jueves, mayo 08, 2008

La trascendencia y sus oscuras posibilidades


Versión corregida el 15 de mayo de 2008.
Conducía siempre con la luz interior encendida. No porque temiera que un sujeto pudiera ocultarse en el asiento trasero, dar un salto en plena marcha y el grito, el susto y la muerte entre golpes y puñaladas del desconocido. No.

En realidad, su deseo era tener la oportunidad de mirar los ojos de quien la ultimase. Quería que el asesino se llevara el recuerdo de su mirada agónica, horrorizada y suplicante. Quería que la llevara consigo. Lo quería como recompensa a una intrascendente vida de olvido. Lo quería como quien desea burlar a la muerte. Lo quería como todo aquello que jamás había tenido.