martes, octubre 11, 2005

Chacho el Cucaracho

Lo entiendo, en verdad lo comprendo y trato de ser empático con el azar y la casualidad. Entiendo que perder es parte de ganar y que el hecho de que nos sucedan cosas malas es porque da mayor valor a lo positivo que nos podemos encontrar. Entiendo que las tortillas de arriba sirven para que no se enfríen las de abajo, que el rojo del semáforo es para que los otros tengan verde y que las películas de René Cardona Jr. dan mayor valor a las de Tarantino, Kurosawa, Coppola, Arronowsky y otros tantos íconos cinematográficos. Entiendo que de vez en cuando uno se topa con libros de Cuahutémoc Sánchez disfrazados de literatura, con coches jodidos disfrazados de carrozas de lujo y con tejabanes con pinta de mansiones. Estoy de acuerdo que son más los escritores malos que los buenos, que son más los reporteros mediocres que los realmente interesados y preocupados por mejorar la profesión y los medios, y que en general, algunas veces pareciera más común la desventura que otra cosa. Todo eso lo entiendo, lo comprendo y lo acepto con el mismo gesto consecuente con que tomo el resto de los aspecto y cosas de la vida.
Sin embargo, lo que no puedo aceptar, es que en un pinche restaurant donde diariamente comen cientos de personas, donde uno espera si no todas las reglas de la higiene, sí al menos las más básica, la suerte, el azar y la ineptitud te partan de madre de formas más allá de lo razonable. A qué me refiero: en un restaurante tolero que la mesa no esté limpia al sentarme, que el mesero a veces descuide a algunos comensales cuando la cantidad de clientes va más allá de sus capacidades, que el baño huela mal (aunque eso está en el límite de mi paciencia, saludos Sanbor's de este país). Es más, en algún Vips he sido comprensivo al encontrar un cabello en mi café, lo cual soluciono pidendo otra taza y punto.
Nada de eso me hubiera preparado para lo que vi hoy. Una cosa es una mosca. Otra es el pelo de una mesera. Aun otra es una hormiga en la azucarera, pero encontrarme una diminuta y (peor aun) viva cucaracha inmóvil y sonriente sobre una papa es algo que no puedo calificar de otra manera que de chingadera. Como si los insectos asqueros que acababa de ver en el Congreso del Estado durante el informe de gobierno no hubieran sido suficientes.
Heme ahí descubriendo al jocoso insecto sobre mi plato. No dijo nada. No hizo nada. Como si dijera "mirame, soy una maldita cucharacha sobre tu papa, atrévete a seguir comiendo".
Mi reacción se limitó a hablar con la joven y bella mesera y mostrarle el plato como si le mostrara una tarjeta de presentación con el emblema de Secretaría de Salud. Ella llamó a la gerente quien se disculpó apenada mientras veía de reojo y con un temblor incesante en su párpado mi cámara fotográfica sobre le mesa y mi credencial de reportero.
No me cobró el buffete. No pude seguir comiendo y terminé engullendo una torta de jamón y queso panela en un 7-Eleven mientras pensaba cómo iniciar este Post.
¿El lugar? Josephinos Pizza de Zaragoza, entre Padre Mier y Matamoros.

4 Comments:

Blogger Tramontana said...

Pocos son los animales tan desagradables como una cucaracha. El no cobrarte el buffete se me hace poco, debieron haber comprado tu silencio.

9:04 p.m.  
Blogger Proyectos, Trabajos y Galería de fabiancavazos said...

Pues tendrían que comprar muchos silencios, yo una vez por hambre iba a acudir ahi, entre los que ibamos un amigo me dice que ahi no se vuelve a parar, ¿por qué? fue mi pregunta más lógica y me dijo que una vez encontró en su comida gusanos, larvas de mosca, suficientes para creer que había caido por accidente algo de arroz en su plato.

Ahora me pregunto sabiendo de estas dos anécdotas y de otras más en calidad de leyenda urbana acerca del mismo lugar, después de años de lo mismo, ¿no hacen algo al respecto?

3:02 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

De acuerdo con Tramontana. No hay animalejo más desagradable y nefasto que una cucaracha. Toño: desde tiempos de preparatoria que no teníamos dinero para algo decente que debió ser completamente descartado Josephino's como opción para comer.. y eso que solo fui muy pocas veces y casi obligada. Asco

9:45 a.m.  
Blogger Alma Ramírez said...

si, pinhce Toño. Te mamaste al ir al Josephinos. Está putamadralmente caro y de la chingada, y eso que yo no he ido más de cinco veces, la última con el Mario Palacios, que le gusta mucho, pero esa vez fuimos al de Juan Ignacio Ramón. En fin. Hubiera sido preferible que te fueras a las carnitas que están por el Porvenir o al Trigo Limpio a comer remedos de carne, jajajajaja.

7:54 p.m.  

Publicar un comentario

<< Home