Long, long time ago...
Okey, exhibo un artefacto encontrado en mi Museo de Historia Natural en la más emplovada área de la egoteca. Escribí esto cuando estaba en tercer o cuarto semestre de la carrera, es el texto al que se refiere mi muy estimado Fabián en el C-Box. Si la memoria no me falla debió ser entonces hace unos ocho años, allá por el 98, tenía como 18 o 19 años. Ahora que le echo un ojo muy por encimita veo que aun no conjugaba bien algunos verbos, que no aprovechaba al cien por ciento las posibilidades de los tiempos compuestos y que aun encasillaba demasiado a los personajes (aunque eso es algo que logré superar hasta hace relativamente poco). En cierta manera es un cuento muy inocente por el manejo de psicologías: buenos y malos, como en aventurita de Pipo. Además, comparte el pecado que tenían todos mis cuentos entonces y que era no tener nada más que la historia, no había otro trasfondo, no decía nada entre líneas, no había nada más allá que una historia que podía ser buena o mala. Por cierto, la estructura la manejé así porque acababa de leer "La hojarasca" del sempiego Gabo, un experimento con la novedad. Anyway, en su momento me gustó mucho y con el tiempo obviamente le encontré defectos que no significaban otra cosa que el hecho de estar mejorando mi estándar (espero).
Amistad
-Pobre Jonás... - Susurro mientras contemplamos el cuerpo tirado boca arriba en la bodega. Los tres estamos estáticos contemplando el cadáver de nuestro amigo. No hay palabras para explicar lo que sentimos, después de todo, ¿Qué se puede decir mientras se ve el cadáver de un compañero de toda la vida? ¿ “Oh, está bien, murió; vamos a tomar un café”? Intento decir algo mas pero no me sale. La voz se me quiebra y una lágrima se me escapa por los ojos sin poderlo evitar, ¿cómo hacerlo? ¡Este hombre era mi amigo, casi mi hermano! Sería estúpido tratar de mantener la cordura en un momento así. Intento decir algo. -Pobre Jonás, Po...- La voz se me quiebra, viéndome imposibilitado para decir alguna otra frase un poco mas imaginativa, de por sí no tengo en este momento capacidad creativa, ahora sólo faltaba que la garganta no me respondiera. Ya no me da para mas, el dolor me impide articular palabra. Y pensar que justo ayer estábamos lo cuatro riendo sentados en una mesa de café, juntos como hermanos, como amigos. Ese café será recordado por siempre por los tres que quedamos: nuestro último café juntos los cuatro, los cuatro amigos.
Se me escapa otra lágrima y con ella un leve gemido de dolor. Claudia, que estaba frente a mi y a la derecha de Jonás, me mira levantando la mirada al escucharlo. Sonríe levemente y luego vuelve a la seriedad, como sintiéndose reconfortada por no ser la única que sufre por Jonás. Ella sí que debe de ser desdichada. Ella no sólo tiene frente a sí el cadáver de un viejo amigo, sino el de el hombre de su vida, la persona con quien uniría su vida en dos semanas. Creo que tendrá que vender su vestido de novia o casarse con alguien más, pero lo dudo, después de haber amado como lo amó a él, ya no puede volverlo a hacer de la misma forma, el amor se encuentra una sola vez en la vida y nunca más, y aunque ambos cometieron un error, sé que no los hubiera separado. Pero el hubiera no existe. Lástima de vida. Pero hay que ver la fuerza que tiene Claudia. Su amado está tirado en el piso, muerto, y ella no ha derramado ni una sola lágrima, sus ojo brillan intensamente por el dolor contenido, pero se lo traga. No lo deja salir. Primero brotaron mis lágrimas, y ella está firme como un roble. No cualquiera tiene ese control.
Carlos se ve tranquilo. Tampoco dice nada. Su mirada permanece fija en el cuerpo de Jonás. Nunca lo vi tan serio. Sus ojos brillan como los de Claudia, seguramente también por las lágrimas atrapadas. Las manos le tiemblan. Su mirada es la de un muerto, casi puedo asegurar que puede pasarle por en frente un OVNI con Elvis Presley desnudo bailando Can-Can y no lo notaría, y es que esto es algo que nos ha conmosionado a todos, nuestra vida definitivamente nunca volverá a ser la misma, así como nosotros mismos. Me pregunto si algún día lo superaremos, no lo sé, sólo sé que si lo hacemos será juntos apoyándonos el uno al otro, hasta olvidar y dejarlo todo atrás.
Algo le pasa a Claudia, se ve mareada, su piel se puso pálida repentinamente, se llevó la mano al rostro y se talla los ojos. Es natural. Con un golpe como éste a cualquiera le pasaría algo así, además de que el calor que se siente es bastante fuerte y su salud obviamente no es muy estable. Carlos no lo nota, sigue con la mirada perdida. -¿Quieres agua, Claudia?- Pregunté. -No, gracias. Estoy bien.- Contestó con voz exhausta es medio del mareo y el sudor en su cuerpo.
Aún nadie ha dicho qué vamos a hacer; llamar a la policía, llevarlo al hospital, ir por una ambulancia o pedir ayuda. No tenemos idea de qué hacer. Pero eso no es importante, al fin y al cabo estamos juntos y nada pasará.
Claudia se ve peor, me preocupa que algo le pase. Habrá que cuidarla muy bien en los próximos días, no vaya a hacer alguna idiotez. Su mirada se va alejando cada vez mas, le tiemblan las manos y las piernas, su cara está empapada de sudor y... -¡Claudia!-.
Cayó desmayada.
-------------------------
-Pobre Jonás... - Susurra Dante. Lamento en lo mas hondo de mi ser no poder compartir ese sentimiento de pena con el. Tal vez pareceré un miserable pero así es, incluso, casi puedo decir que me da alegría la muerte de este hijo de puta. ¡Dios! ¿Qué estas diciendo, Carlos? No puedo creer que sea tan maldito, pero no puedo evitarlo; este desgraciado embarazó a la mujer que amo y no puedo evitar pensar así. Mis pensamientos me traicionan. El destino está encariñado contigo, hijo de puta, no tendrás que casarte con Claudia. Escogiste el momento preciso para morirte. Perro. Ojalá te estés pudriendo en el infierno. No tenías derecho a morir, maldito. No tenías derecho a dejar a Claudia sola. ¡No tenías derecho ni siquiera a mirarla, bastardo! Pero ya no puedo hacer nada, lo hecho hecho está, y sólo queda continuar. Las manos me tiemblan por la rabia de tu partida, desgraciado. Tu deber era cuidar de tu mujer, y la dejas ahora sola...
-Pobre Jonás, Po...
Pinche Jonás, merecías morir, pero Claudia no merecía que murieras, pues por más malnacido que eras, ella te amaba y estoy seguro de que te sigue amando, ya más con ese hijo tuyo que lleva dentro. Cobarde. Y pensar que llegué a confiar en ti, en que ibas a darle la protección que yo no podría, que ibas a amarla y cuidarla, y en vez de eso te da un ataque de asma. Incluso ayer reía yo de tus chistes en ese café, ese maldito café que recordaré por siempre como la última noche con un perro. Te previne de tu asma, que fueras a un hospital porque ya estabas mal, que dejaras de fumar y de tomar, que no te esforzaras demasiado; mas nunca entendiste y prácticamente tu causaste tu muerte. Y tu sabías tu estado, sabías que morirías si seguías con ese estilo de vida, que tus pulmones no lo soportarían. Tu te suicidaste.
Escuché algo a lo lejos, un gemido al parecer, probablemente del maricón de Dante. ¡Pobre imbécil! Seguro ahora está pensando en lo bueno que eras y en lo cruel que fue la vida contigo, que ese ataque de asma no fue mas que una mala jugada de Dios hacia ti, pero no, a mi no me engañas, la mala jugada fue tuya no de Dios, ahora debes estar riéndote de nosotros entre lo demonios. Eres un cabrón, eres todo un cabrón. No se cómo se pudo enamorar de ti una persona como Claudia, una mujer tan tierna, tan inocente, tan pura y tu puro cabrón. Pero ella es fuerte, se mantiene firme frente a tu cuerpo inerte. No hay lágrimas, sólo una lúgubre seriedad. Sin embargo se ve cansada y mareada, probablemente por el embarazo, está algo pálida, tiene la mirada perdida y está sudando a chorros; probablemente debe ser la impresión de haberte encontrado ahí tirado, lo bueno fue que Dante llegó primero a la bodega, y alcanzó a preparar a Claudia. No soltó ni un grito, ni una lágrima, ni un sollozo, únicamente se perdió en esa misma seriedad en la que se encuentra ahora.
-¿Quieres agua, Claudia-. Se escuchó la voz de Dante a lo lejos, la verdad no le puse atención. Nunca lo hice.
Ahora Claudia sí me preocupa, su mirada está casi desvanecida, ausente. Podría decir que está a punto del desmayo. Se tambalea, se lleva las manos al rostro y...
-¡Claudia!
Cayó desmayada.
-------------------------
-Pobre Jonás-. Dijo Dante. Ese sí que es un pendejo. Santo, puro e inocente. No se da cuenta de lo que pasa, tal y como siempre sucede. Su mirada es triste y mansa, como la de un perrito moribundo que acaba de ser atropellado, puedo ver el dolor en sus ojos, realmente extraña a su amigo. La verdad no sé por qué, o más bien, sí se; el era el único que le daba atención, que lo escuchaba y casi puedo decir que hasta lo estimaba. No me extrañaría que alguna vez se lo haya tirado. Pobre tonto.
En fin mi estimado Jonás, aquí estamos. Juntos por última vez. No estaba segura de que resultaría, pero parece que todo salió a la perfección. Por fin pusiste la cuenta del banco a nombre de los dos, pero en caso de que uno muera, la fortuna pasa a nombre del otro. Es una lástima que murieras tú primero, tendré que quedarme la fortuna que tenías guardada en secreto par nuestro matrimonio y el bebé que llevo dentro, perdonarás, pero no puedo permitir que semejante cantidad se gaste en pagar idioteces, mantener niños, comprar casa, automóvil familiar y muchas otros deprimentes implementos; mejor lo gasto yo a mi manera, ¿para que vivir bien de por vida contigo si puedo vivir excelente de por vida sola? Lo siento, así son las cosas. Fue una gran idea inventarte que estaba embarazada para adelantar el matrimonio y el cambio de nombre en la cuenta, sabía que no te acobardarías con un niño de por medio.
En cuanto a este par de idiotas, están que no se la acaban. Dante, como ya dije, está a punto de romper en llanto, lanza un gemido y no puedo evitar una sonrisa, poco mas y lanzo la carcajada, pero debo controlarme. Carlos tiene cara de querer resucitarte y matarte de nuevo.
El truco del ataque de asma fue genial. Hace un par de días me dijiste que tu enfermedad se estaba poniendo grave, pero tu vicio del cigarro fue mas fuerte que tu voluntad. Sí, ya lo se. Un montón de cigarrillos no matan a nadie tan rápido, ahí entré yo. Ayer, mientras tomábamos el café con estos idiotas, puse en tu taza una pequeña dosis de cierta sustancia bastante venenosa, que aunque no produce efectos similares a los del asma, sí son fulminantes, de cualquier manera Dante y Carlos no distinguen entre asma y sarampión, así que cualquier cosa que les hubiera dicho que te pasó se la tragarían, pero no fue necesario, eso me quita un peso de encima, además, después de 24 horas de ingerida, la sustancia es indetectable. ¿Quién te manda adoptar mi hábito de tomar el café negro? De haberle puesto un poco de crema todo se hubiese arreglado para ti, el veneno se habría hecho visible. Ese café será recordado como la antesala de mi triunfo. ¡Ay...! Me mareé de repente.
Lo que me extraña es que haya hecho efecto tan rápido. Según mis cálculos, para cuando nosotros llegáramos hasta aquí, estarías aún vivo y morirías frente a nosotros, pero no fue así, ya estabas muerto cuando llegamos. Mejor para mi, así no habrá sospechas de que los síntomas no son de un ataque de asma.
Me siento un poco mal. La mirada se me nubla a momentos. El cuerpo me pesa y tengo demasiado calor. Podría desnudarme aquí mismo pero la verdad no tengo fuerza, me siento terriblemente débil. -¿Quieres agua, Claudia?- Dijo Dante. -No, gracias-. Contesté. No quiero nada de ti, imbécil. No necesito ya de nada ni de nadie, sólo mi fortuna.
Me siento peor. La cabeza me duele, el piso me da vueltas, no me puedo sostener, se me nubla el panorama, veo todo negro y...
-------------------------
-Pobre Jonás-. Dijo Dante, según escuché. La verdad pudo haber sido Carlos quien lo dijo pero lo dudo mucho, el jamás sentiría compasión por mi. Es una lástima que aún me odie por haber amado a Claudia, por no haber entendido que en el amor no se tiene control de uno mismo y mucho menos de la otra parte. Espero que algún día me llegue a perdonar, aunque la amistad se perdió para siempre, si es que alguna vez la huvo. Me pregunto qué es lo que nos lleva a romper los lazos, ¿la avaricia?, ¿el poder?, ¿el amor? No tengo idea de qué nos obliga a hacer tantas idioteces, a perder momentos tan bellos y trascendentes por algún deseo sin mayor importancia que su propia existencia. Supongo que lo que sostiene a una relación de cualquier tipo es la confianza, si no hay confianza , todo se lo llevó el diablo. Mírenme a mi. Tirado en medio de estos tres sin poder hacer nada. Es increíble hasta dónde nos lleva el confiar en la persona equivocada, damos todo por ella y nos clavan el puñal por la espalda.
-Pobre Jonás, Po...-. Esa debió de ser de nuevo la voz de Dante, es al único que se le quebraría el habla por mi. Pobre hombre. Definitivamente es el más confiable de los cuatro y es a quien nadie quiere, tanto Claudia como Carlos viven en la hipocresía con él; eso sí es ser despreciable. No protesto por las críticas, ni los insultos en la cara, no digo nada acerca de las miradas asesinas ni de ningún otro detalle; lo único que detesto es la doble cara, el alabarte por fuera y maldecirte por dentro, acariciarte el rostro y darte con la espada al voltearte, eso, sí es ser realmente despreciable.
Se escuchó ahora un gemido, no digo de quién creo que es porque no tiene caso.
Claudia, es una pena que termináramos así. Uno vivo y otro muerto. Déjame decirte que realmente estaba ansioso de casarme contigo, pero ya no podrá ser. Una dimensión estará de por medio, además de que el amor jamás existió de tu parte. Eso me pone muy triste y sin ganas de seguir adelante, pero debo seguir, vaya a donde vaya ahora. No voy a mentirte. Te amo y me duele que me hayas traicionado de esa manera, y peor aún, por dinero. Por la maldita fortuna que tenía en el banco decidiste acabar con mi vida. Perra. ¿Sabes? Estoy seguro de que el amor y el odio son la misma cosa: ambos duelen, ambos apasionan y atrapan, implican dos personas y pueden crear llagas en el alma. Sólo tenemos que enfocar nuestra pasión a una cosa o a la otra. Es por eso que del odio al amor hay sólo un paso, y viceversa.
No te entiendo. No alcanzo a comprender por qué era tan importante el maldito dinero, de cualquier manera iba a ser tuyo, ¿Pero por qué acabar conmigo? ¿Por qué no simplemente robarlo? Yo sé porque. Porque eres avara, desgraciadísima hija de puta, y no querías compartirlo con nadie, ni siquiera conmigo.
¿Te digo un secreto? Hace un par de semanas fui con tu ginecólogo a preguntar cómo iba la gestación de nuestro hijo, ¿sabes qué me dijo? ¡Que no había niño! ¡Que me estuviste viendo la cara de imbécil! En un principio no dije nada, supuse que querías adelantar la boda. Estaba bien. Pero cuando comenzaste a presionarme para poner el dinero a tu nombre comencé a sospechar. Durante seis días te estuve siguiendo. Me reporté enfermo en el trabajo y fue pan comido. No hiciste nada fuera de lo común, excepto ir a un laboratorio extraño a comprar una sustancia altamente venenosa, me lo dijo el empleado. No creí que fuera para mi, como nunca tienes detalles conmigo...
Pero en el café cometiste un error, mi amor. Hiciste todo excelente, pasaste totalmente desapercibida, te juro que no me di cuenta de nada, vaciaste el tubo con el veneno en mi café sin que nadie lo notara, pero al momento en que iba a beberlo, vi unas manchas de líquido verde en el plato sobre el cual estaba la taza. Tuve que fingir que bebía. Finalmente, te levantaste un momento al baño y sigilosamente cambié las tazas tuya y mía. ¿Quién te manda tomar el café negro también?
Supongo que sabes lo que eso significa. -¿Quieres agua, Caludia?-. Sí, ya sabes lo que significa. -No, gracias-. La muerte ronda en este cuarto, y no es por este hombre tirado que respira lentamente para que parezca que no lo hace, es para recordar los días de Judas, en que lo traidores eran castigados.
Se escuchó el sonido de un bulto contra el piso.
Cayó muerta.
Amistad
-Pobre Jonás... - Susurro mientras contemplamos el cuerpo tirado boca arriba en la bodega. Los tres estamos estáticos contemplando el cadáver de nuestro amigo. No hay palabras para explicar lo que sentimos, después de todo, ¿Qué se puede decir mientras se ve el cadáver de un compañero de toda la vida? ¿ “Oh, está bien, murió; vamos a tomar un café”? Intento decir algo mas pero no me sale. La voz se me quiebra y una lágrima se me escapa por los ojos sin poderlo evitar, ¿cómo hacerlo? ¡Este hombre era mi amigo, casi mi hermano! Sería estúpido tratar de mantener la cordura en un momento así. Intento decir algo. -Pobre Jonás, Po...- La voz se me quiebra, viéndome imposibilitado para decir alguna otra frase un poco mas imaginativa, de por sí no tengo en este momento capacidad creativa, ahora sólo faltaba que la garganta no me respondiera. Ya no me da para mas, el dolor me impide articular palabra. Y pensar que justo ayer estábamos lo cuatro riendo sentados en una mesa de café, juntos como hermanos, como amigos. Ese café será recordado por siempre por los tres que quedamos: nuestro último café juntos los cuatro, los cuatro amigos.
Se me escapa otra lágrima y con ella un leve gemido de dolor. Claudia, que estaba frente a mi y a la derecha de Jonás, me mira levantando la mirada al escucharlo. Sonríe levemente y luego vuelve a la seriedad, como sintiéndose reconfortada por no ser la única que sufre por Jonás. Ella sí que debe de ser desdichada. Ella no sólo tiene frente a sí el cadáver de un viejo amigo, sino el de el hombre de su vida, la persona con quien uniría su vida en dos semanas. Creo que tendrá que vender su vestido de novia o casarse con alguien más, pero lo dudo, después de haber amado como lo amó a él, ya no puede volverlo a hacer de la misma forma, el amor se encuentra una sola vez en la vida y nunca más, y aunque ambos cometieron un error, sé que no los hubiera separado. Pero el hubiera no existe. Lástima de vida. Pero hay que ver la fuerza que tiene Claudia. Su amado está tirado en el piso, muerto, y ella no ha derramado ni una sola lágrima, sus ojo brillan intensamente por el dolor contenido, pero se lo traga. No lo deja salir. Primero brotaron mis lágrimas, y ella está firme como un roble. No cualquiera tiene ese control.
Carlos se ve tranquilo. Tampoco dice nada. Su mirada permanece fija en el cuerpo de Jonás. Nunca lo vi tan serio. Sus ojos brillan como los de Claudia, seguramente también por las lágrimas atrapadas. Las manos le tiemblan. Su mirada es la de un muerto, casi puedo asegurar que puede pasarle por en frente un OVNI con Elvis Presley desnudo bailando Can-Can y no lo notaría, y es que esto es algo que nos ha conmosionado a todos, nuestra vida definitivamente nunca volverá a ser la misma, así como nosotros mismos. Me pregunto si algún día lo superaremos, no lo sé, sólo sé que si lo hacemos será juntos apoyándonos el uno al otro, hasta olvidar y dejarlo todo atrás.
Algo le pasa a Claudia, se ve mareada, su piel se puso pálida repentinamente, se llevó la mano al rostro y se talla los ojos. Es natural. Con un golpe como éste a cualquiera le pasaría algo así, además de que el calor que se siente es bastante fuerte y su salud obviamente no es muy estable. Carlos no lo nota, sigue con la mirada perdida. -¿Quieres agua, Claudia?- Pregunté. -No, gracias. Estoy bien.- Contestó con voz exhausta es medio del mareo y el sudor en su cuerpo.
Aún nadie ha dicho qué vamos a hacer; llamar a la policía, llevarlo al hospital, ir por una ambulancia o pedir ayuda. No tenemos idea de qué hacer. Pero eso no es importante, al fin y al cabo estamos juntos y nada pasará.
Claudia se ve peor, me preocupa que algo le pase. Habrá que cuidarla muy bien en los próximos días, no vaya a hacer alguna idiotez. Su mirada se va alejando cada vez mas, le tiemblan las manos y las piernas, su cara está empapada de sudor y... -¡Claudia!-.
Cayó desmayada.
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-Pobre Jonás... - Susurra Dante. Lamento en lo mas hondo de mi ser no poder compartir ese sentimiento de pena con el. Tal vez pareceré un miserable pero así es, incluso, casi puedo decir que me da alegría la muerte de este hijo de puta. ¡Dios! ¿Qué estas diciendo, Carlos? No puedo creer que sea tan maldito, pero no puedo evitarlo; este desgraciado embarazó a la mujer que amo y no puedo evitar pensar así. Mis pensamientos me traicionan. El destino está encariñado contigo, hijo de puta, no tendrás que casarte con Claudia. Escogiste el momento preciso para morirte. Perro. Ojalá te estés pudriendo en el infierno. No tenías derecho a morir, maldito. No tenías derecho a dejar a Claudia sola. ¡No tenías derecho ni siquiera a mirarla, bastardo! Pero ya no puedo hacer nada, lo hecho hecho está, y sólo queda continuar. Las manos me tiemblan por la rabia de tu partida, desgraciado. Tu deber era cuidar de tu mujer, y la dejas ahora sola...
-Pobre Jonás, Po...
Pinche Jonás, merecías morir, pero Claudia no merecía que murieras, pues por más malnacido que eras, ella te amaba y estoy seguro de que te sigue amando, ya más con ese hijo tuyo que lleva dentro. Cobarde. Y pensar que llegué a confiar en ti, en que ibas a darle la protección que yo no podría, que ibas a amarla y cuidarla, y en vez de eso te da un ataque de asma. Incluso ayer reía yo de tus chistes en ese café, ese maldito café que recordaré por siempre como la última noche con un perro. Te previne de tu asma, que fueras a un hospital porque ya estabas mal, que dejaras de fumar y de tomar, que no te esforzaras demasiado; mas nunca entendiste y prácticamente tu causaste tu muerte. Y tu sabías tu estado, sabías que morirías si seguías con ese estilo de vida, que tus pulmones no lo soportarían. Tu te suicidaste.
Escuché algo a lo lejos, un gemido al parecer, probablemente del maricón de Dante. ¡Pobre imbécil! Seguro ahora está pensando en lo bueno que eras y en lo cruel que fue la vida contigo, que ese ataque de asma no fue mas que una mala jugada de Dios hacia ti, pero no, a mi no me engañas, la mala jugada fue tuya no de Dios, ahora debes estar riéndote de nosotros entre lo demonios. Eres un cabrón, eres todo un cabrón. No se cómo se pudo enamorar de ti una persona como Claudia, una mujer tan tierna, tan inocente, tan pura y tu puro cabrón. Pero ella es fuerte, se mantiene firme frente a tu cuerpo inerte. No hay lágrimas, sólo una lúgubre seriedad. Sin embargo se ve cansada y mareada, probablemente por el embarazo, está algo pálida, tiene la mirada perdida y está sudando a chorros; probablemente debe ser la impresión de haberte encontrado ahí tirado, lo bueno fue que Dante llegó primero a la bodega, y alcanzó a preparar a Claudia. No soltó ni un grito, ni una lágrima, ni un sollozo, únicamente se perdió en esa misma seriedad en la que se encuentra ahora.
-¿Quieres agua, Claudia-. Se escuchó la voz de Dante a lo lejos, la verdad no le puse atención. Nunca lo hice.
Ahora Claudia sí me preocupa, su mirada está casi desvanecida, ausente. Podría decir que está a punto del desmayo. Se tambalea, se lleva las manos al rostro y...
-¡Claudia!
Cayó desmayada.
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-Pobre Jonás-. Dijo Dante. Ese sí que es un pendejo. Santo, puro e inocente. No se da cuenta de lo que pasa, tal y como siempre sucede. Su mirada es triste y mansa, como la de un perrito moribundo que acaba de ser atropellado, puedo ver el dolor en sus ojos, realmente extraña a su amigo. La verdad no sé por qué, o más bien, sí se; el era el único que le daba atención, que lo escuchaba y casi puedo decir que hasta lo estimaba. No me extrañaría que alguna vez se lo haya tirado. Pobre tonto.
En fin mi estimado Jonás, aquí estamos. Juntos por última vez. No estaba segura de que resultaría, pero parece que todo salió a la perfección. Por fin pusiste la cuenta del banco a nombre de los dos, pero en caso de que uno muera, la fortuna pasa a nombre del otro. Es una lástima que murieras tú primero, tendré que quedarme la fortuna que tenías guardada en secreto par nuestro matrimonio y el bebé que llevo dentro, perdonarás, pero no puedo permitir que semejante cantidad se gaste en pagar idioteces, mantener niños, comprar casa, automóvil familiar y muchas otros deprimentes implementos; mejor lo gasto yo a mi manera, ¿para que vivir bien de por vida contigo si puedo vivir excelente de por vida sola? Lo siento, así son las cosas. Fue una gran idea inventarte que estaba embarazada para adelantar el matrimonio y el cambio de nombre en la cuenta, sabía que no te acobardarías con un niño de por medio.
En cuanto a este par de idiotas, están que no se la acaban. Dante, como ya dije, está a punto de romper en llanto, lanza un gemido y no puedo evitar una sonrisa, poco mas y lanzo la carcajada, pero debo controlarme. Carlos tiene cara de querer resucitarte y matarte de nuevo.
El truco del ataque de asma fue genial. Hace un par de días me dijiste que tu enfermedad se estaba poniendo grave, pero tu vicio del cigarro fue mas fuerte que tu voluntad. Sí, ya lo se. Un montón de cigarrillos no matan a nadie tan rápido, ahí entré yo. Ayer, mientras tomábamos el café con estos idiotas, puse en tu taza una pequeña dosis de cierta sustancia bastante venenosa, que aunque no produce efectos similares a los del asma, sí son fulminantes, de cualquier manera Dante y Carlos no distinguen entre asma y sarampión, así que cualquier cosa que les hubiera dicho que te pasó se la tragarían, pero no fue necesario, eso me quita un peso de encima, además, después de 24 horas de ingerida, la sustancia es indetectable. ¿Quién te manda adoptar mi hábito de tomar el café negro? De haberle puesto un poco de crema todo se hubiese arreglado para ti, el veneno se habría hecho visible. Ese café será recordado como la antesala de mi triunfo. ¡Ay...! Me mareé de repente.
Lo que me extraña es que haya hecho efecto tan rápido. Según mis cálculos, para cuando nosotros llegáramos hasta aquí, estarías aún vivo y morirías frente a nosotros, pero no fue así, ya estabas muerto cuando llegamos. Mejor para mi, así no habrá sospechas de que los síntomas no son de un ataque de asma.
Me siento un poco mal. La mirada se me nubla a momentos. El cuerpo me pesa y tengo demasiado calor. Podría desnudarme aquí mismo pero la verdad no tengo fuerza, me siento terriblemente débil. -¿Quieres agua, Claudia?- Dijo Dante. -No, gracias-. Contesté. No quiero nada de ti, imbécil. No necesito ya de nada ni de nadie, sólo mi fortuna.
Me siento peor. La cabeza me duele, el piso me da vueltas, no me puedo sostener, se me nubla el panorama, veo todo negro y...
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-Pobre Jonás-. Dijo Dante, según escuché. La verdad pudo haber sido Carlos quien lo dijo pero lo dudo mucho, el jamás sentiría compasión por mi. Es una lástima que aún me odie por haber amado a Claudia, por no haber entendido que en el amor no se tiene control de uno mismo y mucho menos de la otra parte. Espero que algún día me llegue a perdonar, aunque la amistad se perdió para siempre, si es que alguna vez la huvo. Me pregunto qué es lo que nos lleva a romper los lazos, ¿la avaricia?, ¿el poder?, ¿el amor? No tengo idea de qué nos obliga a hacer tantas idioteces, a perder momentos tan bellos y trascendentes por algún deseo sin mayor importancia que su propia existencia. Supongo que lo que sostiene a una relación de cualquier tipo es la confianza, si no hay confianza , todo se lo llevó el diablo. Mírenme a mi. Tirado en medio de estos tres sin poder hacer nada. Es increíble hasta dónde nos lleva el confiar en la persona equivocada, damos todo por ella y nos clavan el puñal por la espalda.
-Pobre Jonás, Po...-. Esa debió de ser de nuevo la voz de Dante, es al único que se le quebraría el habla por mi. Pobre hombre. Definitivamente es el más confiable de los cuatro y es a quien nadie quiere, tanto Claudia como Carlos viven en la hipocresía con él; eso sí es ser despreciable. No protesto por las críticas, ni los insultos en la cara, no digo nada acerca de las miradas asesinas ni de ningún otro detalle; lo único que detesto es la doble cara, el alabarte por fuera y maldecirte por dentro, acariciarte el rostro y darte con la espada al voltearte, eso, sí es ser realmente despreciable.
Se escuchó ahora un gemido, no digo de quién creo que es porque no tiene caso.
Claudia, es una pena que termináramos así. Uno vivo y otro muerto. Déjame decirte que realmente estaba ansioso de casarme contigo, pero ya no podrá ser. Una dimensión estará de por medio, además de que el amor jamás existió de tu parte. Eso me pone muy triste y sin ganas de seguir adelante, pero debo seguir, vaya a donde vaya ahora. No voy a mentirte. Te amo y me duele que me hayas traicionado de esa manera, y peor aún, por dinero. Por la maldita fortuna que tenía en el banco decidiste acabar con mi vida. Perra. ¿Sabes? Estoy seguro de que el amor y el odio son la misma cosa: ambos duelen, ambos apasionan y atrapan, implican dos personas y pueden crear llagas en el alma. Sólo tenemos que enfocar nuestra pasión a una cosa o a la otra. Es por eso que del odio al amor hay sólo un paso, y viceversa.
No te entiendo. No alcanzo a comprender por qué era tan importante el maldito dinero, de cualquier manera iba a ser tuyo, ¿Pero por qué acabar conmigo? ¿Por qué no simplemente robarlo? Yo sé porque. Porque eres avara, desgraciadísima hija de puta, y no querías compartirlo con nadie, ni siquiera conmigo.
¿Te digo un secreto? Hace un par de semanas fui con tu ginecólogo a preguntar cómo iba la gestación de nuestro hijo, ¿sabes qué me dijo? ¡Que no había niño! ¡Que me estuviste viendo la cara de imbécil! En un principio no dije nada, supuse que querías adelantar la boda. Estaba bien. Pero cuando comenzaste a presionarme para poner el dinero a tu nombre comencé a sospechar. Durante seis días te estuve siguiendo. Me reporté enfermo en el trabajo y fue pan comido. No hiciste nada fuera de lo común, excepto ir a un laboratorio extraño a comprar una sustancia altamente venenosa, me lo dijo el empleado. No creí que fuera para mi, como nunca tienes detalles conmigo...
Pero en el café cometiste un error, mi amor. Hiciste todo excelente, pasaste totalmente desapercibida, te juro que no me di cuenta de nada, vaciaste el tubo con el veneno en mi café sin que nadie lo notara, pero al momento en que iba a beberlo, vi unas manchas de líquido verde en el plato sobre el cual estaba la taza. Tuve que fingir que bebía. Finalmente, te levantaste un momento al baño y sigilosamente cambié las tazas tuya y mía. ¿Quién te manda tomar el café negro también?
Supongo que sabes lo que eso significa. -¿Quieres agua, Caludia?-. Sí, ya sabes lo que significa. -No, gracias-. La muerte ronda en este cuarto, y no es por este hombre tirado que respira lentamente para que parezca que no lo hace, es para recordar los días de Judas, en que lo traidores eran castigados.
Se escuchó el sonido de un bulto contra el piso.
Cayó muerta.
7 Comments:
Mi querido Arguello:
Este texto me hace pensar en las palabras que escribiste aquella vez que retomamos contacto: "Soy igual que siempre, pero peor".
Efectivamente, siempre has sido un hijueputa, solo que en el 98 eras màs tierno, jajaja. ¡Cuerito!
De acuerdo con Daniela.. solamente eras mas tierno pero igual de cruel.
Este de es una temporada que nunca leí. Hay más?
Y creo que te estas aburguesando, pero además en ese tiempo escribías viendo videos de Smashing Pumpkin, me parece tu versión de Kid pero morbida.
Enigüey, esta chido y las viejas del blog les pareces cuero.
jajajaja kids!!!
Che Silva! jajajaja.
Acuerdate mi estimado que eso lo escribió a sus tiernos 19 y aun sigue siendo un burgues jajaja.
PD: Vieja la más vieja de tu casa, dicho sea con todo el respeto
Pues que no eres vieja, es decir mujer del género fememino.
jajajaja
que chido, ya ni me acordaba bien del cuento y leerlo por 2a ocasión cambia la perspectiva de verte incomprensiblemente como "cuerito" cuando siempre has sido un hijoelachingada ejemplar...
a ver... como esta eso de "cuerito"? es bueno o es malo? que alguien me diga
Interesante ver tus cuentos anteriores.
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