriotas.

Me siento estúpido. Cualquier cosa relacionada a esto es reiterativo e inútil. La realidad está en otra parte, la vida también.

Reflexiones ociosas en un vagón del metro


Las cosas que piensa uno en medio de sopores y gestos enajenados de un montón de desconocidos. Me pregunto a veces si esa combinación de machismo inverso, odio contenido y un profundo sentimiento de culpa a la que comunmente llamamos amor filial, no será otra cosa que una variante bizarra del síndrome de Estocolmo. La pregunta en todo caso sería quien es el captor y quien el secuestrado. Supongo que no hay análisis objetivo posible.

miércoles, agosto 03, 2005

Alguien Miente

Alguien miente. Alguien miente cada día. Alguien miente cada hora. Cada segundo en la televisión y en cada letra de la prensa, en todos lados y a cada instante alguien miente. Nos miente Fox. Nos miente Nati. Nos miente el PRI y el PAN, nos miente el PRD; los escritores y los artistas; toda esta civilización si es que aún se le puede llamar civilización nos miente. Mordaz. Sagaz. Complicada. Elaborada. Cada mentira vil. Cada mentira asquerosa. Nos mentimos. Nos engañamos y engañamos a todos. Civilidad es mentira. La urbanidad es mentir. Cada punto de la historia, cada construcción social y humana, cada rasgo distintivo que ha dado forma y esencia a esta sociedad se ha basado enteramente en mentiras. Nos mentimos a nosotros. Les mentimos a los demás. En el caos cotidiano, en la más improbable relación, lo único que da forma, el oxígeno que da vida a la sociedad, es la mentira.

Diez razones que le dan sentido al suicidio

  • No ir a ver a Garbage.
  • No poder escribir un texto decente desde hace no se cuántos meses.
  • El nivel de los medios de este país.
  • El nivel político de este país.
  • "Fake Plastic Trees" de Radiohead, por el simple placer de matarse escuchándola.
  • Una mujer.
  • La cantidad y calidad de escritores y artistas en general que deambulan por estas calles de dios.
  • Los seres humanos.
  • Las tardes y mediodías.
  • El horario de verano.

Diez razones para no morir

  • Película "Manhattan" de Woody Allen.
  • Película "Closer" de Mike Nichols.
  • Canción "Nos sobran los motivos" de Sabina.
  • Los discos "OK Computer" y "Kid A" y la canción "Fake Plastic Trees" de Radiohead.
  • La voz de Amaya Montero.
  • El Barrio Antiguo de Monterrey en una tarde fría y lluviosa.
  • El capuchino del 7-Eleven.
  • Volver a leer "Rayuela" de Cortázar y "Los Mandarines" de Beauvior.
  • Una mujer.
  • Una buena charla igual frente a una cerveza que un café, siempre y cuando con unos cigarrillos de por medio.