Capote
Hace un par de días se presentó en un festival de cine, no recuerdo cual, una película simplemente llamada "Capote", con Phillip Seymour Hoffman interpretando al célebre Truman. La nota que leía ayer en El Norte.com (y que no puedo leer ahora pues la maldita cuenta está ocupada) decía algo así como "El filme trata sobre la realización de A Sangre Fría, el libro emblemático de Truman Capote que finalmente destruiría su vida". Es decir, la película se centra sobre los meses y meses que este hombre pasó en un pueblo perdido al sur de Estados Unidos, investigando todos y cada uno de los detalles alrededor del asesinato de la familia Clutter. ¿Por qué dice la nota que esto destruyó la vida de Capote? Es raro, pero en esos no más de 4 mil bites, la nota deja entrever la terrible carga moral y de culpa que ese trabajo (considerado, para quien no lo sepa, la piedra angular del nuevo periodismo) le significó a Capote a la post.
"Soy un alcohólico. Soy un drogadicto. Soy un homosexual. Soy un genio", escribió Truman alguna vez, pero esto no lo salvó de muchas cosas.
Entre el intenso y profundo trabajo que realizó para escribir "A Sangre Fría", Capote pasó no pocas horas con los dos asesinos de la familia Clutter, particularmente con uno, Perry Smith. En ese sentido, buena parte de sus biógrafos coinciden en que la relación entre ambos pasó por mucho los límites de lo períodístico (digamos que en las entrevistas Capote ocupaba de algo más que la grabadora).
No es exactamente a esto a lo que se refiere la nota con "destruyó su vida". Más adelante lo precisa: días antes de que Perry muriera ejecutado por el crimen, Capote le dijo que había hecho todo lo posible por tratar de salvar su vida. Mentía. No había sido así. Quizá cabildeó algo, pero dentro de todo Truman mantuvo su posición ajena, periodística al fin.
Perry murió y Capote se convirtió en celebridad cuando publicó A Sangre Fría en el Newyorker.
Todo esto viene por algo: Hace unas días hablaba en un Post del dolor de la distancia y la tentación de la cercanía en esta especie de oficio llamada periodismo. Quede de ahondar en el asunto y no lo hice. Aquí voy.
Creo que la nota sobre Capote exagera con "destruyó su vida". Finalmente si alguien la destruyó fue él mismo. Pero si algo hay de cierto (y es mera especulación mía), es en el dolor, el dilema ético y moral que debió significarle su amistad con Perry.
Hace unos meses entrevisté a un sujeto que llamaré Armando (así lo llamé en la nota). El tipo tendría unos 28 año. Alcohólico y drogadicto en rehabilitación. Había consumido en cantidades industriales desde marihuana hasta piedra. Lo conocí en Alcohólicos Anónimos, había acudido yo para un reportaje sobre las adicciones. Nos vimos después en casa de otro muchacho, más joven. Ahí lo entrevisté durante cerca de una hora. Ahí me enteré que su familia era bastante adinerada, que su abuelo fue un prominente actor de la política nacional y que tenía una historia bastante interesante.
Al terminar me pregunta si escribo ficción y respondo afirmativamente. "Escribirías un guión", me pregunta. Entonces comienza decirme que quiere contarme más para que le escriba el argumento y guión de una película, pues quería hacer cine y bla bla bla. Quedamos de llamarnos y platicar más despacio. Subí a mi coche y me fui a mi casa.
Eso sucedió hace mas de tres meses. Nunca le llamé. Nunca volví a verlo. No supe más de él.
Me he preguntado más de una vez por qué esto, por qué ese alejamiento. Ya lo he hecho antes. Cuando estuve dos días en una comunidad de Juárez me dijeron que regresara a visitarlos mas no lo hice. Con un sacerdote misionero me pasó lo mismo. Un grupo religioso que rehabilita pandilleros quería que los apoyara en sus causas y tampoco lo hice. Simplemente cortar en seco y ya.
Finalmente esto tiene una razón práctica: mantener la cercanía y establecer un vínculo emocional con ellos significaría comprometer lo que voy a escribir sobre ellos, tentar el corazón y maquillar hechos, datos, información dura. No somos amigos, somos entrevistado y entrevistador; periodista y fuente, nada más.
El mismo Capote cae en la tentación, y en Sangre Fría es terriblemente benévolo con Perry, aun cuando fue uno de los asesinos de cinco personas.
A eso me refería cuando en el Post "Ximena y las margaritas" escribí "ese desconecte emocional con nuestras fuentes y con lo que vemos. Ese distanciamiento que a veces resulta más doloroso que la cercanía".
Ser periodista (al menos en mi visión de las cosas) implica estar en todas partes sin pertenecer a ninguna, estar un día en una comunidad aislada de la civilización y al día siguiente charlando con algún integrante del jet set, teniendo la empatía suficiente para conversar productivamente con ambos, pero también la frialdad para entender que no somos parte de uno ni del otro mundo.
Ahí está la tragedia que muchos no entienden. No somos activistas sociales ni formamos parte del mundo político, no tenemos influencias ni poder, no somos parte de nada, de ninguno de los mundos donde deambulamos, de los círculos y esferas. No tenemos mundo, sólo nos colamos en los otros.
Es cierto lo que dicen los teóricos en el sentido de que la objetividad nunca se alcanza del todo, pero eso no es excusa para jugar a que somos protagonistas y parte de lo que sucede. Somos sombras con ojos. Punto. Las causas de quienes cubrimos, aunque sean justas, no son nuestras causas y no es nuestro trabajo defenderlas, por tendador que a veces parezca.
Pocas cosas tan asquerosas como un reportero que grita consignas en una manifestación que se supone está cubriendo.
Muchas veces cuando entrevisto gente que no es parte de ningún círculo de poder, gente común y corriente, gente normal como cualquier otro, tengo el conflicto moral de que no estoy tratando de ayudarlo, sino que lo estoy explotando para sacar adelante un mejor reportaje, una mejor nota, y no para mejorar su condición. En cierto sentido así es, aunque trato de pensar que mi reportaje, nota o entrevista ayudará a que este mundo sea al menos un poco mejor, o que al menos el hecho de difundir una información vinculada con ellos pueda beneficiarlos en algún modo. Quizá es mera justificación, quien sabe.
En ese sentido, ¿cuál es el verdadero pecado de Capote? ¿Haberle mentido a Perry diciendo que hizo todo lo posible por defenderlo siendo mentira? ¿No haber hecho lo posible por salvar su vida? No, el pecado de Capote fue hacerle pensar a Perry que podría hacerlo; hacerle creer que eran amigos, o peor aun, haberlo sido realmente.
El que no tiene amigos no traiciona. Si no hay vínculo no se rompe nada. No siempre los otros lo entienden, pero quien tiene la obligación de entenderlo somos nosotros. ¿Eso nos hace mejores seres humanos? Probablemente no, incluso en algunos casos nos llena de escepticismo, desinterés y amargura, pero finalmente no es el trabajo lo que debe hacernos mejores personas, acaso nos debe hacer mejores periodistas.
5 Comments:
Me gustó mucho tu frase "El que no tiene amigos no traiciona." Creo que es un buen resume del dilema a que te enfrentas. Muy buen escrito.
Pinche Toño andas muy sentimental, creo que debemos echarnos unas el viernes en tu casa, anigüey.
Ya traspasé la línea del alejamiento de las fuentes, ahora trabajo para una, pero igual que tú creo que lo más asqueroso es ponerse a defender causas y creenos activistas sociales, sólo somos testigos de lo que sucede, aunque nos gane la soberbia y pensemos que tenemos el deber, el derecho de defender causas, eso es una hueva.
La distancia es el mejor antidoto contra la empatía con las fuentes, esa mamada de la labor social del periodista acaba cuando públicas la nota, aunque no deja de ponerme a pensar el hecho de ser una mamada también ese alejamiento casi de monje, me alejo de lo mundano y sólo lo describo.
Claro que siempre será mejor que eso que irte a comer con el sub Marcos y creerte todas las pendejadas que dice, oquejarse porque no nos comprometemos con las cuasas justas de personas como Celina Cañada, o creer que has hecho un Estado mejor cuando sacaste la nota del bonote sindical que se recetó el gober.
Sí, somos unas testigos privilegiados y eso debería ser suficiente paga para el ego, además a final de cuenta sólo somos los empleados de Estafeta que meten el paquete en la bolsa de plástico y le ponen los pegotes con la dirección.
"In this time all those kill, the newshead launch to stardom"
Morrissey.
Alejandro Silva
Mi buen Silva:
No ando sentimental, aunque no por eso dejaremos de echarnos unas el viernes, pero ya ves cómo proyecta uno el ego y las pretenciones cuando tiene un teclado y un monitor enfrente. Aparte, desde que se inventaron los blogs, ya no hace falta que te publiquen un libro para liberar al "Yo" y sentirnos Garcia Márquez, incluso algunos (los más aventurados) hasta Diego Osorno.
Tienes razón en lo de "no deja de ponerme a pensar el hecho de ser una mamada también ese alejamiento casi de monje, me alejo de lo mundano y sólo lo describo", pero yo me refiero a parámetros, no a dogmas de acción que tú y yo sabemos que por la simple existencia de las posadas y pedas que organizan las dependencias y los partidos para la prensa, serían estúpidos. Finalmente, para dogmas la iglesia y El Norte.
Amigo Argüello:
Definitivamente el blog ayuda a expander el ego, estoy tentado a iniciar el mio, o darle continuidad a la ciber comuna que iniciamos como simple lista de correos cuando estabamos en la Universidad.
Definitivamente los dogmas sólo los impone El Norte y la Iglesia, gracias a Satán que no nos hemos visto en la necesidad de practicarlos.
Tonsque se hacen las cheves el friday, me llevo mis cajas de cd y caset.
El Silva.
Por cierto ¿No encontraste una foto donde Capote se viera más putote?
Alex Silva
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