miércoles, noviembre 23, 2005

Galletas Marías



Engullo una galleta María mientras escribo esto. La sostengo entre mis labios y mis dientes mientras tecleo a toda prisa estas líneas. En las bocinas de esta lap top suena Jeannette con “Soy Rebelde” (sí, soy patético y qué chingados, a quien le moleste que se queje en Profeco). Ahora la jalo con la lengua –la galleta –y se pierde en mi garganta convertida en un bolo húmedo y tibio –también la galleta.
“Córtate las venas con galletas Marías”, reza el lugar común para el sufrimiento estéril, la autocompasión, para la masturbación de la melancolía mientras se mira atento una película chantajista y sentimentaloide o se escucha una canción como la que escucho (ya empezó “Frente a Frente”: “…frente a frente bajamos la mirada pues ya no queda nada de qué hablar…”. Algún día le dedicaré un post exclusivamente a Jeannette, me cae).
Se me vienen muchas cosas a la mente con la expresión: Leonardo DiCaprio hundiéndose irremediablemente en el océano helado ya por terminar “Titanic”; Bogart impávido en la escena final de “Casablanca”, Los Bukis, Cristian Castro, Luis Miguel; Pedro Infante llorando en el regazo de una moribunda Sara García en “Vuelven lo García” y luego arrojando un puño de tierra a la tumba mientras susurra entre sollozos “mi viejita linda…”; de nuevo nuestro Pedrito pero ahora sosteniendo al Torito calcinado y mostrándoselo a la histérica Blanca Esthela Pavón en “Ustedes los Ricos” (y claro, el discurso de Chachita a la madre de Manolo Fábregas en su funeral); Angélica Rivera gritando en medio de una hacienda y de la lluvia entre lágrimas y mocos “¡yo soy la dueña!”; Juliancito Bravo con ojos vidriosos tras escuchar que su primo apostó y perdió en el póker el dinero con que debía comprar su traje de primera comunión (el de Juliancito); un mozuelo Luis Miguel buscando inútilmente su pierna recién amputada en una triste cama de hospital; Pedrito Fernández enterándose de la muerte de su única figura paterna, José Elías Moreno (¡con greña y paliacate en la cabeza totally 80’s!), en un accidente de motocicleta; el mudo Omar Fierro sacando voz de sabrá Dios dónde cuando ve que la infeliz maniática, al grito de “¡Marisela, vete al infierno!” le dispara a su amada Érika Buenfil (Y ofcors, tenemos que recordar la escena del hospital con Laura León, Joaquín Cordero, Sabi Kamalich y compañía moqueando cuando le disparan al principio de la novela a la verdadera Marisela y a Arturo Peniche, ¡Por Dios, le dedicaron un capítulo completo! ¡Pásenme una caja de clínex y todo un tubo de galletas Marías y tres bolillos de panadería de barrio!); de nuevo Pedrito Fernández ahora enterándose de la mortal e incurable enfermedad del amor de su vida, una insípida (desde entonces) Lucerito (mierda, ¿cómo es que sé todo esto?) entre tantas otras cosas.
Al pensar en lo anterior, me viene la idea de que llevamos dentro una necesidad masoquista e inherente que nos hace evadirnos de la felicidad y llorar inútilmente por situaciones con las que podemos o no identificarnos.
Decía Milán Kundera en “La insoportable levedad del ser” que el vértigo no es el miedo al vacío, sino el miedo a nuestro deseo de saltar desde lo alto, como si la caída nos llamara con seductora voz y nosotros cuales marineros ante al canto de las sirenas, acudimos obedientes al llamado.
Algo así me recuerda esto. La felicidad es tan aburrida que necesitamos algo de emoción, algo de dolor, algo de infelicidad que haga ver esta vida como algo más que una sucesión de días, pagos atrasados y requerimientos de Hacienda.
Pero claro, la pregunta sería por qué precisamente el dolor, por qué no conformarnos con las películas de Bruce Willis, Van Dame, Chuck Norris o Mario Almada.
El drama y lo trágico siempre son atractivos, por alguna razón. Y en base a ello, me vienen dos teorías a la cabeza: por un lado, lo dicho, tenemos una necesidad terrible de ser infelices, de tener dolores al menos virtuales en nuestra monótona, vacía y aburrida existencia. Por el otro, me acuerdo de una de las oraciones dentro del rosario, la que habla del Valle de Lágrimas, quizá nuestra naturaleza es la infelicidad, la amargura, el dolor y el llanto, y por eso sentimos un llamado terrible a las lágrimas y la depresión. En ese sentido también recuerdo un diálogo de la película “Madagascar”, cuando el líder de los pingüinos le pregunta a la cebra: “¿has visto pingüinos corriendo libres por Mannhatan?” y ante la negativa del “monocromático amigo” el mismo pingüino le dice con aterradora gravedad: “es que no pertenecemos aquí, no es natural”.
Algo así les preguntaría a todos ustedes: ¿Han visto a alguien total y realmente feliz en este planeta? ¿No? Es que no pertenecemos a la felicidad, no es natural.
Anyway, para cuando termino de escribir esto utilicé la galleta María para mal alimentarme y no para cortarme las venas, finalmente y como diría Silva, me dejé de joterías y me puse a escuchar a Depeche.

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

ADVERTENCIA: Jamàs mezclen la música de Janette con Galletas María, cervezas pacífico y malboro rojos...
Medio funciona con Toño, pero no lo intenten en casa!

2:03 p.m.  
Blogger AlexSilvaAlex said...

Definitivamente eso es para profesionales. Niños no lo intenten en su casa is very dangerous y lo pior pueden acabar como yo.

7:33 p.m.  
Blogger Tramontana said...

Mmm... no sé, a mi a veces me gusta ver las cosas más tristes y trágicas para ver que nada de lo que me pasa es tan grave.

8:05 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Cuando supe que hay gente dispuesta a votar por Madrazo para presidente. Cuando veo que cada vez más el concepto de "cultura" de medios como El Norte o Televisa va permeando a la sociedad. Cuando después del affaire venezolano veo que Fox de plano no aprende. Cuando leo la nueva estupidez de Bush (su propuesta de bombardear el canal de Al Jazeera) me siento totalmente desalentado.
Pero cuando me entero de que el buen Toño escucha Soy Rebelde con Jeannette, me digo: ¡chingado, si no estábamos tan mal!
Y ahora sí, no creo que se pueda caer más bajo.
Mi toño: gracias por darme esa seguridad.

4:28 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Gracias por traer a mi mente todas esas escenas que me hicieron soltar la carcajada. Leonardo Di Caprio siguiendo la suerte del Titanic ha sido y será por siempre lo más divertido y lo que más me ha hecho reír en el cine

1:02 p.m.  

Publicar un comentario

<< Home