domingo, septiembre 03, 2006

Alejandra y sus tenis


A falta de material, sigo la recomendación de Sylvia y publico un texto que saqué en Milenio hace unos días, se trata de una crónica que si bien me provocó el raclamo de un par de personas, me resultó bastante divertido idearla... Por cierto, la de la foto es la susodicha del texto.

La pregunta entre todos los que esperaban la llegada de Alejandra Rangel al Cedeco número cuatro en Sierra Ventana era la misma: ¿Estaría de humor la presidenta del Consejo de Desarrollo Social para hacer el recorrido con semejante calor y en pleno mediodía?
Nadie lo estaba. Entre todos los colaboradores, reporteros y equipo de prensa los gestos eran más de modorra por esos treinta y tantos grados que no dejaban de subir conforme el sol seguía subiendo, rostros de agotamiento buscando una sombra como perros callejeros y lamentándose de no haber desayunado o de que no hubo tiempo para el café mañanero.
Así son las cosas en Monterrey cuando no hay aire acondicionado, unas cuantas horas antes la Unión Astronómica Internacional había decretado que Plutón no es un planeta (maldito e inútil macheteo de la infancia) pero el sol seguía siendo sol y quemaba con la misma furia que ha quemado a nueve planetas, uno menos no haría ninguna diferencia.
La excusa era presentar resultados del programa Todos en tu barrio, una idea que había surgido del Consejo que preside la Rangel mediante el cual habían remozado las fachadas del algunas casas y construido un par más, además de la rehabilitación de los Cedeco 4 y 12 ahí en Sierra Ventana.
María Eugenia Lozano Llamas, responsable de Comunicación del Consejo, mostraba el mapa del recorrido a los presentes como Cortés enseñándole el fuego a Cuauhtémoc.
Nadie quería caminarlo, eso era un hecho.
Entonces nació la teoría, la manera de saber a primera vista si la funcionaria venía de ganas de darse un buen baño de sol y pueblo y al menos poder hacerse a la idea con tiempo suficiente para hacer de tripas corazón (o piernas, más bien).
“Nada más mírenle los zapatos”, dijo alguien, “vean qué zapatos trae Alejandra”.
Todos callaron.
Pues sí, tratándose de la funcionaria que primero pierde el sueldo que el estilo, seguro bastaría verle los pies para saber de qué tamaño estaría la gota a sudar: si venía con la idea de dar una larga caminata seguro optaría por zapatos planos y cerrados, en un descuido hasta un par de tenis, lo que sea que fuera cómodo; pero por el contrario, si Rangel tampoco tenía humor para lidiar con el mediodía y el sudor, seguro ostentaría unos tacones que estarían a un milímetro de ser catalogados como arma blanca en los aeropuertos.
No se sabía aún, pero para ese momento en los diferentes puntos clave que venían marcados con números en el mapa, había ya señoras de la tercera edad aguardando el arribo de la funcionaria; mujeres y familias beneficiarias de distintos programas que al menos por aquel día, verían a la titular de un organismo público en vez de pandilleros o a sus vecinos caguama en mano, como suele suceder.
“En esos pasillos siempre hay problemas”, señala Ricardo Brandi, director de infraestructura social del Consejo refiriéndose a los laberintos de escaleras y pendientes en lo alto de Sierra Ventana, por donde de así decidirlo, Rangel iba a caminar, “imagínate que se ponen con sus caguamas y pegamentos, cada quien con su gente de un lado y de otro del pasillo y de repente pasa alguien y se le atreviesa, es como si estuvieras en un bar y alguien se te atraviesa”.
Una anciana vecina del lugar le da la razón, “sí, no se imagina”.
Tradicionalmente, esa zona es dominada por Los Dragones, una de las pandillas más feroces de Monterrey que a principios de esta década vio cómo uno a uno iban siendo asesinados o arrestados un buen número de sus integrantes, incluso en el destacamento de la zona sur de Monterrey de Seguridad Pública tienen fotos de una decena de ellos presumiendo armas largas.
En parte por eso es extraño que al caminar de día por estos callejones sean principalmente madres de familia, mujeres mayores y niños que se asoman por las puertas de sus diminutas casas amontonadas unas junto a las otras, habitadas por familias donde la adolescencia puede igual ser sinónimo de riesgo por las pandillas, de disyuntivas por el camino a seguir, o de resignación por el inesperado embarazo la hija estudiante de secundaria.
“Mira las paredes de las casas”, dice Brandi, “les pintan una Virgen para que los pandilleros las respeten y no las grafiteen”.
Finalmente Alejandra llega a la cita. La presidenta del Consejo desciende de su Expedition arena por el lado contrario de donde todos la observan y discretamente fijan sus miradas al ras de suelo.
Rangel lleva un pantalón de gabardina sport y una blusa ligera, todo en color arena. En sus pies lucen unos zapatos cerrados, de tacón alto pero bastante ancho. La mirada de todos es de incertidumbre y angustia, hasta que una de sus más cercanas colaboradoras se acerca hasta el grupo con una sonrisa maliciosa. “Esos son los tenis de Alejandra”.
La incertidumbre se convirtió en resignación.

4 Comments:

Blogger  said...

bueeeeeeno, cada quien sus tenis, no? yo también he tenido algún par de tenis con tacón. Recuerda que el porte, el estilo y el glamour son lo último que una dama debe perder. O como decía una de mis exroomies, antes las nalgas que el glamour, jeje

Un beso enojado x que estuviste frente a mi casa y no me llamaste =P

10:07 p.m.  
Blogger Tramontana said...

¡Buena nota! ¡Qué bueno que me hiciste caso! Sigue publicando aunque sean notas.

A mi esos zapatos no me parecen tenis, pero bueno, cada quien sus tenis, como dice Lau.

10:55 a.m.  
Blogger AlexSilvaAlex said...

No son los tenis sino la intención de placearse entre los pobres y hacer padecer a los reporteros sus delirios populistas.

Toño, siempre creí que ese texto iba que ni mandado para el blog, pero por eso es chido trabajar en Milenio, el eclesticismo es la ley.

4:50 p.m.  
Blogger Pablo Perro said...

Ah que divertido... pinches astrónomos no valen queso, hubieran decretado que el sol calentara menos en verano y más en invienro, en vez de salir con su plutoneadas.

Que buena crónica, magnífica, me imagino perfectamente la hueva de cubrir la nota.

2:03 p.m.  

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