jueves, junio 29, 2006

"¡Votando que es gerundio!"

Votar. Decidir. Sufragar. Ejercer un derecho. Cumplir una obligación. Preocuparse por el futuro. Preparar el futuro de nuestros hijos. Tomar el timón del país. Desempeñar nuestra función como ciudadanos. Manifestar nuestra opinión. Llevar nuestro papel en el proceso democrático. Ser parte del cambio y del gobierno del pueblo. Decidir el rumbo del país... lo que sea.
Es raro que todos se pongan la camiseta ciudadana en estos días, no porque tenga algo de malo sino porque veo a buena parte de la gente cercana a mí realmente interesada más que en las campañas electorales (ese mal necesario que hace ver encantadoras a las sanguijuelas sobre la sangre molida en una pierna al borde de ser amputada), en el hecho de que la gente salga a votar y meta cada uno de esos papelitos con figuirtas en las cajas transparentes para que tal o cual chango ocupe un puesto de elección popular.
En 2000 voté, también en 2003, y en ambas ocasiones lo hice con un gesto de simpatía hacia mí mismo y hacia la historia que derivó en los procesos electorales como los conocemos hoy en día, pensando en el 94, en el 88 y así sucesivamente, pensando en lo afortunada que era mi generación y las sucesivas en haber nacido como ciudadanos ya con un IFE consolidado y una normativa electoral más o menos confiable (para muchos de mi generación nuestra primera elección votando fue la de Fox).
Sin embargo, con el tiempo el entusiasmo se fue debilitando por muchas razones, la principal fue las campañas vacías, los discursos inocuos, el hecho de que realmente nadie tiene idea de qué ofrecen esos tres changos que quieren ser prezzizzos.
Para cualquier periodista basta haber cubierto un proceso electoral o dos para saber que una cosa es lo que se promete, otra la que se pretende cumplir y otra la que la ley y las condiciones políticas le permiten a un presidente, por eso se que ni con Madrazo nos va a ir muy bien, que Felipe no es el presidente del empleo y que Andrés Manuel no es el Mesías ni un peligro para México.
Además, en 2005 me encabronó que el IFE y el Trife les dieran para atrás a las candidaturas independientes de Castañeda y el Dr. Simi, no por ser ellos (ambos me cagan) sino porque ahora es claro que quien quiera ser candidato a lo que sea, tiene que serlo mediante un partido político.
En fin, el hecho es que no veo nada para mi en los candidatos, no veo nada para mi en los partidos, no veo nada para mi en las propuestas. Y en realidad no veo nada para nadie.
Al diablo Madrazo, al diablo Felipe y al diablo el Señor López.
Chingado... Hasta en el futbol dejan nacionalizar extranjeros para mandarlos a la selección cuando de plano ven que los jugadores nacionales nada más no dan para un mundial (y así juegan como juegan, coño)
Quizá deberíamos nacionalizar a Koffi Annan, Lula, el presidente de Argentina, Zapatero y a ver a quien más, digo, no para que cada uno nos gobierno, sino para que compitan entre ellos.
No sería mala idea, piensen: cada partido político actuaría como equipo de futbol y habría un draft cada año, así, en vez de convenciones internas y esas jaladas más tamaleadas que el casco de Villa de Juárez (que ya no es villa), habría intercambio de lo mejor por lo mejor, y lo peorcito iría quedando fuera poco a poco. No sería mala idea, claro que no, pero mierda... En este país los cambios son siempre de oropel .
En tanto, el domingo tendré que ir a votar.

Preguntas

Gracias a la Nuga por publicar esta frase en su fotolog hace un par de días, leerla fue algo así como aterrizar lo que estaba pensando en ese momento a través de las palabras de alguien más, y claro, gracias al maestro Benedetti por haberlo escrito sabrá Dios cuándo, sin contar la cadena de casualidades que me llevó a encontrarlo. Salutes.

¨Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas". Mario Benedetti

domingo, junio 25, 2006

Reservoir Dogs



"Puedes esperar cualquier cosa de nosotros, excepto que seamos buenas personas", Silva dixit.

Diría el Max Torres, la imagen es un "Cavazos", pues la tomó Fabián Cavazos el día de la peda con motivo de un año más de ignominiosa vida de la Pato. A la izquierda un servidor, a la derecha el Silva, diciendo ambos alguna pendejada que no recuerdo.

lunes, junio 19, 2006

Mis letras

Es tanto el silencio que me duelen los oídos, es tanto mi silencio que me duele la garganta. No, no son paradojas baratas para salir del paso en estos días que la pluma se ha resistido a dejarse tomar.
Suspiro. Suspiro muchas veces en estos días que miro la pantalla sosteniendo un cigarrillo y mirando por la ventana cómo el cielo poco a poco se oscurece hasta llegar el ocaso ensangrentado y triste, la noche de cada uno de estos días que se parecen tanto a las noches de mis letras: insoportables, dolorosas, frustrantes porque no dan sosiego ni descanso, sólo el insomnio insufrible en que no hay borrachera ni letras. Nada. Sólo el ojo constantemente abierto, reseco e hinchado de tantas horas sin dormir, tan cansado que hasta la peor de las pesadillas es soportable con tal de pernoctar un par de horas, de minutos, lo que sea.
Estas letras que no son mis letras. Las letras de ese vacío donde no hay inspiración, donde no hay espacio, donde no hay aire. No hay nada. Estas letras son el escape a la presión vacía, al peso muerto, a la asfixia agobiante.
Y mis letras siguen ocultas como gato atropellado: aguardando en algún oscuro rincón el instante agónico para pedir ayuda, cuando el dolor sea insoportable y la peritonitis mortal, cuando pedir ayuda no sirva absolutamente de nada, salvo para pensar que al menos se intentó hacer algo... por inútil que fuera.

domingo, junio 11, 2006

El Cronocéfalo

Una bestia. Un animal. Una mala persona. Un remedo de sí mismo que mira su propia imagen de ojos hinchados y cara demacrada en el espejo. Sí… es él, ¿qué más da negarlo? En el fondo de todo la figura se repite en los dos espejos encontrados hasta el infinito, como una condena eterna a ser esa imagen patética y acabada, irremediablemente alejada de ese pasado de visión intermitente como una evocación irreal e inconstante. Repetida. Una y otra vez como latigazos, como flagelos, como insultos y escupitajos en el rostro. El. Lo que queda de él. Lo que es y lo que fue y lo que pudo haber sido, sudor en las axilas y el cabello desarreglado y maloliente. Todo punto por punto, loza por loza resquebrajándose como un puente vencido. Una sucesión interminable de sí. Hacia abajo. Hacia la nada. Hacia ese “nunca” que pronunció tantas veces cual si alimentara a un joven monstruo, el monstruo con el que ahora no puede lidiar y con quien tiene que convivir día con día… La bestia, el ente… Eso: El Cronocéfalo. Ese que se proyecta en los dos espejos encontrados en el cuarto de baño. Esa visión sucia y apestosa. Ese demonio que devoró su mente, que devoró su vida, que devoró su todo. Aun cuando debajo de la ropa, debajo de esa playera de algodón sucia y semitransparente por tantas lavadas permanece el tatuaje de la guerra. Sí… el tatuaje del símbolo bélico como cicatriz de viejas batallas, encuentros perdidos… derrota tras derrota… convertido ahora en el recuerdo imborrable del pasado… La imagen de la caída, la altura… el golpe… Nada. Porque ya no es él. Sólo queda el Cronocéfalo.
Y la furia en su mirada. La furia contra ese animal endemoniado de ojos enrojecidos y mirada penetrante. El que permanece a la espera porque no sabe hacer otra cosa que esperar. Permanecer y esperar con uñas sucias y fétido aliento. Con bostezos feroces y violenta modorra. Sus dientes. Sus lágrimas. Su boca seca y manos sudorosas. Y el fastidio… sobre todo el maldito fastidio porque por encima de todo, por encima de su acecho y de su mirada inquisidora, el Cronocéfalo sólo ataca de una manera: con la espera tediosa y su endiablada paciencia, la fatiga insidiosa y los ocasos interminables. Todo se va y todo se muere, primero lo sueños, después las personas, las cosas, la vida, el tiempo y hasta la modorra. Pero siempre el Cronocéfalo ataca. Siempre está ahí. Siempre muerde. Por encima de todo, por siempre y a pesar de sí mismo, el Cronocéfalo permanece y asesina lento, muy lento. Tan lento que cada embestida es imperceptible. Tan lento que su ataque parece indiferente… pero no lo es. La brutal monotonía. La brutal repetición. Día tras día tras día el Cronocéfalo se repite a sí mismo como un virus indolente. Inasible. Se multiplica y crece mientras abarca cada vértice de la vida, cada rincón. Por encima de todo y a pesar de todo el Cronocéfalo permanece.

Antonio Argüello
7 de mayo de 2006

domingo, junio 04, 2006

Limpieza y remodelación

La verdad es que no tengo ni la más puta idea de qué escribir hoy, pero ya me había cansado de esta ausencia. Me decía Sylvia hace un par de semanas que a ver si no se me oxidaba la pluma y se me escapaban las letras. No lo creo. Ya alguna vez he dejado de escribir por espacios mucho más prolongados. Además, no creo deberle nada al blog, tomando en cuenta que lo tengo para ejercitar y liberar algunas ideas de vez en cuando. No estoy seguro, quizá la pluma no se oxida pero sí cuesta algo retomar el ritmo, más siendo un domingo a medio día en que muero de hambre y me frustra traer puras notas bien pinches, como cada domingo sucede.
Hay cosas que quisiera encontrar escribiendo, pero siempre he sabido que esto no es algo que dé respuestas, y como alguna vez escribí, acaso genera nuevas preguntas.
Hace falta poner algo de orden. Me voy un mes y encuentro un tiradero bárbaro... Chingado, con la hueva que me da lavar el baño.
Estoy muy pinche aburrido. Tomaré la escoba y el trapeador y a limpiar el esombro tras un mes de trabajo de obra en mi cabeza. Quizá me ponga delantal y un paliacate en la cabeza como Lis Aguilar en "Que te ha dado esa mujer", pero sin cantar "Rancho Alegre". Salutes, I'm back.

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Okey, sí, me la mamé... Casi un mes de ausencia pero la ausencia no fue sólo de aqui. Digamos que anduve en un autoexilio mental para poner algunas cosas en claro. Una vez de vuelta, que siga esta cosa.