lunes, octubre 31, 2005

Mi miedo


Nunca he sido particularmente supersticioso. Puedo caminar con toda tranquilidad bajo una escalera y si un gato negro se atraviesa en mi camino me es indiferente, incluso podría acercarme a acariciarle el lomo como hago con todos los gatos. No me provocan nada los viernes 13 y no me da miedo romper un espejo con todo y sus supuestos siete años de mala suerte. Nada de eso me da miedo, ni siquiera de niño les tuve demasiado respeto a todo ello.
Por eso el Halloween me exactamente lo mismo. Que si es una noche cargada de energía endemoniada, que si el aire se respira diferente, que si esto y aquello. Esos mitos y supersiticiones nunca me han provocado nada, ni miedo, ni ansia, ni nervios, ni siquiera risa.
Digo todo esto porque el hecho de que ciertas cosas creadas o diseñadas especialmente para provocar tempos no me provoquen nada, de ninguna manera implica que no sienta miedo a nada. Simplemente no es a ello.
Creo que hay miedos infantiles que en el fondo nunca superamos, simplemente aprendemos a administrarlos y ocultarlos: la oscuridad, la soledad, los pasillos largos y silenciosos, la noche, no lo sé. No incluyo el miedo a perder a seres queridos porque es otro asunto. Me refiero al miedo que parte de nosotros, irracional, ilógico.
Supongo que los fantasmas son simplemente el rostro que le ponemos a nuestro miedo, aunque no puedo estar seguro.
He pensado mucho en esto último, no tanto en si existen o no los fantasmas o si hay una razón real para el miedo irracional. Más bien he pensado en qué sería mejor, que existieran o no existieran. Si es mejor darle la razón a los escépticos o a los crédulos.
Muchas veces me siento a ver el mundo en alguna banca de plaza, en algún balcón, en lo que sea y me pregunto "¿esto es... todo?". Eso me lleva obviamente a más preguntas: ¿El mundo es lo que vemos? ¿La realidad es la que vemos? ¿Todo queda ahí?
Cuando era niño creía en fantasmas. Creía en duendes, en demonios, muchas cosas, y justo eso es lo que hacía el mundo más habitable, la idea de que algo más que nosotros habitaba en este lugar, que había algo más que un montón de elementos de la tabla periódica. Algo más que reacciones químicas y leyes físicas. Algo más, punto.
Me gusta pensar en ello. Que mi miedo no es absurdo, que no es irracional. Que detrás de esa sequedad en mi boca cuando miro un pasillo oscuro, por un bosque nocturno, por una plaza solitaria a media noche, hay una razón más allá de la física y la química, que mi instinto a un nivel subconsciente alcanza a percibir y lo convierte en miedo.
Algo debe de haber, tengo una enorme necesidad de que haya algo más. Aunque quien sabe, finalmente si la vida no tiene sentido, ¿por qué el miedo había de tenerlo? No tengo respuesta.

viernes, octubre 28, 2005

No tengo humor

  1. Me quedé dormido esta mañana.
  2. Presté mi carro, por lo tanto, tendré que ir a mi casa en metro bajo la lluvia.
  3. Llegué una hora y media tarde a la oficina.
  4. Me duele el brazo izquierdo, probablemetne el frío.
  5. Pese a que dormí de más, aun no repongo el sueño de insomnios anteriores y por ende, sigo somnoliento.
  6. Estoy mentalmente bloqueado.
  7. No puedo escribir nada.
  8. Un sutil temblor en mis manos es reflejo de la naciente ansiedad en mi interior.
  9. No tengo ganas de escribir nada, al menos nada relacionado al trabajo, tengo más bien hambre de literatura (qué pretencioso soy, carajo).
  10. La llave que sale del medidor de agua en mi garage se convirtió inesperadamente en una linda fuente.
  11. Mi jefe me hizo una invitación que no pude rechazar. "Vas a la presentación de mi libro, pinche Toño; es una orden. No quiero excusas".
  12. Quiero un café y no podré ir.
  13. Quiero ir a un bar y no podré ir.
  14. No estoy de humor para nada, carajo.
  15. Tan es así que aqui me tienen matando el tiempo en este post.
  16. Supongo que escribiré algo durante el fin de semana, si no hasta el lunes...
  17. Abur...

lunes, octubre 24, 2005

Crimen y castigo

No tengo imagen para este Post. Pensé en el rostro furioso de "Alex" en Clockwork Orange pero me pareció demasiado obvio. Too much. Por alguna razón preferí el texto en bruto, sin más ni más. Lo que escribo a continuación a algunos les parecerá trivial, pero a mí me pareció especialmente grave.
Hace un par de días una persona se acercó a mí. Era mujer. Vieja conocida mía que desde hace tiemo atraviesa una situación que me limitaré a decir, no es la mejor. La chica sin dinero, casa o trabajo carga dos hijos y una cadena de sucesos poco deseables. Era de noche en Monterrey y ella trataba de que el menor de sus hijos se durmiera en su regazo. Yo buscaba sin éxito una buena canción en el radio de mi coche mientras evadía a los otros vehículos sobre la calzada Madero. En las bocinas sonaba Iron Maiden con Fear of the dark. Lo poco bueno en 91.7.
Y ella hablaba. No mucho pero hablaba. Se acercó a mí no para pedirme ayuda, ni siquiera para que la escuchara por un par de minutos. No se desahogaba. Acaso liberaba algo de presión de su pecho y de su estómago. Con todo sonreía, no todo el tiempo pero sonreía.
Las palabras eran las obvias: trabajo, dinero, casa, estabilidad, ingreso fijo, renta barata, zona regular, una buena escuela para los niños, etcétera; un paradigma de deseos insatisfechos como la carta a Santa Clos de un niño de la calle.
Yo la escuchaba. No hacía otra cosa que escucharla y conducir. Ella me preguntaba de vez en vez por mi vida, por Janet, por Leo y Julieta. Lo más a la luz.
De pronto y casi sin darme cuenta, le dije que haría todo lo que estuviera en mis manos para ayudarla, que haría unas llamadas a mis conocidos en busca de un trabajo y una puerta para su estabilidad, que todo estaría bien. Ella me escuchaba resignada. "Ya ha escuchado todo esto antes", pensé, "ya lo ha escuchado y todo ha segudo igual, alguien le ha dicho que la ayudaría y que todo sería diferente, pero todo ha sido igual".
Ella sonrió y minutos después nos despedimos. Que la pases bien y nos vemos después. Ahí terminó la noche, pero no la historia.
Dos días después comenté el hecho con una persona muy allegada a ella, muy cercana. Consanguínea, vaya. La persona me miró en silencio cuando terminé de contarle, con gesto severo. "Yo te recomiendo que no te metas en eso", me dijo con una gravedad que no entendí en un principio. "Ella no está así de a gratis: ella ha robado, ha cometido abuso de confianza, en todos sus trabajos ha sido lo mismo".
Para mis adentros pensé, "lo sé", pero hacia afuera sólo alegué que la ayuda no se da por amistad, confianza ni agradecimiento, la ayuda se da por humanidad y punto. "Tú sabes", me respondió.
Exacto, yo sabré. Los errores no se eligen, para bien o para mal, diría Coty. Sin embargo, el diálogo no dejó de parecerme duro y triste. De hecho, la primera imagen que se me vino a la cabeza fue la de Alex en Naranja Mecánica siendo castigado por los crímenes de su pasado, aun cuando era ya una persona mecánicamente impedida para cometer atrocidades. ¿Quienes somos entonces?, me pregunté. ¿Somos nuestras decisiones, nuestro día a día, nuestro presente o nuestro pasado? ¿Debemos estar siempre atentos al juicio inminente que nos espera en la boca y persona menos pensada? ¿O el juicio no espera? ¿Somos juzgados todo el tiempo y por toda la humanidad? El mar no cesa, el pasado tampoco.
No puedo dejar de pensar en ella y en la determinación que su pasado dicta a su presente y futuro, en los alcances de las malas decisiones y en la inmediatez de un juicio. Siempre he sido renuente a juzgar a las personas, a todas, y eso me ha hecho a mí objeto de otros juicios, como si para vivir tuviera que matar. ¿De esto se trata la vida? ¿De esto se trata la civilización y la justicia?
Edipo se sacó los ojos. Judas se colgó de un árbol. El juicio es interno o divino, diría yo, y yendo aun más allá, no existen los juicios sino las consecuencias. La moral que no es consecuente es una falacia o es una dictadura arbitraria. Y aun así, prefiero ser de los que aun creen en las personas, aun creen en el ser humano y aun creen que hasta los ladrones y criminales tienen algo de belleza interior.
Es la única manera de que esta vida valga la pena.

martes, octubre 18, 2005

Sibisse y Rayuela

Lo confieso: me robé este texto. Lo tomé del blog de la cybermusa Sibisse. Sibisse es una chica de un país que imagino se llama Argentina, aunque no lo sé con certeza. Tenía una página hace algunos años dedicada a Lolita de Nabokov. Así di con ella. Buscando información de Lolita. Después desapareció de la faz de la red para volver a encontrarla casualmente en lo que el Perro llamaría la bloggósfera. Ella no sabe de mi ni yo de ella. Simplemente la sigo en su blog enamorado de su sensibilidad, de su redacción de niña de colegio católico, de sus lágrimas y su temblor helado que se siente en cada línea. No se en qué ciudad está, en qué ciudad creció, nada. Sólo se que existe en algun lugar y que su nombre es Sibisse. Basta.
A propósito de esas casualidades, hoy casualmente me topé con este texto en su blog, el cual tituló "Grayuela", vinculado directamente a la que muchos de ustedes saben es mi novela favorita: sí, Rayuela. No pude evitar la tentación de rescatarlo. Los dejo con él y con ella.

Grayuela

Lo recuerdas, verdad? Recuerdas que los hombres se dividian en cuatro categorias irreconcilibles: Los que no conocian a Cortazar, A los que no les gustaba Cortazar, los que preferian los cuentos y el ultimo grupo, el mas peligroso, el que nos hacia escondernos o temblar o poner al menos ante nosotras una gruesa proteccion de sarcasmo: los apasionados por Rayuela.

Porque nunca quisiste ser La Maga y yo nunca quise besar un Capitulo 7, y ninguna de las dos habiamos aprendido a volar, malgre Oliverio, y nos negamos con fuerza a ser parte de la historia. Nos negamos a ser descritas, o buscadas, o descubiertas y ellos solo querian decribir o buscar o describir o simplemente seguir las reglas de otro juego, amando a mujeres mayores (que podian ser su madre o que lo eran realmente), exigiendonos que fueramos mas altas, mas lejanas, mas inalcanzables.

Yo lo recuerdo siempre, y recuerdo que me costo abrir ese libro como otra maldicion (si, tambien es de esa clase de libros que te esperan) y que respire con alivio al descubrir que yo no estaba alli, que podia aprender a jugar pero que no era parte del juego, porque Rayuela es despues de todo un libro solitario, y eso es lo que ellos no comprendieron nunca. Por eso nos necesitaban y por eso me negue, me negue incluso mientras lo estaba leyendo y no podia evitar subrayar y doblar paginas pero me negaba y torcia la boca. Y tu que siempre entendiste Rayuela antes de leerla, incluso sin leerla, mucho mejor que cualquiera que respondia lleno de un raro orgullo "Oh, Rayuela, mi libro favorito". Y yo que no pude leer Rayuela sin ti, porque despues de todo tu me ensennaste a hacerlo.

Ahora que L., con sus 16 annos recien cumplidos (casi a la vez que yo) me dice: "El(siempre hay un el) no quiere quedar conmigo. Ha leido Rayuela y dice que solo quiere verme si nos encontramos por casualidad" no se si sonreir (o, mejor dicho, no se que clase de sonrisa poner en mi boca). Ahora que me deje Rayuela lejos, como si me bastara leerla una sola vez y que sigo jugando a nuestro juego, ahora que he dibujado -a pesar de mi misma- las diez baldosas y las he pegado en la puerta de mi habitacion, ya no respiro con alivio. Simplemente lo acepto, con resignacion y hasta con sarcasmo, acepto a Cortazar todo entero porque yo tambien... a veces, y cuando no me ve nadie... yo tambien soy Rayuela.

lunes, octubre 17, 2005

Harry el Sucio


Anoche vi "Harry Potter y la Piedra Filosofal". Sí, la tragedia proletaria de no contar con sistema de televisión de paga (sin contar que me daba una hueva tremenda ir al Blockbuster, cuyo catálogo además me sé de memoria). Ya la había visto hace algunos años, meses después de que saliera en cine. Nunca me gustó, de hecho ninguna de la saga me ha gustado jamás. Acaso "El Prisionero de Azkhabán" pero más por la dirección de Cuarón y la actuación de algunos adultos (además, Hermione ya se ve bastante interesante). Las novelas me parecen mediocres, principalmente en su redacción. Si bien la J.K. Rowling crea un universo bastante amplio para los niños, su forma de escribir nunca me ha parecido nada del otro mundo. No es novedad. Ningún bestseller lo es. Ninguno. Sin embargo, algo deben tener los malditos libros para vender por sí solos más que toda la producción literaria de México.
Tengo innumerables amigos y conocidos aguardando con insoportable impaciencia que salga la versión en español del "Príncipe Mestizo", que si mal no recuerdo es el sexto de al saga. Otros ya se lo recetaron en inglés. Y todos ellos lo platican. Lo hablan. Se obsesionan. Platican de los intensos dramas, las disyuntivas morales y éticas del brujo de los lentes a la Lennon. Que si sus problemas existenciales, que si sus traumas edípicos, que si tal novela es más oscura que las otras y bla, bla, bla.
Una de las razones por las que nunca me ha gustado la historia es por los valores que en principio pregona. Lo recordé mucho ayer que veía la película. Hermione está cuidando de un herido Ron Weasley (el imbécil pelirrojo que es a Harry Potter lo que Mario Bezares al Stanley) y Harry tiene que avanzar para el duelo con su enemigo. La niña le dice "eres un gran mago, Harry, en verdad lo eres"; y el niño responde, "no, tú eres mejor". La niña de nuevo: "Sí... pero con estudios y lecturas, hay cosas más importantes, como la amistad y el valor".
Okey, partamos el diálogo en partes. ¿Qué es lo que está diciendo la historia en boca de Hermione? Lo que está diciendo es que es más importante haber nacido siendo que llegar a ser, que el niño vale más que ella por el abolengo de sus padres que por lo que realmente sabe. Finalmente ese es el eje de la historia. Desde que es un bebé todos saben que Harry será un gran mago no porque le vean algún talento, sino por ser Harry Potter. Punto. Nada más. No importa lo buenos que sean sus compañeros, lo mucho que se esfuercen, que lean, que se preparen, el pinche huerco mediocre será siempre mejor por el simple hecho de ostentar un apellido, por nada más. Algo así como Roberto Palazuelos o el hijo del "Negro" Durazo. Imagino que en el último libro se va a ir de Spring Break a Cancún y va a mandar cerrar la calle principal para jugar carreras con sus cuates.
En mi opinón, ese es el encanto del libro y lo que seduce a todos: el concepto de ser el centro del universo, el centro de atención en todo momento; de no necesitar esforzarse para ser grande porque la grandeza le es inherente, va implícita en el paquete. (Curiosamente los fanáticos, o la mayoría de los fanáticos, que conozco de los libros y películas son gente con una necesidad en muchos casos enfermiza de atención y reflectores, o bien de ser el epicentro de las cosas).
La vida de Harry es un partido de quidich (ese estúpido y absurdo deporte que juegan en el famoso colegio de magia de cuyo nombre no puedo acordarme): no importa cuánto se esfuercen los dos equipos en anotar puntos en esa especie de porterías. Da igual. Finalmente Harry atrapará la "snitch" (si así se escibre) dorada y salvará el juego y será el héroe. Vaya metáfora de Rowling, ¿no? En la vida hay protagonistas y reparto.
Me pregunto qué sentirán los fanáticos de los libros al darse cuenta que la vida no es un partido de quidich, y que de serlo ellos no son los buscadores (la posición de Harry).
¿Finalmente quien es Harry Potter? Un niño mediocre que no necesita joderse para tener el favor de otros, de la vida, del destino, de la existencia, de todo. Se vale de los talentos de sus amigos, principalmente de Hermione, para llevarse el crédito y las medallas. Los otros dos como simples escuderos sin poder aspirar a nada más, porque hay cosas más importantes "que los estudios y los libros".
Repito la pregunta: ¿Quien es Harry Potter? Hary Potter es Roberto Palazuelos, Manuel Bribiesca Sahagún, Arturo Montiel Yañez con 34 millones de pesos en su cuenta o Ernesto Zedillo Jr. en pleno concierto de U2. Que alguien le dispare por favor al muchacho. Capaz que llega a diputado federal. Mierda.

jueves, octubre 13, 2005

Cristina



¿En qué piensa Cristina? ¿A qué se debe ese descompuesto gesto mientras su marido habla frente a los medios de comunicación terminado su mensaje de segundo informe de gobierno? ¿Por qué no sonríe como la dama de sociedad que ha sido toda su vida? ¿Por qué no dibuja esos alegres y coloridos gestos con que aparece en publicaciones como Edición Sierra Madre o la sección Vida del periódico El Norte? ¿Por qué no es feliz Cristina? ¿Será el infierno de dos años ostentando el membrete de “Primera Dama del Estado”? ¿Será la aterradora idea de que le quedan cuatro años más de sonrisas forzadas, maquillaje favorecedor y sumisión insultante? ¿Será que no se explica cómo Angela Steltzer de Canales pudo con el cargo durante cinco años y no sólo mantenerse firme, sino poderosa? ¿Por qué ella no puede? ¿Por qué se le dificulta tanto? ¿Cómo hace Martita? ¿Dónde está la fórmula para ser una Primera Dama digna de respeto? ¿Dónde está la respuesta? ¿Qué significará la palabra "digna"? ¿Dónde está el maldito valium que el efecto ya está pasando? Quizá sea esa latente sensación de estar detrás. De estar un paso al fondo. Así, como en la imagen: la distancia es tan poca pero tan grande. Natividad iluminado, cámaras y micrófonos frente a sí buscando una palabra por estúpida que sea, como seguramente lo será, pero con la toga de gobernador lo es todo. El cargo lo da todo, pero sobre todo poder: poder sobre la gente, sobre toda la gente, sobre la gente que lo había minimizado desde sus juventudes… como su familia política. Seis años de poder no son cortos, sobre todo para los subyugados. Cristina ya no es la joven hija de unos de los más prominentes empresarios de Monterrey, ya no. Ahora es la dama de risa fingida y ojos vidriosos que trata de sentirse útil en el DIF. La dama fuera de lugar. Tan vacía. Tan triste. Cristina lleva el absurdo en la mirada. Cristina es suicida aunque no se mate. Tanto odio. Tanto rencor. Subyugada bajo el poder de su marido. Obligada a estar a su lado cuatro años más. Gris. Inútil. Sin servir para más que para posar de vez en cuando en las fotos, cuando su marido lo permite, víctima de un poder que ni siquiera puede ejercer. ¿En qué piensa Cristina? La verdad no importa… Para ese punto ya no importa nada.

Se ponen rojos los azules

Adjunto la segunda colaboración del compañero Alejandro Silva, quien a falta de conocimiento técnico en la cultura bloggera, irradia algo de veneno por este medio.



Alejandro Silva Martínez

En plena vispera para la tercera ronda de votación en el PAN, la guerra sucia en se recrudece, no sólo conacusaciones de que son unos mapachotes y que separecen a los priyistas.
Enemigos de Santiago Creel Miranda, iniciaron una campaña para generar el voto de los simpatizantes softde su partido al mostrar una foto de su Comité de Campaña tras las dos chingas que le metió Felipe Calderón.
En primer plano vemos al pequeño bebe pitufo de Creelllorando por la putiza recibida en las dos rondas, alfondo de ven a panistas como Felipe de Jesús Cantú juyendo en la sierra de Veracruz para no perder lo poco que les queda tras su paso por el municipio de Montegay.

martes, octubre 11, 2005

Chacho el Cucaracho

Lo entiendo, en verdad lo comprendo y trato de ser empático con el azar y la casualidad. Entiendo que perder es parte de ganar y que el hecho de que nos sucedan cosas malas es porque da mayor valor a lo positivo que nos podemos encontrar. Entiendo que las tortillas de arriba sirven para que no se enfríen las de abajo, que el rojo del semáforo es para que los otros tengan verde y que las películas de René Cardona Jr. dan mayor valor a las de Tarantino, Kurosawa, Coppola, Arronowsky y otros tantos íconos cinematográficos. Entiendo que de vez en cuando uno se topa con libros de Cuahutémoc Sánchez disfrazados de literatura, con coches jodidos disfrazados de carrozas de lujo y con tejabanes con pinta de mansiones. Estoy de acuerdo que son más los escritores malos que los buenos, que son más los reporteros mediocres que los realmente interesados y preocupados por mejorar la profesión y los medios, y que en general, algunas veces pareciera más común la desventura que otra cosa. Todo eso lo entiendo, lo comprendo y lo acepto con el mismo gesto consecuente con que tomo el resto de los aspecto y cosas de la vida.
Sin embargo, lo que no puedo aceptar, es que en un pinche restaurant donde diariamente comen cientos de personas, donde uno espera si no todas las reglas de la higiene, sí al menos las más básica, la suerte, el azar y la ineptitud te partan de madre de formas más allá de lo razonable. A qué me refiero: en un restaurante tolero que la mesa no esté limpia al sentarme, que el mesero a veces descuide a algunos comensales cuando la cantidad de clientes va más allá de sus capacidades, que el baño huela mal (aunque eso está en el límite de mi paciencia, saludos Sanbor's de este país). Es más, en algún Vips he sido comprensivo al encontrar un cabello en mi café, lo cual soluciono pidendo otra taza y punto.
Nada de eso me hubiera preparado para lo que vi hoy. Una cosa es una mosca. Otra es el pelo de una mesera. Aun otra es una hormiga en la azucarera, pero encontrarme una diminuta y (peor aun) viva cucaracha inmóvil y sonriente sobre una papa es algo que no puedo calificar de otra manera que de chingadera. Como si los insectos asqueros que acababa de ver en el Congreso del Estado durante el informe de gobierno no hubieran sido suficientes.
Heme ahí descubriendo al jocoso insecto sobre mi plato. No dijo nada. No hizo nada. Como si dijera "mirame, soy una maldita cucharacha sobre tu papa, atrévete a seguir comiendo".
Mi reacción se limitó a hablar con la joven y bella mesera y mostrarle el plato como si le mostrara una tarjeta de presentación con el emblema de Secretaría de Salud. Ella llamó a la gerente quien se disculpó apenada mientras veía de reojo y con un temblor incesante en su párpado mi cámara fotográfica sobre le mesa y mi credencial de reportero.
No me cobró el buffete. No pude seguir comiendo y terminé engullendo una torta de jamón y queso panela en un 7-Eleven mientras pensaba cómo iniciar este Post.
¿El lugar? Josephinos Pizza de Zaragoza, entre Padre Mier y Matamoros.

viernes, octubre 07, 2005

Primer Recetario del Suicida


Hace poco vi un capítulo de CSI donde una pareja de adolescentes se suicida con un pasón de tranquilizantes en un desierto junto a las Vegas (Ni modo que dónde).Los chavos tendrían entre 15 y 17 años. No recuerdo ni por qué se matan ni mucho menos a qué conclusión llegan los forenses (no le prestaba demasiada atención ese día). Sin embargo, lo que sí me llamó la atención fue que el guionista de la serie hizo que los mozalbetes se bailaran una hamburguesa, un refresco de cola y una malteada cada uno antes de dar el último paso, es decir, se sentaron juntos en un McDonalls, el vato tomó una BigMac y dijo "tomad y comed todos de él, pues esto es mi muerte (lo cual no está muy lejos de la verdad, si vieron 'Super Size me' sabrán que con la pura cenita bastaba para matarse, los somníferos eran mera vanidad)". En otras palabras esa fue su última cena, como cuando los condenados a muerte piden sus raciones de colesterol y carbohidratos horas antes de sentarse en la silla o recibir la inyección final.
En fin, todo esto me llevó a pensar en la poca originalidad de los pinches gringos: carajo, si te vas a matar, si va a ser tu última cena, si te dispones a colgar los tenis y escuchar Las Golondrinas en la barca del adiós, ¿a quien chingados se la ocurre tragarse una maldita hamburguesa? ¿Hasta ahí llega el estilo? ¿Van a permitir que el forense las abra el estómago y diga 'carajo, otro pinche fanático de Carl's Jr, Burger King o alguna otra estupidez?
Por eso, yo propondría el Primer Recetario del Suicidaotras opciones sobre el menú pre mortem que esperemos en un futuro puedan ser al suicidio lo que el pollo Cordon Blue y el puré de papa a las bodas clasemedieras, aunque aclaro que dada la variedad de formas de suicidio, los alimentos se proponen en función del camino elegido por el suicida.
La mayoría de las recetas traen su respectivo link, para que si se les ofrece no batallen. Y es que, bueno... si uno va a morir que al menos sea con estilo.
Provechito.

Obviamente podría haber más, pero esas se las dejo a ustedes.

martes, octubre 04, 2005

"No mame usted, Señor Gobernador"

Poco antes del dramático final, el gobernador Natividad González Parás pensó que quizá hubiera convenido mantener más tiempo abiertas las negociaciones con aquellos líderes obreros. Después de todo la CTM tenía el apoyo de Madrazo, y con ello su poder y atribuciones al interior del partido y de su gobierno se habían incrementado sensiblemente, sobre todo ejercido hacia un pobre seguidor de Arturo Montiel. Definitivamente con los espíritus de Raúl Caballero Escamilla, Fidel Velázquez y "La Güera" Rodríguez Alcaine no se juega... "Que el 'gober' se meta sus tres pinches diputaciones locales por el culo, carajo. ¡Viva la Revolución!".


lunes, octubre 03, 2005

Sin noticias de Dios

Nietzche se preguntó en El Ocaso de los Ídolos: "¿Es el Hombre un error de Dios o Dios un error del Hombre?". Muchas veces he pensado y escrito que lo crucial de la humanidad no son las respuestas, sino las preguntas. En ese sentido la pregunta de Nietzche es decisiva y a más de un siglo de haber sido planteada, sigue sin respuesta. La respuesta no importa, importa la pregunta. Decía Rusdie en Los Versos Satánicos que el verdadero enemigo de Dios no es el ateísmo, sino la duda, esa inquietud que el hombre traduce en angustia.
Pienso todo esto porque la angustia es justamente lo que me ha agobiado estos días y lo que me ha impedido escribir post alguno desde hace más de una semana. Los dilemas morales, éticos... todo. ¿Existe Dios? ¿Y si existe dónde madres está y por qué siento que él tampoco me da respuesta para la pregunta de Nietzche?
No voy a decir las razones, aunque las hay. No quiero. No es que no pueda, simplemente no quiero y ya. Sólo la angustia.
A veces me pregunto cual será la naturaleza de estos tiempos, si en los cuartentas y cincuentas los existencialistas propusieron los dilemas éticos y el sentido de la vida, ¿cuál es el sentido de esta época? ¿cuál es la pregunta o las preguntas que nos definen?
Quiza ya no sea si el hombre es un error de Dios o Dios el error del hombre, yo preguntaría: ¿Es el hombre el error del hombre? ¿Somos el error de nuestros padres? ¿Somos la prueba del fracaso de todas las filosofías? El postmodernismo no es otra cosa que un sinónimo de "generalidad". Un nombre para lo innombrable.
Nuestra época es oscura y lo que la define es la rebeldía anárquica. Hoy como nunca ignoramos quienes somos y a dónde vamos. La única opción parece ser derrumbarlo todo. Volver a nacer. Y Dios... Dios no se ha aparecido ni nos da respuesta, como el mundo fuera la papelera de reciclaje de su computadora y nosotros los archivos eliminados.
No se si cerrar con un "Carajo" o un "Amén".