Mis letras
Es tanto el silencio que me duelen los oídos, es tanto mi silencio que me duele la garganta. No, no son paradojas baratas para salir del paso en estos días que la pluma se ha resistido a dejarse tomar.
Suspiro. Suspiro muchas veces en estos días que miro la pantalla sosteniendo un cigarrillo y mirando por la ventana cómo el cielo poco a poco se oscurece hasta llegar el ocaso ensangrentado y triste, la noche de cada uno de estos días que se parecen tanto a las noches de mis letras: insoportables, dolorosas, frustrantes porque no dan sosiego ni descanso, sólo el insomnio insufrible en que no hay borrachera ni letras. Nada. Sólo el ojo constantemente abierto, reseco e hinchado de tantas horas sin dormir, tan cansado que hasta la peor de las pesadillas es soportable con tal de pernoctar un par de horas, de minutos, lo que sea.
Estas letras que no son mis letras. Las letras de ese vacío donde no hay inspiración, donde no hay espacio, donde no hay aire. No hay nada. Estas letras son el escape a la presión vacía, al peso muerto, a la asfixia agobiante.
Y mis letras siguen ocultas como gato atropellado: aguardando en algún oscuro rincón el instante agónico para pedir ayuda, cuando el dolor sea insoportable y la peritonitis mortal, cuando pedir ayuda no sirva absolutamente de nada, salvo para pensar que al menos se intentó hacer algo... por inútil que fuera.
Suspiro. Suspiro muchas veces en estos días que miro la pantalla sosteniendo un cigarrillo y mirando por la ventana cómo el cielo poco a poco se oscurece hasta llegar el ocaso ensangrentado y triste, la noche de cada uno de estos días que se parecen tanto a las noches de mis letras: insoportables, dolorosas, frustrantes porque no dan sosiego ni descanso, sólo el insomnio insufrible en que no hay borrachera ni letras. Nada. Sólo el ojo constantemente abierto, reseco e hinchado de tantas horas sin dormir, tan cansado que hasta la peor de las pesadillas es soportable con tal de pernoctar un par de horas, de minutos, lo que sea.
Estas letras que no son mis letras. Las letras de ese vacío donde no hay inspiración, donde no hay espacio, donde no hay aire. No hay nada. Estas letras son el escape a la presión vacía, al peso muerto, a la asfixia agobiante.
Y mis letras siguen ocultas como gato atropellado: aguardando en algún oscuro rincón el instante agónico para pedir ayuda, cuando el dolor sea insoportable y la peritonitis mortal, cuando pedir ayuda no sirva absolutamente de nada, salvo para pensar que al menos se intentó hacer algo... por inútil que fuera.
4 Comments:
La oscuridad puede ser enemiga o aliada, creo yo que en esta ocasión fue tu aliada ya que tus letras ocultas tienen mucha fuerza... logras transmitir tu frustración y tu enojo por no poder trabajar, por un silencio involuntario...
ten paciencia. La noche de San Juan se acerca. Cosas interesantes y aparentemente inexplicables pueden pasar...y por piedad Argüello, no me saludes en el trabajo con ese "hola chiquilla" porque a la próxima te albureo,(me mordí la lengua para no soltar esa guarrada en público) jajajaja.
A ver le vas a decir: "chiquilla tienes la reatilla" o que cosa puede ser tan guarra, vamos estamos entre adultos muy cochinotes.
Asi juegan las letras con uno... pero ya llegarán.
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