Quit
Llevo tiempo pensando acerca de este post, una teoría que he venido masticando a raiz de un texto que lei en el blog de Toño Ramos, hace ya varios meses. No era el mejor post de Toño, de hecho era uno de esos deslices melancólicos que todos los escritores y artistas padecen de vez en cuando. En ese momento Toño hablaba de a qué cosas habiá renunciado con tal escribir, manifestando así su amor y compromiso con la literatura, como si se detuviera en medio de la carretera para ver cuánta gasolina había consumido hasta el momento y cuántas vías había dejado de tomar para llegar al punto donde se encontraba.
Le dejé un mensaje en esa ocasión. No recuerdo las palabras exactas, pero eran algo así como “lo primero a lo que un escritor debe renunciar es a ser leído, que todo lo demás sea consecuencia”. No recuerdo las palabras exactas, pero más o menos fue lo que quise decir.
No se de dónde salio la idea que le dejé como firma en su blog, pero se quedó comigo mucho tiempo y persiste hasta hoy. Renunciar a ser leído... ¿Por qué diablos se me ocurrió?
Nietzche escribió una vez, “los artistas como a mí me gustan, sólo piden dos cosas: su pan y su arte”, en el entendido de que el arte es un valor en sí mismo y si se busca obtener otros valores a trevés de él terminamos por desvirtuarlo, finalmente si el arte deja dinero, fama o lo que sea, es una consecuencia indirecta, nunca parte de una ecuasión definitoria.
Por eso hablaba más arriba del amor y el compromiso con la literatura expreso en una serie de renunciamientos, los renunciamientos de Toño.
Cuando leí el texto mi impresión fue que no habí mayor muestra de ese compromiso que renunciar a que nuestra literatura llegara a algún lector y se convirtiera hasta cierto punto en absurda, aunque si analizamos todos los puntos de vista todo arte es y no es absurdo al mismo tiempo.
Pensaba en Kafka: antes de morir, el flacucho y enfermizo Franz le pidió a un amigo cercano destruir todos sus escritos, absolutamente todos, desde “La Metamorfosis” hasta “Carta al Padre”, y el amigo juró que lo haría. Obviamente el hombre no lo hizo y gracias a esa traición cientos de escritores posteriores se inspiraron en las densas neurosis de Franz.
Sin embargo él no buscaba eso, él no quería eso. El simplemente escribió por una razón que quiza ni siquiera exista y guardó todo en un cajón. Eso es lo que para mí, le da el valor supremo a la literatura de Kafka: no quería ser nada, sólo quería (o necesitaba) escribir.
En ese entonces veía la petición de Kafka como el mayor de los renunciamientos por la literatura y así permanecí algunos meses.
El problema en esto es que lo seguí meditando (eso siempre es un problema) y Sade apareció en mi cabeza.
Hay una contradicción y una coincidencia de fondo entre Kafka y el Marqués de Sade: ambos renunciaron, sí, pero el checo renunció a ser leído con tal de no exponer sus demonios internos (quien haya leído Carta al Padre sabrá de qué hablo), y el segundo renunció a su libertad, a su dignidad y a su nombre con tal de exponerlos con lujo de detalle.
Sobra decir que se escucha más poético de lo que fue en realidad y que mucho tuvo que ver la fatalidad, pero es un hecho que Kafka no quiso publicar y Sade siguió escribiendo aun cuando sus textos (además de violar a su cuñada y otros encantos) lo habían llevado a prisión y al manicomio.
Quién es el valiente y quien es el cobarde, es lo que me pregunto. Quizá el compromiso de Kafka no era tal y renunció a sus lectores sólo por cobardía de que vieran dentro de él con literatura tan subjetiva y endemoniadamente dolorosa, o quizá Sade fue un simple necio y no el revolucionario que biógrafos y hasta películas quieren mostrar.
En todo, creo que el sacrificio de Kafka es más fuerte pues sus demonios eran mucho más feroces que los de Sade. Imagino el terror y la ansiedad que le ha de haber provocado la sola idea de que su padre y su familia leyeran lo que escribía y sin embargo, lo escribió, todo, con un detalle y una pasión que sólo se comparan con la frustración y la incertidumbre que se describen en ellos.
No sé que habrán significado para Franz los textos que escribió a lo largo de su vida, pero quiero pensar que los tenía en gran estima o con sentimientos muy contradictorios pues sabía que frente a su padre jamás podría publicarlos, al menos no tal cual estaban escritos.
Es ahí donde se me ocurre un nivel más de renunciamiento, ya no a lectores o a fama y fortuna, creo que hay un punto donde el respeto ya no es a nuestra literatura o a lo que escribimos, sino a la literatura en general, en sí misma, al mostruo que tratamos de alimentar con cuentos y novelas cortas y largas.
Más de una vez he dicho que la única libertad absoluta que conozco es la de la hoja en blanco, el único libertinaje, la libertad que “es como el poder, no se da ni se quita, sólo se ejerce”. Kafka vio perdida esa libertad y por eso prefirió quemar sus escritos.
Ese es el fondo de todo, donde todo acaba con la esperanza de que realmente exista un fondo, donde nos damos cuenta que el mayor renunciamiento por compromiso con la literatura, cuando vemos que ya no hay absolutamente nada más a qué renunciar ni otra manera de defender, es el renunciamiento a la literatura misma. Nada más. Mejor el silencio que la palabra arrodillada. Mejor no ser nada que un recuerdo olvidado. La literatura que no es libre, libertaria y libertina vale más que no exista en lo absoluto. El mundo no la necesita. Eso es, volviendo con Nietzche, ser "demasiado cobarde para pecar". Salud!
Le dejé un mensaje en esa ocasión. No recuerdo las palabras exactas, pero eran algo así como “lo primero a lo que un escritor debe renunciar es a ser leído, que todo lo demás sea consecuencia”. No recuerdo las palabras exactas, pero más o menos fue lo que quise decir.
No se de dónde salio la idea que le dejé como firma en su blog, pero se quedó comigo mucho tiempo y persiste hasta hoy. Renunciar a ser leído... ¿Por qué diablos se me ocurrió?
Nietzche escribió una vez, “los artistas como a mí me gustan, sólo piden dos cosas: su pan y su arte”, en el entendido de que el arte es un valor en sí mismo y si se busca obtener otros valores a trevés de él terminamos por desvirtuarlo, finalmente si el arte deja dinero, fama o lo que sea, es una consecuencia indirecta, nunca parte de una ecuasión definitoria.
Por eso hablaba más arriba del amor y el compromiso con la literatura expreso en una serie de renunciamientos, los renunciamientos de Toño.
Cuando leí el texto mi impresión fue que no habí mayor muestra de ese compromiso que renunciar a que nuestra literatura llegara a algún lector y se convirtiera hasta cierto punto en absurda, aunque si analizamos todos los puntos de vista todo arte es y no es absurdo al mismo tiempo.
Pensaba en Kafka: antes de morir, el flacucho y enfermizo Franz le pidió a un amigo cercano destruir todos sus escritos, absolutamente todos, desde “La Metamorfosis” hasta “Carta al Padre”, y el amigo juró que lo haría. Obviamente el hombre no lo hizo y gracias a esa traición cientos de escritores posteriores se inspiraron en las densas neurosis de Franz.
Sin embargo él no buscaba eso, él no quería eso. El simplemente escribió por una razón que quiza ni siquiera exista y guardó todo en un cajón. Eso es lo que para mí, le da el valor supremo a la literatura de Kafka: no quería ser nada, sólo quería (o necesitaba) escribir.
En ese entonces veía la petición de Kafka como el mayor de los renunciamientos por la literatura y así permanecí algunos meses.
El problema en esto es que lo seguí meditando (eso siempre es un problema) y Sade apareció en mi cabeza.
Hay una contradicción y una coincidencia de fondo entre Kafka y el Marqués de Sade: ambos renunciaron, sí, pero el checo renunció a ser leído con tal de no exponer sus demonios internos (quien haya leído Carta al Padre sabrá de qué hablo), y el segundo renunció a su libertad, a su dignidad y a su nombre con tal de exponerlos con lujo de detalle.
Sobra decir que se escucha más poético de lo que fue en realidad y que mucho tuvo que ver la fatalidad, pero es un hecho que Kafka no quiso publicar y Sade siguió escribiendo aun cuando sus textos (además de violar a su cuñada y otros encantos) lo habían llevado a prisión y al manicomio.
Quién es el valiente y quien es el cobarde, es lo que me pregunto. Quizá el compromiso de Kafka no era tal y renunció a sus lectores sólo por cobardía de que vieran dentro de él con literatura tan subjetiva y endemoniadamente dolorosa, o quizá Sade fue un simple necio y no el revolucionario que biógrafos y hasta películas quieren mostrar.
En todo, creo que el sacrificio de Kafka es más fuerte pues sus demonios eran mucho más feroces que los de Sade. Imagino el terror y la ansiedad que le ha de haber provocado la sola idea de que su padre y su familia leyeran lo que escribía y sin embargo, lo escribió, todo, con un detalle y una pasión que sólo se comparan con la frustración y la incertidumbre que se describen en ellos.
No sé que habrán significado para Franz los textos que escribió a lo largo de su vida, pero quiero pensar que los tenía en gran estima o con sentimientos muy contradictorios pues sabía que frente a su padre jamás podría publicarlos, al menos no tal cual estaban escritos.
Es ahí donde se me ocurre un nivel más de renunciamiento, ya no a lectores o a fama y fortuna, creo que hay un punto donde el respeto ya no es a nuestra literatura o a lo que escribimos, sino a la literatura en general, en sí misma, al mostruo que tratamos de alimentar con cuentos y novelas cortas y largas.
Más de una vez he dicho que la única libertad absoluta que conozco es la de la hoja en blanco, el único libertinaje, la libertad que “es como el poder, no se da ni se quita, sólo se ejerce”. Kafka vio perdida esa libertad y por eso prefirió quemar sus escritos.
Ese es el fondo de todo, donde todo acaba con la esperanza de que realmente exista un fondo, donde nos damos cuenta que el mayor renunciamiento por compromiso con la literatura, cuando vemos que ya no hay absolutamente nada más a qué renunciar ni otra manera de defender, es el renunciamiento a la literatura misma. Nada más. Mejor el silencio que la palabra arrodillada. Mejor no ser nada que un recuerdo olvidado. La literatura que no es libre, libertaria y libertina vale más que no exista en lo absoluto. El mundo no la necesita. Eso es, volviendo con Nietzche, ser "demasiado cobarde para pecar". Salud!
6 Comments:
Pero si Kafka hubiera realmente querido quemar sus escritos, ¿por qué no lo hizo él mismo? Se me hace que al pedirle al amigo que lo hiciera dejó una puerta abierta para que no sucediera, es decir, permitió que fueran leidos.
Yo creo que hoy andas más mamón que de costumbre, además dejate de joterías y ponte a escuchar a Morrissey, porque sus canciones es poesía musicalizada.
pues será el sereno, pero hay mucho excretores que deberían emular a Kafka y hacer cenizas sus aberraciones...
maestro!!!!!!
lo ha dicho usted todo, creo que este fue uno de esos post en el que simplemente tuvo el satori.
muy inspirador, sinceramente, muy inspirador
Sylvia: quizá tengas razón, se me había ocurrido, pero creo que es una manera de transferir la culpa y decir "por mi no queda".
Silva: Estoy oyendo Fire on Babylon, que es de lo más neurótico de Sinnead O'Connor, también cuenta.
Pato: La lista que se me ocurre es interminable, y además, deberían de quemar a los autores con ellos.
Lito: No hay mejor inspiración que la desesperanza. Decía Brad Pitt en Fight Club, "we grew up thinkin' that we would be movie stars, singgers, rich and happy persons, but we won't". Cuando lo entiendes y te ríes de ello es que comienzas a escribir.
salud
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