Superando el éxtasis
Okey... una vez tranquilizados los ánimos tras el breve y cercano encuentro con Shirley Manson, puedo volver a ese habitual día a día. El sábado pasado empecé un diplomado en periodismo impartido en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Nuevo León, esa fábrica de desempleo y subempleo ubicada en lo alto de la colonia Del Paseo Residencial y cuya foto omito, pues durante el concierto de Garbage borré hasta las notas que tenía en el memory stick de la cyber shot con tal de sacar más fotos de la humanidad de mi amada Shirley. En fin. El caso es que el sábado regresé a las aulas en medio de la sierra, a las discusiones de salón y el apasionamiento de partirle la madre a un sujeto a punta de pretenciosos discursos, para que el coordinador o maestro te ponga un pentagrama invertido en la frente cual estrellita dorada en la primaria.
El hecho sirvió también para reencontrarme con dos entes extraños que tenía poco más de cinco años de haber perdido de vista: las licenciadas Asención García Ochoa y Aracely Jiménez, cuyas fotos omito pues en el concierto de Garbage borré todo el material que tenía en el memory stick de la cyber shot con tal de sacar más fotos a la humanidad de mi amada Shirley.
La primera fue mi maestra de técnicas de la investigación, análisis de contenido y deontología (si omito algo, es un mecanismo defensivo de mi memoria) en mis mal queridos tiempos de estudiante universitario; la segunda si mal no recuerdo me dio lingüística o redacción aplicada.
Sin embargo, lo surreal del asunto viene en que ahora las tengo como compañeras de salón, ya no como catedráticas, una especie de alucinación bizarra y onírica, pues tengo que compartir comentarios y discusiones con la que citaba a Umberto Ecco como quien cita la Biblia y con quien nos gritaba "¡estúpidos!" con aguda y estresante voz.
Esta primera charla la impartió el presidente de la fundación Manuel Buendía, Omar Raúl Martínez, cuya foto omito pues en el concierto de Garbage borré todo el material que tenía en el memory stick de la cyber shot con tal de sacar más fotos a la humanidad de mi amada Shirley, y dentro de esas aproximaciones a la filosofía del periodismo hubo algo que me llamó particularmente la atención, pues confirmaba una teoría que venía pensando yo hace tiempo: entre la mayéutica de este bato, se le ocurrió preguntar qué poder pesaba más en México y el mundo, si el político, el económico, el mediático, etcétera. Las respuestas fueron de lo más jaladas: algunos decían que ninguno, que era el narco; otros que el mediático, y otras fumadas que no recuerdo del todo. Finalmente la conclusión a la que se llegó fue que los poderes tienden a la simbiosis, a un poder económico que entra y domina el resto. Eso me recuerda algo que había venido pensando hace tiempo, que el poder no tiene membretes, que el poder es una entidad abstracta y más allá de los hombres, que el poder es un animal vivo que decide beneficiar a un político, a un empresario, lo que sea; el poder es poder lo mismo en política que en economía o en cualquier cosa. Sólo cambia de forma o de beneficiario en cada ámbito, pero el poder es poder, aunque su foto omito pues en el concierto de Garbage borré todo el material que tenía en el memory stick de la cyber shot con tal de sacar más fotos a la humanidad de mi amada Shirley.
El hecho sirvió también para reencontrarme con dos entes extraños que tenía poco más de cinco años de haber perdido de vista: las licenciadas Asención García Ochoa y Aracely Jiménez, cuyas fotos omito pues en el concierto de Garbage borré todo el material que tenía en el memory stick de la cyber shot con tal de sacar más fotos a la humanidad de mi amada Shirley.
La primera fue mi maestra de técnicas de la investigación, análisis de contenido y deontología (si omito algo, es un mecanismo defensivo de mi memoria) en mis mal queridos tiempos de estudiante universitario; la segunda si mal no recuerdo me dio lingüística o redacción aplicada.
Sin embargo, lo surreal del asunto viene en que ahora las tengo como compañeras de salón, ya no como catedráticas, una especie de alucinación bizarra y onírica, pues tengo que compartir comentarios y discusiones con la que citaba a Umberto Ecco como quien cita la Biblia y con quien nos gritaba "¡estúpidos!" con aguda y estresante voz.
Esta primera charla la impartió el presidente de la fundación Manuel Buendía, Omar Raúl Martínez, cuya foto omito pues en el concierto de Garbage borré todo el material que tenía en el memory stick de la cyber shot con tal de sacar más fotos a la humanidad de mi amada Shirley, y dentro de esas aproximaciones a la filosofía del periodismo hubo algo que me llamó particularmente la atención, pues confirmaba una teoría que venía pensando yo hace tiempo: entre la mayéutica de este bato, se le ocurrió preguntar qué poder pesaba más en México y el mundo, si el político, el económico, el mediático, etcétera. Las respuestas fueron de lo más jaladas: algunos decían que ninguno, que era el narco; otros que el mediático, y otras fumadas que no recuerdo del todo. Finalmente la conclusión a la que se llegó fue que los poderes tienden a la simbiosis, a un poder económico que entra y domina el resto. Eso me recuerda algo que había venido pensando hace tiempo, que el poder no tiene membretes, que el poder es una entidad abstracta y más allá de los hombres, que el poder es un animal vivo que decide beneficiar a un político, a un empresario, lo que sea; el poder es poder lo mismo en política que en economía o en cualquier cosa. Sólo cambia de forma o de beneficiario en cada ámbito, pero el poder es poder, aunque su foto omito pues en el concierto de Garbage borré todo el material que tenía en el memory stick de la cyber shot con tal de sacar más fotos a la humanidad de mi amada Shirley.
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