jueves, noviembre 24, 2005

La vida en un fajo de cartas

Soy fanático del freecell. El carta blanca para que me entiendan, ese jueguito en las computadoras que se parece el solitario pero es algo más complicado y menos aburrido. Puedo pasar horas enteras jugando una y otra vez frente a monitor (justo como lo hago ahora). Entiendo que el secreto de la partida está en no fijarse en subir las cartas rápido sino en poner orden en las que quedan abajo. No importa si faltan ases, si el tres de corazones está tapado por seis cartas más, si el rey de espadas está en espera. No importa.
Sin embargo, en el freecell como en todos los juegos que utilizan cartas tengo una obsesión: el orden final de los fajos debe ser de izquierda a derecha espadas, corazones, diamantes y tréboles. No entiendo por qué. Incluso en el solitario, que sí permite mover los fajos finales, los acomodo exactamente en ese orden.
La casualidad (odio la causalidad, prefiero el azar) ha dictado desde que empecé a jugar freecell que cuando se dan las condiciones de acomodar los ases en ese orden, invariablemente pierdo. Algo sucede al principio o al final del juego que no me es posible ganar. Sólo sucede en esos casos. Cuando es otro orden cualquiera me es relativamente fácil ganar y puedo decir sin presunción que gano cuatro de cada cinco juegos. Cuando no es MI orden. Cuando no significa nada. Pero no cuando el orden está acorde a mí.
¿Por qué es esto? ¿Es que en esta maldita vida las cosas son posibles siempre y cuando no sean a nuestra manera? ¿Por qué las victorias nunca son completas?

2 Comments:

Blogger Tramontana said...

De veras que eres algo obsesivo con lo de las cartas!!

6:45 p.m.  
Blogger Argüello said...

En realidad, es algo más que las cartas.

3:07 p.m.  

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