"¡Votando que es gerundio!"
Votar. Decidir. Sufragar. Ejercer un derecho. Cumplir una obligación. Preocuparse por el futuro. Preparar el futuro de nuestros hijos. Tomar el timón del país. Desempeñar nuestra función como ciudadanos. Manifestar nuestra opinión. Llevar nuestro papel en el proceso democrático. Ser parte del cambio y del gobierno del pueblo. Decidir el rumbo del país... lo que sea.
Es raro que todos se pongan la camiseta ciudadana en estos días, no porque tenga algo de malo sino porque veo a buena parte de la gente cercana a mí realmente interesada más que en las campañas electorales (ese mal necesario que hace ver encantadoras a las sanguijuelas sobre la sangre molida en una pierna al borde de ser amputada), en el hecho de que la gente salga a votar y meta cada uno de esos papelitos con figuirtas en las cajas transparentes para que tal o cual chango ocupe un puesto de elección popular.
En 2000 voté, también en 2003, y en ambas ocasiones lo hice con un gesto de simpatía hacia mí mismo y hacia la historia que derivó en los procesos electorales como los conocemos hoy en día, pensando en el 94, en el 88 y así sucesivamente, pensando en lo afortunada que era mi generación y las sucesivas en haber nacido como ciudadanos ya con un IFE consolidado y una normativa electoral más o menos confiable (para muchos de mi generación nuestra primera elección votando fue la de Fox).
Sin embargo, con el tiempo el entusiasmo se fue debilitando por muchas razones, la principal fue las campañas vacías, los discursos inocuos, el hecho de que realmente nadie tiene idea de qué ofrecen esos tres changos que quieren ser prezzizzos.
Para cualquier periodista basta haber cubierto un proceso electoral o dos para saber que una cosa es lo que se promete, otra la que se pretende cumplir y otra la que la ley y las condiciones políticas le permiten a un presidente, por eso se que ni con Madrazo nos va a ir muy bien, que Felipe no es el presidente del empleo y que Andrés Manuel no es el Mesías ni un peligro para México.
Además, en 2005 me encabronó que el IFE y el Trife les dieran para atrás a las candidaturas independientes de Castañeda y el Dr. Simi, no por ser ellos (ambos me cagan) sino porque ahora es claro que quien quiera ser candidato a lo que sea, tiene que serlo mediante un partido político.
En fin, el hecho es que no veo nada para mi en los candidatos, no veo nada para mi en los partidos, no veo nada para mi en las propuestas. Y en realidad no veo nada para nadie.
Al diablo Madrazo, al diablo Felipe y al diablo el Señor López.
Chingado... Hasta en el futbol dejan nacionalizar extranjeros para mandarlos a la selección cuando de plano ven que los jugadores nacionales nada más no dan para un mundial (y así juegan como juegan, coño)
Quizá deberíamos nacionalizar a Koffi Annan, Lula, el presidente de Argentina, Zapatero y a ver a quien más, digo, no para que cada uno nos gobierno, sino para que compitan entre ellos.
No sería mala idea, piensen: cada partido político actuaría como equipo de futbol y habría un draft cada año, así, en vez de convenciones internas y esas jaladas más tamaleadas que el casco de Villa de Juárez (que ya no es villa), habría intercambio de lo mejor por lo mejor, y lo peorcito iría quedando fuera poco a poco. No sería mala idea, claro que no, pero mierda... En este país los cambios son siempre de oropel .
En tanto, el domingo tendré que ir a votar.
Es raro que todos se pongan la camiseta ciudadana en estos días, no porque tenga algo de malo sino porque veo a buena parte de la gente cercana a mí realmente interesada más que en las campañas electorales (ese mal necesario que hace ver encantadoras a las sanguijuelas sobre la sangre molida en una pierna al borde de ser amputada), en el hecho de que la gente salga a votar y meta cada uno de esos papelitos con figuirtas en las cajas transparentes para que tal o cual chango ocupe un puesto de elección popular.
En 2000 voté, también en 2003, y en ambas ocasiones lo hice con un gesto de simpatía hacia mí mismo y hacia la historia que derivó en los procesos electorales como los conocemos hoy en día, pensando en el 94, en el 88 y así sucesivamente, pensando en lo afortunada que era mi generación y las sucesivas en haber nacido como ciudadanos ya con un IFE consolidado y una normativa electoral más o menos confiable (para muchos de mi generación nuestra primera elección votando fue la de Fox).
Sin embargo, con el tiempo el entusiasmo se fue debilitando por muchas razones, la principal fue las campañas vacías, los discursos inocuos, el hecho de que realmente nadie tiene idea de qué ofrecen esos tres changos que quieren ser prezzizzos.
Para cualquier periodista basta haber cubierto un proceso electoral o dos para saber que una cosa es lo que se promete, otra la que se pretende cumplir y otra la que la ley y las condiciones políticas le permiten a un presidente, por eso se que ni con Madrazo nos va a ir muy bien, que Felipe no es el presidente del empleo y que Andrés Manuel no es el Mesías ni un peligro para México.
Además, en 2005 me encabronó que el IFE y el Trife les dieran para atrás a las candidaturas independientes de Castañeda y el Dr. Simi, no por ser ellos (ambos me cagan) sino porque ahora es claro que quien quiera ser candidato a lo que sea, tiene que serlo mediante un partido político.
En fin, el hecho es que no veo nada para mi en los candidatos, no veo nada para mi en los partidos, no veo nada para mi en las propuestas. Y en realidad no veo nada para nadie.
Al diablo Madrazo, al diablo Felipe y al diablo el Señor López.
Chingado... Hasta en el futbol dejan nacionalizar extranjeros para mandarlos a la selección cuando de plano ven que los jugadores nacionales nada más no dan para un mundial (y así juegan como juegan, coño)
Quizá deberíamos nacionalizar a Koffi Annan, Lula, el presidente de Argentina, Zapatero y a ver a quien más, digo, no para que cada uno nos gobierno, sino para que compitan entre ellos.
No sería mala idea, piensen: cada partido político actuaría como equipo de futbol y habría un draft cada año, así, en vez de convenciones internas y esas jaladas más tamaleadas que el casco de Villa de Juárez (que ya no es villa), habría intercambio de lo mejor por lo mejor, y lo peorcito iría quedando fuera poco a poco. No sería mala idea, claro que no, pero mierda... En este país los cambios son siempre de oropel .
En tanto, el domingo tendré que ir a votar.
5 Comments:
Cómo?? Ninguno te convenció de sus rollos con todo lo que gastaron en sus campañas??
Yo también iré a votar sin convencimiento de los candidatos.
si te toca rondar por la super carpa no habrá más que compartir un par de cigarritos jaja
Siento deciros, estimada Pato, que me bastará sacar la mano por la ventanilla de la unidad de Milenio que tendré asignada para pizcar naranjas, pues me tocaron las tierras de Napoleón Nevarez, Sócrates Rizzo y Brígido Aguilar... The citric zone..
Insisto wey, algo te quiso decir el Sepu al aceptar que te mandaran allá.
A votar se ha dicho. Espero que para este punto Sr. Aguello no deje para mañana lo que debe hacer HOY. Que se divierta con los naranjos (no con los naranjeros).
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