lunes, diciembre 26, 2005

“Por supuesto que me refiero a ellos, hace mucho que nuestros sueños dejaron de importar”, respondiste con el rostro inexpresivo y la mirada parca, acaso un brillo de sutil ironía en tus ojos tornasol, de azul a verde y de verde a azul según la luz y la perspectiva, aunque también –y estoy seguro de ello –también varían según tu estado de ánimo.
Continuaste: “Te pregunté por lo que quieren tus hijos de navidad, no lo que quieres tú”.
Sonreí: “Tienes razón”, y tomé un cigarrillo del paquete junto a mi café, “a veces se me olvida que poco a poco dejamos de ser protagonistas de la película”.
Tú mantenías la mirada fija en tu taza de chocolate, el chocolate que invariablemente pides en cafés como ese donde estábamos, el que pides cuando la temperatura se desploma como nuestro estado de ánimo; sí, sólo con la tristeza y la melancolía, porque cuando estabas de buen humor y hacía calor pedías jugo de naranja con papaya o zanahoria, y lo vaciabas lento de la garrafa al vaso mientras hablabas de trivialidades diarias que te hacían sonreír, que te regalaban sonrisas como si las encontraras tiradas bajo la cama al barrer un domingo o sábado cualquiera, y las ves, las recoges de entre el polvo y la pelusa y te las pruebas; te las pones y te alegras al ver que todavía te quedan, te alegras porque son tus sonrisas perdidas, porque es la felicidad de momentos añejos que aun te calzan perfecto como zapatos amigos amoldados perfecto a tus pies de niña por los años y la caminatas juntos
Pero ahora no había sonrisas, jugo de naranja con papaya, ni domingos soleados por la mañana. Ahora pedías el chocolate de la melancolía y lo bebías hablando de sueños perdidos y la vida que se va.
“Nunca entiende uno de que se trata esta película, ¿verdad?”, me dijiste sin verme a los ojos, “cuando uno es niño y adolescente espera tener mas edad para ser protagonista, pero cuando la edad llega te das cuenta que fuiste el personaje principal años atrás, cuando añorabas serlo y lo eras sin disfrutarlo… o peor aun, que ni siquiera lo fuiste ni lo serás, que eres un extra en la historia que protagoniza otra persona”.
“Nunca te he visto así”, repliqué. “Sabes que siempre he creído en ti y sigo creyendo”.
Pero tú no tenías oídos para las palabras reconfortantes o mi fe en ti no significaba nada para tu autoestima ni para tu estabilidad emocional, aunque aceptémoslo, nunca significó nada.
“No entiendo qué es lo que pasa. Tengo todo lo que quería hace cinco años, trabajo donde quería trabajar…”
Te interrumpo: “…Y vives sola y no sólo trabajas donde querías, trabajas en el área exacta que quieres, escribes los temas que prefieres y no tienes la presión que tendrías en otro contexto”.
“Lo sé, pero aun así, siento que no soy la persona que debo ser, que no estoy al nivel de las cosas, que todos dentro piensan que soy una inútil… Quisiera estar en otro lado”.
Siempre fuiste así: Te creías sobrehumana pero una vez entre mortales te sentías impotente, inútil, fuera de contexto, como un ángel que repentinamente se convierte en ser humano y se desespera con sus propios olores, su suciedad, los fluidos y todo el resto de elementos que lo hacían persona y le arrebataban lo etéreo. Harta de ti misma, de tu condición, de tus limitaciones.
“En verdad siento que quizá deba renunciar y tomar una plaza para dar clases allá en mi tierra”.
Apagué el cigarrillo en el cenicero, cierta molestia me tomó por sorpresa al escucharte. “No seas cobarde, carajo. Te queda mucho por hacer aquí. Desde que te conocí he sabido que tienes mucho potencial y te lo he dicho”.
Respondiste mi comentario como quien saca una espada para cubrir un ataque: “Y ya te dije que nuestros sueños dejaron de importar hace mucho”.
Algo en todo comenzó a desesperarme. Tantos años no sólo de añoranza hacia ti, la añoranza que ha marcado nuestra amistad en un estira y afloja que impide que nos unamos pero a la vez que nos distanciemos, esa añoranza de ver consumado el talento, el potencial y los sueños que has guardado tanto tiempo tras una mirada melancólica y una actitud de filosofía ante el fracaso y el absurdo. Años en que te he visto fracasar cientos de veces: cuentos y novelas sin terminar, despidos laborales, depresiones, crisis existenciales, renunciamientos, todo. Y aun así mi fe en ti se mantuvo intacta.
“Creo que es hora de pedir la cuenta”.
No quise continuar la conversación. La noche se hacía más helada y aun me aguardaba un largo camino hasta la casa. Pusiste unos pesos a mi lado para que pagara yo. “Anda –dijiste –para que parezcas un caballero”. Reímos juntos.
Salimos del café y bajo el cielo lluvioso caminamos hasta mi coche. Subiste y en silencio conduje hasta tu casa a unas calles de ahí. Cuando aparqué no moviste la mirada del frente.
“¿Cómo haces para creer tanto en mí?”.
Tardé en responder pero lo hice. “No lo sé… -mentí –supongo que es algo que se me da en automático”.
“Cuando lo averigües dímelo, porque yo no encuentro la manera”.
Antes de que bajaras te tomé por el hombro. “¿Nos veremos de nuevo?”.
“Sabes que sí”.
Bajaste de coche como siempre bajas: sin besarme en la boca, sin tocar mis labios y sin regalarme el ansiado contacto de nuestras lenguas, dejando la añoranza y el sueño encendidos dentro de mi. Encendí el coche cuando te venía cruzar el umbral de tu puerta y partí rumbo a mi casa.
Maldita, creeré en ti mientras no me beses... Vale más que no lo sepas.

Antonio Argüello
26 de diciembre de 2005

jueves, diciembre 15, 2005

La naranja sigue fresca

Para este post originalmente pensaba escribir toda una discertación acerca de La Naranja Mecánica, de sus implicaciones estéticas, ideológicas y filosóficas. Se me ocurrió después de escuchar el tema principal de la película y ver algunas fotos en internet de Alex y sus droogs, digamos que me inspiraron o me trasladaron a algunas de las emociones que sentí la primera vez que la vi, hace ya más de diez años. Casi en automático se convirtió en una de mis películas favoritas.
Sin embargo a los pocos minutos de pensar en lo que escribiría desistí, pues analizar ahora los diferentes angulos de la película del buen Kubrick sería tan estúpido como cuando una compañera de Janet en la facultad, después de que el maestro de literatura les pidió un analisis del libro que mejor les pareciera, decidió realizar un estudio literario de Los Diálogos de Platón.
En fin, por eso mejor les dejo la imagen y una cita. Pondría música pero odio los sites con música. Salutte.



"There was me, that is Alex, and my three droogs, that is Pete, Georgie, and Dim, and we sat in the Korova Milkbar trying to make up our rassoodocks what to do with the evening. The Korova milkbar sold milk-plus, milk plus vellocet or synthemesc or drencrom, which is what we were drinking. This would sharpen you up and make you ready for a bit of the old ultra-violence".

miércoles, diciembre 14, 2005

Ocio vespertino



Curioso jugar con Google Imágenes y que lo primero que aparezca al ingresar tu nombre sea una tumba. ¿No creen?

Del buen y el mal servicio

-Señorita, disculpe, el menú de su restaurant no incluye por ninguna parte la promoción que ostentan en la entrada... Me temo que tendré que quejarme con el gerente....


martes, diciembre 13, 2005

Michelle

Hoy vi a Michelle Vieth desnuda. Vi un extreme close up de su vagina mientras la jovencita le sonreía a la traicionera cámara. Vi sus senos y caderas de color extremadamente claros en comparación al resto de su piel. Un bikini dibujado por el sol. Vi cómo gesticulaba un silencioso "te amo" a quien quiera que la estuviera grabando. Vi que al menos según las pruebas que da el video no es buena para dar sexo oral. Apenas introduce el glande en su boca, como si le diera miedo o asco. Quien sabe. Vi a Michelle recostada totalmente desnuda sobre un sofa cama sonriente y seguramente muerta de excitación. Su pezones rozados y erectos, su vello púbico apenas recortado. Húmeda, se nota en la imagen.
Vi el video que le cambió la vida a al menos una persona y no sirvió para quitarme la modorra y el aburrimiento que arrastro desde hace un par de horas. No me sirvió absolutamente para nada.
Mierda, tendré que verlo de nuevo.

Resident Evil

El domingo por la noche vi Resident Evil por segunda o tercera vez. No es la gran cosa, lo sé. Más allá de que nunca resulta bien adaptar un videojuego al cine, la película no cuaja del todo. Tiene secuenciuas que en mi opinión se pudieron trabajar mejor, en un punto la película se cuelga por unos minutos y no me gustó el diseño visual del Licker. Sin embargo, la película me entretiene a sobremanera. Sobra decir que una de las razones principales es que la sola oportunidad de ver a Milla Jovovich durante hora y media con minifalda, botas y vestido rojo que resalta sus ojos azules de absoluto, disparando indiscriminadamente contra muertos andantes es un placer inobjetable. Su voz áspera. Su mirada feroz. Toda ella. Milla pareciera la muestra del límite entre la realidad y la mitología.



Sin embargo, eso no es todo. Algo hay en el film que me roba la atención irremediablemente y me obliga a quedarme sentado viendo la acción, aun cuando mi muy estimado Max Torres opine que lo mejor con esas películas es quemarlas y después enterrar su cenizas.
Muchos saben que una de mis pasiones son las películas de George Romero. Las de muertos vivientes para que me entiendan. Habrá sido a mis 13 o 14 años cuando vi por primera vez "Night of the living dead" una noche sentado en la salita de estar en casa de mi padres. Esa vez no pude dormir. La película consiguió arrancarme escalofríos y terror. Las multitudes de muertos autómatas caminando por despoblado, amenazando cualquier indicio de vida humana.
Después pude ver las siguientes entregas de la saga, todas buenas pero ninguna con la atmósfera tétrica, claustrofóbica y oscura de la primera.
En parte por eso me gusta Resident Evil. Toma buena parte de los elementos y clichés de las películas de Romero (la claustrofobia, la amenaza latente, el personaje entrañable a quien poco a poco vemos cómo se pierde en la enfermedad que lo llevará a la muerte, la resurrección temida y a convertirse en una amenaza para para sus propios amigos) pero los baña con otros clichés de otro tipo de películas. Así, vemos una combinación extraña entre "Night of the living..." y mucho cine de acción y ciencia ficción de los ochentas, principalmente "Aliens" de James Cameron.


Los muertos vivientes en general siempre me han parecido una metáfora cruel pero efectiva: la humanidad puede luchar contra todo excepto contra sus propios muertos, si nos ponemos más políticos que filosóficos, diríamos que Estados Unidos puede contra todo excepto contra la muerte que ha provocado. Al menos eso parecen decir las películas de Romero si las ubicamos en contexto (la primera al final de los 60's, la segunda y tercera en medio de los 80's y la cuarta al término de la segunda guerra contra Irak).
Obviamente Resident Evil se aleja de todo ese planteamiento crítico y aunque trata de manejar un fantasma de crítica al mundo a través de la corporación todo poderosa que ejerce el poder desde el ámbito económico, político y militar, no puede evitar quedarse en la historia de acción-terror-ciencia ficción. Cine comercial a final de cuentas pero aun así, mantiene cierta dosis del temor que Romero podía crear en sus filmes. Sólo por eso vale la pena, sobre todo al compararla con la segunda parte, "Apocallipsis", donde pierde absolutamente todos los elementos que levantaban una historia aparentemente imposible de narrar dignamente. Los muertos vivientes de "Resident..." no son metáforas de las atrocidades de la humanidad, no son alegorías del proletariado, no son una crítica al consumismo desmedido. No. Son simplemente la amenaza en una película de juego gato-ratón. Aunque aclaro que no por ello son menos aterradores.
Eso me lleva a pensar que sí, quiezá me gusta Resident Evil como un placer frívolo y mundano, sin mayor pretención que entretenerme y ahondar en un miedo sin trasfondos filosóficos ni políticos, pues finalmente así es el miedo. Los muertos de "Resident..." no son ninguna crítica social, son simplemente miedo, el pánico a sentir cientos de dientes caníbales arrancándonos la carne en medio de nuestros gritos de horror.
En fin, no creo que deba sentirse ninguna culpa por disfrutar el cine de palomitas de vez en cuando, mas cuando al final de la película se adivinan la vagina y los senos de Milla Jovovich semidesnuda.

viernes, diciembre 09, 2005

Ocio de un viernes a las 5:39 pm

La principal diferencia entre la amistad y el amor es que este último requiere necesariamente de una sutil dosis de odio para subsistir. Todo lo que se ama al mismo tiempo se odia discretamente, de forma apenas perceptible. La gente, las cosas. El odio es la aparentemente insignificante pizca de sal en la receta de un pastel, la que evita el empalague excesivo pero que de ser más de la necesaria lo salará irremediablemente, proporcionándole un boleto sin retorno al bote de la basura o a las fauces de cualquier perro callejero.

jueves, diciembre 08, 2005

El suicidio impotente

Tomo la pistola con la mano firme. Siento la cacha helada al contacto con la piel. Un escalofrío me recorre la espalda y me hace dudar por un instante. Esos nervios cobardes que, carajo, siempre aparecen. Acerco el cañón lentamente a la altura de la frente. Mis ojos vidriosos tiemblan al ver el hoyo oscuro y profundo en el fondo del acero. El índice derecho acaricia suave el gatillo. Casi con ternura temerosa. Cierro los ojos al dar un último respiro. Inhalo profundo y exhalo ruidosamente. Las manos me tiemblan de modo incontrolable. Esto lo he soñado, lo sé. Aprieto el arma con mas fuerza y cerrando los ojos jalo del gatillo. Un disparo ensordecedor que sé escucharon lejos de aquí. La policía pronto vendrá. En tanto, mi figura se desmorona y miles de esquirlas brillantes y en trozos que se estrellan contra el piso rompiéndose en miles de pedazos más. Un escándalo fugaz. Un grito con voz de pólvora.
Y yo sigo ahí de pie en el cuarto de baño. Seguro papá y mamá vendrán corriendo en cualquier momento para ver lo sucedido. Gritarán cuando me encuentren. Gritarán hasta quedar afónicos. Y yo estaré aqui de pie, petrificado entre los millones de pedazos de cristal regados en el piso, pensando como pienso ahora que disparar contra mi figura en el espejo no es la efectiva catarsis que había supuesto.

Fade out


Encontré esta foto en el fotolog de una de mis cybermusas, la cual, como suele suceder en este cas0, no tiene idea de mi existencia. Pero como ya lo había escrito en algun post anterior, eso la hace aun más musa.
Cortarse las venas nunca me ha parecido la forma ideal del suicidio. Al menos yo no me imagino haciéndolo. Me parece más elegante la soga y la viga. Rápido, romántico y sin dejar tanto batidero. Además, evita esa larga espera que significa el desangrado.
Muchas veces he tratado de imaginar en qué se piensa durante esos minutos que uno ve cómo la sangre corre por el agua tibia (tiene que estar en agua para que la sangre no coagule y la herida no cierre, ignorantes, de hecho ayudaría tomarse unas cinco aspirinas antes para reducir aun más la coagulación), qué ideas pasan mientras uno ve cómo se va empapando de muerte. No me gustan esas ideas de "veo pasar toda mi vida frente a mis ojos".
No creo que se piense en la vida. Quizá los creyentes pidan repetidamente perdón a Dios por lo que hacen. Quizá otros tengan fija en la mente la imagen del ser amado. Yo no lo se, no estoy seguro. Creo que sentiría dolor abstracto, moral. Sin cara ni cuerpo, sin nombre ni voz. Sólo un dolor intenso y rojo como la sangre manchando el agua. Una pesadumbre más grande que cualquier persona, que cualquier familia, que toda la humanidad y todo el mundo y todos los mundos en todos las galaxias, universos y dimensiones. El dolor puro. Abstracto. Vivo. Independiente y feroz.
También el miedo, mucho y muy intenso miedo.
Entonces la vida se iría lentamente, controlada, paciente como el aire de un globo que se deja escapar lento. Un silbido discreto. Una caricia de aire, dulce y suave al acercarlo al rostro. Así se iría la vida, gota a gota, chorro a chorro. Apagando paulatinamente el dolor y el miedo como el volumen de un estruendoso altavoz que se va en fade out hasta llegar al silencio.
Y al final, un cuerpo flotando en el agua roja. Vacío. Inerte. Acabado. Sin calor, vida, sangre o dolor dentro de sí. En paz.
Quien sabe, quizá fuera del reboltijo del final morir así no estaría tan mal.

Diablo aguarda

Ella está ahí con vestido amable. Ella está ahí con disfraz de todo está bien. Sonriente. Afable. El cariño como muerto andante surcando los pasillos entre sombras y luces artificiales, tan artificiales como este amor que cada día sabe más a óxido y corrosión. Salpicado de lluvia ácida. Agónico. Esta casa no tiene puertas ni ventanas. Hermética. El rostro de la desesperación asomándose en cada cuarto. Inconforme. Hastiado de tanto contenerse. El diablo aguarda y Dios parece indiferente. No le importamos… ya no. El cielo está cada día más distante y esta antigua sucursal del Paraíso está a punto de perder la licencia de uso. La lluvia amaina allá afuera. La escucho. La imagino. Casi la siento mojar mi cabeza, mi rostro, mi ropa. Así como imagino el amor apasionado y la felicidad mitológica. Pero estoy seco. El agua que me moja no existe. Escribo sentado en la calle y a la vez en esta silla y esta mesa y este temblor inconforme. Escribo en esta sombra de mí mismo, en esta apología a la mediocridad. El sueño está muerto, me lo dice el insomnio y la cama destendida de tanto revolcarme sin poder dormir. Hace tanto que no sueño y hace tanto que es inútil soñar, aun cuando la realidad ruega por ser evadida. Aun cuando ella está ahí con vestido amable, el diablo aguarda y Dios parece tan indiferente. La desesperación parece calmarse, seguro podrá contenerse un poco más. Siempre lo hace. Siempre aguarda. Siempre viene y luego se va. La vida se parece tanto a la agonía que a veces las pienso como hermanas gemelas. Ella está ahí con disfraz de todo está bien pero yo estoy seco. Tan seco y tan agonizante. Dios quizá esté a la vuelta de la esquina, pero es una visita más con lo cual he dejado de contar. Estamos solos. No hay nadie más. Estamos juntos y solos. Y yo ya no espero a Dios, al diablo ni al vestido amable. Yo sólo espero a la muerte. Estamos juntos, sí. Juntos hasta que la muerte nos separe.

5 de octubre de 2005

miércoles, diciembre 07, 2005

Qué cosas, carajo

Elle Driver (California Mountain Snake)




You're Elle Driver! Sly and evil, you can manipulate people in order to get whatever you want. You're usually alone, but that's the way you like it. You hate having others nearby to order you around (unless it's Bill, of course... but even then you're still hesitant).

Kill Bill: Which Deadly Viper Assassin Are You? (Vol. II spoilers... results with pics)

lunes, diciembre 05, 2005

Divinos Celos

Pensaba publicar este post por ahí del 10 de diciembre, para estar más cerca del día de la Virgen de Guadalupe, más que nada por temporalidad y esas obsesiones humanas en hacer empatar todo con meticulosidad. Sin embargo, preferí adelantarlo por el simple hecho de que me vino en gana, ya tenía unos días guardado. Esto es evidentemente a propósito del 12 de diciembre y se me ocurrió en una noche de ocio tragando Pacífico y bebiendo galletas Marías. Provecho y salutes.


-Te lo juro, mi vida: la Virgen María y yo sólo somos amigos.

-Ash… Jamás conocí a nadie capaz de ofenderse cuando digo que mi alma pertenece a Dios.

-Está bien, lo diré, pero deja de estar chingando: “Prometo solemnemente que si muero yo primero y voy al cielo no voy a acercarme a la Magdalena”.

-No, no lo sé. En serio. No tengo idea de si Juan Diego era casado y María lo estaba instando a la infidelidad.

-¿Cómo que por qué traigo la foto de otra vieja en mi cartera? ¡Es una estampita, coño!

-¿Cómo quieres que te diga si la Virgen es más bonita que tú?

-No, no sé si ese pantalón se le vería mejor a ella; simplemente no lo sé, chingado.

-Es en serio, mi amor, te quiero aunque tú no seas virgen y aunque peques sin concebir en vez de concebir sin pecar.

-¡Pues claro que le rezo a ella y no a ti! ¡Ella tiene más influencias!

-Te pondré altar única y exclusivamente si te mueres, no antes. No me importa lo que pienses.

-¿Te parece poca la pinche peregrinación que hago diario para verte? A la Virgen se la hago una vez al año, a ti todos los putos días.

-No, no y no. No me colgaré una medallita con tu imagen.

-No insistas. No voy a decirte a quien salvaría si las dos colgaran de un precipicio.

-Por Dios… Está bien, el día que me crucifiquen sabremos si realmente eres capaz de eso…

-¡Quítate ese manto, carajo! ¡Te juro que NO ES SEXY!